Leo a Daniel Sada: “Son tardos, son pudendos los pasos de anticipo”. Barroco: cetrina retórica despeinada: un presagio a tientas: gresca ardorosa: jazz. Escucho The Charles Lloyd Quartet (Charles Lloyd, sax tenor, flauta; Keith Jarrett, piano; Rob McClure, contrabajo; Jack DeJohnette, batería), el álbum es de 1967: Journey Within (Wea International) y fue grabado en vivo en el Auditorio Filmore de San Francisco. “Love No. 3” (Jarrett) o consonancias de clústeres esparcidos por el lienzo de un jardín saturado de hojas secas: Kasimir Malevich pintando con el gajo humedecido de un abedul. Suprematismo de compases trenzados. “Lonesome Child: a) Song, b) Dance” (Lloyd): Jarrett debuta en el sax soprano; Lloyd tenoriza contrastes armónicos desde glosa de atávica melodía y encadenamiento acompasado que DeJohnette impugna y el walking de McClure subraya en pulsaciones fragmentadas. Los arpegios se desdoblan.
Otra vez Sada: “Circularidad de brillo mate: un ascua / para bien. De sobra el potencial: tan suyo, / tan antiguo. Giros” de un viaje interior por los contornos del hardbop y boquetes free desde farfulla coltraneana. “El amor es cobrizo”, asegura el narrador de Mexicali; la exuberancia encuentra cobijo en la síncopa, parece asentar el saxofonista de Memphis.
II
Nino Rota (Milán, 1911-Roma, 1979): músico de cabecera de Federico Fellini (Rímini, 1920-Roma, 1993). Dicen que el director de Amarcord no tenía que indicarle nada, ni hacerle ninguna sugerencia: “Lo veo montando el escenario, en diálogo con los camarógrafos y los actores, y ya sé la sonoridad que él busca”, decía el compositor de Divertimento Concertante.
Concordias melódicas apuntaladas en cadencias visuales: LaStrada (1954), Las noches deCabiria (1956) o La dolce vita (1959). Notable melodista de sugerente concepción modal: el álbum Nino Rota. Piano Music (Brilliant Classics, 2008) contiene quince Preludes, Waltz, Fantasia in G (Andante), Bagatella (Andante espressivo), Ballo della villanotta in erba (Allegretto rustico), Ipolito gioca (Allegro) y Suite From Fellini’s Casanova ejecutados por el pianista mediterráneo Michelangelo Carbonara. Expresivo romanticismo en afables apostillas de Carbonara que cobran fuerza en los preludios, el vals lento y los siete movimientos de la suite de la película Casanova (1976).
Escucho la placa de Rota y termino, sumergido a todo volumen en la Tercera Sinfonía de Mahler ejecutada por la Sinfónica de Chicago bajo batuta de Riccardo Muti, quien fuera alumno de Rota. Curioso vaso comunicante. Vaya capricho de la memoria sistémica: habrá que preguntarle al musicofilio Oliver Sacks.
III
Cumpleaños setenta de Joan Manuel Serrat (Barcelona, 23 de diciembre de 1943). Tres fonogramas: Dedicado a Antonio Machado Poeta (Novola, 1969), Miguel Hernández (Novola, 1972), Hijo de la luz y de la sombra (Sony, 2010), los cuales han contribuido, de manera concluyente, a la difusión (Hispanoamérica y España) de la poesía del sevillano Antonio Machado (1875-1939) y del pastor de cabras-poeta de Orihuela, Miguel Hernández (1910-1942).
En las paredes de las escuelas, en las puertas de los edificios ministeriales, en los baños de las hosterías y en las tapias de los cuarteles aparecen (años sesenta, setenta y ochenta) estrofas de “Cantares” (“Caminante, son tus huellas / el camino, y nada más; / caminante, no hay camino / se hace camino al andar”)y de “Para la libertad” (“Para la libertad sangro, lucho, pervivo. / Para la libertad, mis ojos y mis manos, / como un árbol carnal, generoso y cautivo, / doy a los cirujanos”).
Miguel Hernández clava en el pubis de la noche un estoque: los peces del cielo se convierten en potros: “Nana de la cebolla”, “Umbrío por la pena”, “Menos tu vientre”, “Llegó con tres heridas” (“la de la vida / la del amor / la de la muerte”). Treinta y un años: lo sorprende la muerte. Nadie pudo cerrarle los ojos: Miguel quería seguir comiéndose la luz.
Si el disco Miguel Hernández destila desolación y nostalgia, en las armonías que concibe Serrat para Hijo de la luz y de la sombra se advierten coloridos cadenciosos múltiples: cuerdas que barroquean los acordes, guitarras en tenues conjeturas flamencas, percusiones gozosas. Miguel Hernández proscribiendo los crepúsculos con el pulso intacto: Serrat enseñándonos a rumiar la poesía: golpe a golpe, verso a verso. ~
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CARLOS OLIVARES BARÓ (Guantánamo, Cuba, 1950) es narrador, musicólogo y profesor universitario. Ha publicado La orfandad del esplendor y Las bestias puras de la soledad. Actualmente escribe sobre música y literatura para varias revistas y periódicos de México y España.
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