Pastor dedicó sus mayores esfuerzos a tender puentes entre México y Estados Unidos. A unas semanas de su fallecimiento, el autor de esta nota lo recuerda con palabras entrañables.
Conocí a Bob en 1988, unas semanas antes de la elección presidencial de julio de ese año. Fue en la casa de Martha y Adolfo Aguilar Zínser, en medio de la vorágine ciudadana que el desprendimiento de la corriente democratizadora de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo estaba provocando. Bob era un apasionado de las encuestas de opinión pública y con ellas iniciamos y culminamos nuestra amistad. Su entusiasmo y experiencias demoscópicas fueron muy valiosos en nuestro deseo de fundar Este País como una revista especializada en encuestas.
A Pastor le había tocado vivir muy de cerca con el presidente Carter, como asesor para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional, el desencuentro de los presidentes de Estados Unidos y México en diciembre de 1977 con motivo del gasoducto Cactus-Reynosa. La experiencia le enseñó la importancia de las relaciones personales y los puentes culturales en el trato con los latinoamericanos, lo que de alguna forma lo llevaría a escribir con Jorge Castañeda el libro Límites de la amistad, publicado en 1989.
La coincidencia de Pastor con Salinas en Harvard le dio un acceso privilegiado a Los Pinos de 1988 a 1994, los años más intensos de la lucha democratizadora de México, a la cual hizo una contribución muy importante. En ese marco iniciamos, a ocurrencia de Adolfo Aguilar, las observaciones electorales como complemento de las encuestas. Nos acompañó a Michoacán en 1989 y nos invitó a varios mexicanos (Sergio Aguayo, René Creel, Julio Faesler, Amalia García, Rogelio Gómez-Hermosillo, Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, Ricardo Pascoe, Federico Reyes Heroles y Cecilia Romero) a observar la elección presidencial americana de 1992 con el Centro Carter en Atlanta, que presidió por 20 años. En esa ocasión nos percatamos los entonces presidente, director y subdirector de la revista Este País de que no era la autoridad electoral quien anunciaba la tendencia de la votación en la misma noche de la elección, sino las encuestas de salida. De ahí nos surgió la idea de invitar a Mitofsky para realizar la primera encuesta presidencial de salida en México para Este País en 1994. Salinas nos dijo que no iba a permitirlo.
Pastor fue un entusiasta promotor del TLCAN, al igual que Federico, mientras que sus amigos entrañables Jorge y Adolfo fueron opositores igualmente entusiastas. Pero las posiciones antagónicas en nada empañaban la buena relación, las discusiones y la comunicación que entre todos manteníamos. Ejercíamos una fértil pluralidad a plenitud. Mi postura personal fue girando de la oposición a la aceptación del TLCAN conforme avanzaba el análisis de los datos de la Encuesta Mundial de Valores publicados en Convergencia en Norteamérica en 1994.
En los últimos 20 años, Pastor no dejó de impulsar la idea de una Norteamérica más fuerte en el contexto mundial, donde México ocupara una posición privilegiada como socio de producción y ya no solo de comercio. Ese compromiso lo llevó a fundar el Centro de Estudios Norteamericanos en la American University, que dirigió casi 10 años; a rebatir las posturas críticas a México de políticos y comunicadores americanos, y a publicar el último de sus 17 libros La idea de Norteamérica.
Ocho semanas antes de su muerte, anunciada por un cáncer y demorada durante casi cuatro años por su lucha entusiasta, optimista y vigorosa, organizó su última conferencia, “La promesa de Norteamérica”, por la que abandoné mi retiro voluntario como encuestador para hacer con él ese último ejercicio de medición trinacional que presentamos en la conferencia.
Pastor fue un amigo y defensor de México que entendió la importancia y utilidad de construir esos indispensables puentes culturales. Y esa pasión democrática que abrevó en México la extendió con respeto a China, Cuba, Palestina, Panamá, Siria, Haití, Nigeria, Nicaragua y Guyana, entre las 81 misiones que impulsó. El Gobierno mexicano le concedió merecidamente la orden del Águila Azteca en reconocimiento a los servicios prominentes que prestó a México. No alcanzó a recibirla por su muerte inoportuna.
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MIGUEL BASÁÑEZ es director de Investigación y Docencia de la Fletcher School en la Universidad de Tufts. Fue presidente fundador de la revista Este País.