José G. Moreno de Alba,
Notas de gramática dialectal
(El Atlas lingüístico de México),
IIF-UNAM, México, 2013.
Ocupémonos un momento del último libro de José G. Moreno de Alba, presencia indeleble de Este País. La página legal de la obra advierte que su edición concluyó el 29 de abril de 2013 y que es una publicación del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Cabe recordar que el Atlas lingüístico de México (ALM) tuvo como objetivo presentar “la descripción más completa posible del estado de la lengua española de la década de los setenta, en todo el territorio mexicano y en todos los niveles socioculturales de los hablantes”, complejo proyecto que requirió del esfuerzo de un equipo de expertos lingüistas dirigidos por el eminente filólogo Juan Miguel Lope Blanch (1927-2002). El trabajo de campo comenzó en 1967 y concluyó en 1980, la elaboración de los mapas tomó una década, de modo que los seis volúmenes del Atlas aparecieron entre 1990 y 2001.
En 1994 Moreno de Alba se interesó por explicar los rasgos fonéticos identificados en esa ardua investigación con resúmenes y mapas sintéticos que facilitaran la observación de las principales zonas dialectales y publicó La pronunciación del español en México (El Colegio de México). Convencido de que no era posible establecer zonas dialectales de los rasgos morfosintácticos ni elaborar mapas gramaticales semejantes a los fonéticos incluidos en La pronunciación, Moreno de Alba consideró conveniente aprovechar los datos gramaticales de algunos mapas del Atlas para redactar unas Notas de gramática dialectal con el propósito de establecer y comentar “interesantes oposiciones, ya sea entre el español de México y el de otros países”. Aclara que es importante y necesario tener en cuenta que los datos analizados corresponden a muestras tomadas hace treinta años, y que la única forma para conocer los cambios que se han presentado sería hacer nuevas encuestas para poner al día la cartografía. Sin embargo, Moreno de Alba examinó la información disponible mediante la consulta de las poderosas herramientas que son el Corpus diacrónico del español (Corde) y el Corpus de referencia del español actual (CREA) de la Real Academia Española (RAE). Con la cautela que lo caracterizaba advierte que se trata de una actualización limitada y relativa.
Identificar las peculiaridades gramaticales del español que se usa en México en relación con el que se emplea en otros países es un camino para fortalecer nuestra cultura idiomática. Para tener una idea de tal utilidad y de los análisis y del nivel de los comentarios que contienen estas Notas, hemos elegido algunos párrafos del capítulo dedicado a la “Pluralización indebida de lo en el sintagma se lo: ‘Se lo compré (a ellos) / Se los compré (a ellos)’”.
En México no se presentan confusiones significativas en el uso de los pronombres átonos de tercera persona: la, lo, le. No hay laísmo ni loísmo (de objeto indirecto) pues no se dice escríbelo (a él) ni escríbela (a ella) sino escríbele (a él o a ella); y el leísmo es poco frecuente: quiérele por quiérelo o quiérela.
Se conserva así de manera precisa el valor funcional de cada forma pronominal: lo, para objeto directo masculino; la, como objeto directo femenino; le, para objeto indirecto de ambos géneros y, en ocasiones, para objeto directo masculino de personas (‘no le conozco’).
La pluralización del pronombre clítico lo o la (ligado al verbo antes o después) de tercera persona, objeto directo singular, cuando sigue al pronombre invariable se con función de objeto indirecto plural es considerada indebida. Esta incorrección gramatical es propia del español de México pues así suelen emplearla los hablantes de todos los niveles sociales sin importar su preparación cultural: “Se los dije” por “Se lo dije”. Como lo señala Moreno de Alba es un viejo tema al que regresa con el fin de reconocer que se trata de una forma asentada plenamente en nuestro país desde el siglo XIX.
Es probable, por tanto, que el hablante no identifique ese se con el objeto indirecto a ellos y por ello quiere señalar el plural en algún otro lugar donde morfológicamente sea posible, como es el caso del pronombre personal lo, los, la, las: se *los dije por se lo dije o se *las di por se la di. Se pluraliza indebidamente el pronombre acusativo cuando el pronombre complemento indirecto se, invariable, vale por el plural les. Parece ser que el hablante, por una parte, ante la necesidad de señalar que el complemento indirecto es plural y, por otra, ante la imposibilidad de pluralizar el se, traslada ese rasgo de pluralidad al pronombre complemento directo, que morfológicamente sí lo acepta, diciendo los en lugar de lo, a pesar de que este tiene referente singular. La función del se de se los dije, si es que existe, resulta inanalizable.
Este uso indebido no se produce en España y, en el crea, los casos registrados de se los dije corresponden, la mayoría, a México y luego a Chile, Venezuela, Costa Rica, Cuba y Nicaragua. Así sucede con otros verbos que pueden construirse con objeto indirecto, con rasgo humano: se los comunicó; se los preguntaba.
Moreno de Alba presenta ejemplos diversos que confirman la pluralización del pronombre en textos periodísticos y literarios y documenta su aparición en las primeras décadas del siglo XIX, en La Quijotita y su prima, novela publicada por José Joaquín Fernández de Lizardi en 1818:
–Si tuviera usted un hijo pequeñito, ¿se pondría de propósito a espantarlo sabiendo que le había de resultar de esto un gran mal?
–Seguramente no.
–Menos permitiría usted que los criados de su casa lo espantaran.
–Ya se ve que no, ¿cómo se los habría de permitir?
Explica Moreno que el antecedente de los, que debería ser lo, es que los criados de su casa lo espantaran. Otro pasaje de la misma obra: “Y que siendo bastantes nuestras persuasiones para que fueran a acostarse, no se conseguía hasta que el coronel se los mandaba, y entonces apenas salían a la pieza inmediata, y se recostaban a dormitar en un colchón que tenían allí”. El referente del pronombre los, indebidamente pluralizado, es que fueran a acostarse.
Los trabajos de Concepción Company permiten establecer que la pluralización apareció a mediados del siglo XVIII, “dado que la lengua escrita es, por lo regular, más conservadora que la lengua hablada, y dado que el cambio aparece ya en la lengua escrita desde los inicios del siglo XIX, se puede suponer que la innovación se lo > se los debió comenzar, cuando menos, en la segunda mitad del siglo XVIII”.
Además de otras reflexiones sobre posibles interpretaciones del fenómeno a que dan lugar los mapas del Atlas y otros estudios sobre la norma culta y el habla popular de la Ciudad de México publicados en los años setenta, Moreno de Alba asegura, entre sus conclusiones, que “la construcción se los dije [a ellos] por se lo dije [a ellos] es, en el español mexicano, de empleo general”. ~
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MIGUEL ÁNGEL CASTRO estudió Lengua y Literaturas Hispánicas. Ha sido profesor de literatura en diversas instituciones y es profesor de español en el CEPE. Fue director de la Fundéu México y coordinador del servicio de consultas de Español Inmediato en la Academia Mexicana de la Lengua. Especialista en cultura escrita del siglo XIX, es parte del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM y ha publicado libros como Tipos y caracteres: La prensa mexicana de 1822 a 1855 y La Biblioteca Nacional de México: Testimonios y documentos para su historia. Castro investiga y rescata la obra de Ángel de Campo, recientemente sacó a la luz el libro Pueblo y canto: La ciudad de Ángel de Campo, Micrós y Tick-Tack.