Sunday, 22 December 2024
Artículos relacionados
Pelota de trapo
Este País | Fernando Cortés | 01.07.2014 | 0 Comentarios

©iStockphoto.com/kanate

La experiencia de jugar al futbol soccer (para diferenciarlo del americano) solía iniciarse muy temprano en la infancia, alrededor de los seis años de edad, con las cascaritas (que en Chile se llamaban “pichangas”) que se jugaban en la calle, en sitios eriazos planos apropiados para la práctica de este deporte o en parques y, en el mejor de los casos, si uno vivía cerca, en una cancha de futbol abierta al uso del público (un terreno relativamente plano, con piso de tierra, pero con porterías). Sin embargo, lo habitual era juntarse en una calle escasamente transitada; la acción se interrumpía cuando aparecía un vehículo. Además, había que estar atentos a la policía, pues estaba prohibida la práctica de este deporte en la calle.

En mis años mozos las cascaritas se jugaban con pelotas fabricadas por nosotros mismos. Juntábamos trapos y los metíamos a presión en una media de nailon, o usábamos un ovillo de estambre (en chileno: ovillo de lana); estas eran las mejores pelotas pues hasta botaban. Cada vez que desaparecía una media o un ovillo de estambre en nuestras casas, nosotros éramos los principales sospechosos. Al practicarse el futbol en la calle, era importante que la pelota no botara demasiado y que al patearla no saliera muy lejos, habida cuenta de que en esa época los vidrios de las casas eran realmente quebradizos. Por estas razones, los balones de futbol y las pelotas de hule no eran apropiadas; sin embargo, sí se empleaban cuando se jugaba en los parques o en espacios abiertos. En la calle las porterías se marcaban con piedras o botes; en situación de extrema escasez, solía usarse alguna de nuestras prendas de vestir, lo que provocaba el espanto de nuestros padres cuando se daban cuenta, amén de que jugábamos con nuestros zapatos de uso cotidiano.

A la hora y en el lugar convenidos, acudíamos a la cita los que nos habíamos comprometido. Una vez que estábamos en el sitio del encuentro, se procedía a formar los equipos. Para ello se nombraba a los que a juicio de todos los presentes eran los dos mejores jugadores, que serían los capitanes de los dos equipos. En seguida cada capitán seleccionaba alternativamente a los jugadores de sus correspondientes cuadros; empezaba la selección quien había ganado el volado. Normalmente la selección era de los mejores a los peores jugadores, a juicio de los capitanes, de modo que las escuadras quedaban relativamente parejas en cuanto a la calidad futbolística de sus integrantes. Cuando el total de jugadores era impar, se jugaba con un número disparejo que favorecía al equipo del capitán que había seleccionado en segundo lugar; de esta manera se buscaba distribuir equitativamente las capacidades futbolísticas entre uno y otro equipo. El juego se pactaba a un número determinado de goles y, a veces, por lo demás con bastante frecuencia, sin importar el marcador, se acordaba aplicar la regla del que mete el último gol gana, tomando en consideración que ya era muy tarde y que había que irse a casa.2

Durante el juego mismo no eran pocas las discusiones acerca de si un disparo a portería había sido gol o no. Recuérdese la precariedad de la portería y la inexistencia de un travesaño. Por otra parte, se respetaban reglas de juego parecidas a las que se usan en los partidos oficiales, pero no había un árbitro. Por ejemplo, no tenía sentido el fuera de lugar, ni tampoco el balón fuera de los límites laterales de la cancha, pero sí la infracción. Para que fuese tal, debían concurrir el reclamo del agredido y el refrendo del agresor. En caso de que no hubiera concurrencia, se tomaba una decisión en conjunto. No recuerdo ninguna ocasión en la que no se hubiera resuelto de buena manera una discrepancia respecto a una infracción.

La práctica del futbol a esas edades es un importante apoyo a los procesos iniciales de socialización del niño. Llegar al lugar en que se jugará la cascarita a la hora convenida implica los valores de cumplir un compromiso y ser puntual. En la forma de selección de los jugadores hay un reconocimiento explícito de que no todos somos iguales: algunos poseen más habilidad que otros para el juego. A pesar de ello, la forma de selección implicaba que se buscaba satisfacer el valor de la equidad: la distribución de las habilidades tendía a igualar a ambos equipos. El criterio de equidad imperaba para integrar al juego a algún jugador que llegara tarde: se agregaba al equipo que iba perdiendo, pero si el número de participantes era impar, se incluía en el equipo que tenía menos jugadores. La incorporación de los rezagados y la formación de equipos no balanceados de jugadores es una muestra clara de cómo opera el valor de inclusión o el equivalente de “a nadie se excluye”. Una vez que empieza el juego se aplica una serie de reglas pactadas de antemano que no se ponen a discusión, lo cual ayuda a comprender el valor que tiene el respeto a las reglas. Es claro que si en una cascarita no hay reglas, no se podría jugar futbol y probablemente el tiempo se agotaría en discutir.

