Después de que la invasión fue consumada, los conquistadores marcianos decidieron reorganizar el planeta Tierra y a los sobrevivientes de la cruenta guerra de conquista. Había mucho que hacer, crear estructuras sociales que les premitieran administrar tan vasto planeta y controlar posibles brotes de rebeldía, nombrar un administrador central, repartir los territorios, evangelizar para que los nativos terrícolas pudieran conocer bien los misterios de la religión marciana, reparar y crear infraestructura, enviar matera prima terrícola a Marte entre muchas otras tareas. Había mucho por hacer y no era fácil.
En un comienzo, muchos pueblos terrícolas se habían aliado a los marcianos pensando que ellos los ayudarían a parar las atrocidades que el Imperio de Occidente había cometido contra muchos pueblos y países del planeta Tierra; pronto se dieron cuenta de que la situación era más compleja. Los marcianos, después de la toma de la capital del Imperio de Occidente, crearon encomiendas en donde un encargado marciano tenía a su cargo, para trabajo y evangelización, a un número determinado de terrícolas. Crearon también repúblicas de terrícolas y dotaron a los nativos de nuevas estructuras sociales que les facilitaron la administración del planeta recién colonizado.
En el comienzo, los marcianos aprendieron las diferentes lenguas del planeta tierra: inglés, maya, hindi, chino mandarín y swahili, por citar algunos ejemplos. Los conquistadores las estudiaron y publicaron las primeras leyes en las distintas lenguas del planeta, la primera súper computadora que instalaron funcionaba en inglés y en chino mandarín, no en lengua marciana.
Con el paso del tiempo, el mestizaje entre marcianos y terrícolas se fue desarrollando, como era de esperarse, y muchos de los marcianos nacidos ya en el planeta Tierra mostraban descontento con los privilegios que tenían los marcianos nacidos en Marte, la gran capital del Imperio Intergaláctico, que cada vez tenía más problemas políticos. Aprovechando el contexto, decidieron comenzar la lucha por la independencia que, después de muchos avatares se logró consumar. Pero no, nada volvió a ser como antes de la época marciana. Los nuevos administradores decidieron que el planeta Tierra debía ser una república única, sí, única, a pesar de estar formada de múltiples pueblos muy distintos entre sí. Los vietnamitas, los estadounidenses y los mapuches liderearon un proceso de fuerte oposición a esta república única dirigida sobre todo por descendientes de marcianos.
Sin embargo, poco a poco, los brotes de rebeldía se fueron sofocando, muchas veces de manera violenta y a costa de muchas vidas. La creación de la República Terrícola Única se consumó y en el afán de hacerla verdaderamente única se crearon símbolos, una bandera, un escudo, un solo himno terrícola que cantaba las glorias de la guerra de independencia de Marte.
Como era de esperarse, esta República Única Terrícola, para ser verdaderamente única (o eso creían sus creadores) debía tener una sola lengua. A pesar del odio que manifestaban a Marte, en una contradicción histórica y absurda como todas, decidieron que la lengua única de la República Única Terrícola sería precisamente la de Marte, planeta del que acaban de independizarse y no alguna de las lenguas nativas. Todavía más absurdo: la República Única Terrícola combatió por muchos medios el uso de las distintas lenguas terrícolas y fue imponiendo el uso de la lengua marciana. Las lenguas terrícolas fueron calumniadas y desprestigiadas, la propaganda oficial sostenía que el inglés y el chino mandarín eran los culpables de que sus hablantes siguieran en la pobreza y tuvieran problemas de aprendizaje en las escuelas donde los niños angloparlantes eran obligados a tomar clases en una lengua que no hablaban: el marciano. Ningún documento oficial escrito en español, inglés, chino mandarín o mixe tenía validez. Los hablantes de francés, zapoteco y alemán tenían que enfrentar juicios en lengua marciana y muy pocas veces contaban con un intérprete durante el proceso, por lo que los hablantes de lenguas terrícolas sufrían de graves injusticias.
Durante la primera época de esta República Única murieron muchas lenguas terrícolas y la discriminación hacia sus hablantes fue en aumento.Ya casi nadie recordaba los textos fundamentales que se crearon en las lenguas terrícolas en la época premarciana, solo algunos estudiosos e historiadores estaban interesados en obras escritas en estas lenguas como La Ilíada (en griego), Los Vedas (en sánscrito), El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Cervantes (en español), las estelas escritas en lenguas mayas, el Hamlet de Shakespeare (en inglés) o los abundantes códices en mixteco por citar solo algunos ejemplos. La República Única hizo creer a la sociedad que las lenguas terrícolas jamás habían contado con tradición escrita.
Con el tiempo, la organización de los pueblos terrícolas se fue haciendo cada vez más fuerte. Cuestionaron no solo el daño que habían causado los marcianos (los villanos por excelencia en la historia oficial) sino el daño causado por la creación de la propia República Única Terrícola que seguía combatiendo a los pueblos del planeta y a sus lenguas.
Se crearon políticas para tratar de fortalecer y revitalizar las lenguas terrícolas, sobre todo aquellas que estaban en riesgo de desaparición. Comenzaron a tratar a las lenguas terrícolas como un conjunto de lenguas homogéneo a pesar de las evidentes y profundas diferencias. Mientras que existía un premio para toda la producción literaria en lengua marciana, se instituyó un solo premio para la producción literaria en lenguas terrícolas, el llamado “Premio Homero de Literatura en Lenguas Terrícolas” (aunque poco tuvo que ver la lengua de Homero con otras lenguas terrícolas como el japonés o el chinanteco). No solo sucedió con las lenguas, se organizaron festivales de música terrícola y se grabaron discos con ese título en los que de igual manera se podía escuchar una pieza de jazz de Nueva York que un son mixe o la música de una biwa japonesa. Por otra parte, los encuentros de medicina tradicional terrícola agrupaban a los más ortodoxos médicos alópatas con los médicos mazatecos y los más ortodoxos médicos homeópatas. Se borraron las antiguas rivalidades. Lo importante era que toda esta medicina, tan diversa e incluso opuesta, era distinta de la que practicaban los marcianos. La medicina marciana, por supuesto, no era etiquetada como medicina tradicional. Para mejorar la situación de los pueblos nativos terrícolas se creó incluso el Consejo Terrícola para el Desarrollo de los Pueblos Nativos.
En estos tiempos postmarcianos, sucesos como la domesticación del caballo, la invención de la pólvora, la llegada de los aztecas a Mesoamérica, la invención de la imprenta, la llegada de Cristóbal Colón a América eran solo algunos hechos entre varios que históricamente se englobaban en lo que se llamó la “Era premarciana”. La historia se partió en dos: antes y después de la invasión de Marte.