Hay dos instancias que privilegian al grupo por sobre los individuos. Una es que el juego no lo gana o lo pierde un jugador sino el equipo: no es un gané (o perdí) sino un ganamos (o perdimos). El funcionamiento del equipo debe ser solidario y sus miembros deben cooperar para vencer al rival; si es necesario, los delanteros deben “bajar” a defender y, si hay oportunidad, los defensas deben convertirse en delanteros; si alguien tiene opción de gol pero hay una alternativa con mayor probabilidad de lograrlo, hay que preferir esta última, pero si se pierde la oportunidad de convertir, suele haber un reclamo de los compañeros (sanción social); cuando son reiteradas, las faltas de este tipo llevan a calificar al jugador como personalista y su habilidad para jugar al futbol queda en entredicho. Por otra parte, la forma de dirimir las infracciones implica, por un lado, convocar la regla (el agredido) y reconocer esta que no fue respetada (el agresor); cuando no ocurre así y persiste la duda, la decisión queda en manos de todo el grupo que participa, lo que quiere decir que se reconoce una instancia válida de solución de diferencias (un juez, un tribunal, una corte).

Es probable que todos los deportes que se juegan en equipo ayuden de la misma forma en las primeras etapas de socialización de los niños. Sin embargo, creo que pocos se pueden practicar con tan poco. En todo caso, lo que sí es claro es que las cascaritas sirven para reforzar o inculcar valores necesarios para la vida en sociedad: compromiso, puntualidad, equidad, sentido de inclusión (o aversión a la exclusión), respeto a las reglas —que es antecedente del respeto a las leyes—, solidaridad, reconocimiento de la falta cometida, cooperación y la importancia del equipo sobre el individuo, sin menoscabo del respeto a la persona. Habría que agregar que cuando la mezcla social es relativamente heterogénea también se aprende a respetar al diferente: no necesariamente el niño con mayor estatus socioeconómico es el mejor jugador.

__________

FERNANDO CORTÉS es profesor emérito de Flacso y académico del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM.

Dejar un comentario



Teatro rápido y futbol de cámara
En alguna ocasión, el director escénico Rodrigo Johnson propuso una comparación entre los géneros dramáticos y los espectáculos deportivos, según la cual el futbol correspondería a la lógica competitiva del melodrama, mientras que la tragedia —con sus vértigos, catarsis y desmesuras— solo podría encontrar parangón en una corrida de toros.1 Para entender la manera en […]
El analfabetismo digital
A finales de noviembre de 2012 el sitio web del periódico chino People’s Daily desplegaba la noticia de que el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, había sido considerado por un sitio web estadounidense como el hombre más sexy del mundo. El reporte, que iba acompañado de una galería de más de cincuenta fotos […]
Manual para zurdos septiembre
La risa de Robben Cuando se lo propone —cosa que ocurre frecuentemente—, el futbolista holandés Arjen Robben redobla la zancada y con esa aceleración supera todo obstáculo, esquiva a dos o tres oponentes y libra sus patadas saltando con destreza de cabrito para continuar su camino hacia el gol. En otras ocasiones, solo porque le […]
Puto en fuera de lugar
Hay remedios que dañan más que las enfermedades. Así lo consideró el caricaturista Paco Calderón en su cartón dominical Jugador N° 12 (Reforma, 22 de junio de 2014), que aborda el asunto de la llamada de atención que hizo la FIFA a los directivos mexicanos del futbol, porque nuestros compatriotas gritaban a todo pulmón la palabra […]
Violencia en el noviazgo
  Amores que matan La alta incidencia de la violencia en el noviazgo es un foco rojo para la sociedad en su conjunto; forma uno de los gérmenes más palpables de la violencia intrafamiliar y la descomposición social, y evidencia la incapacidad de una sociedad para legar a sus jóvenes generaciones elementos que les permitan […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (154.278)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (66.465)
...

Con toda la barba (49.154)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.855)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (26.988)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez