Recientemente el senador del PAN, José María Martínez Martínez, anunció que el propósito de la Comisión de la Familia y el “Desarrollo Humano” en el Senado de la República era invalidar los derechos de las familias homoparentales y los ganados con respecto a la interrupción del embarazo, “argumentando” que se trata de una moda.
Por el amor de dios evitemos que se pongan de moda los derechos humanos
Martínez Martínez declaró el pasado 12 de junio acerca del papel de la Comisión que preside, con respecto a las familias homoparentales, reconocidas por la constitución (reconocimiento avalado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación) y la interrupción del embarazo que:
“Tenemos que cerrar la puerta ya a algunas entidades o algunos políticos que están pensando más en modas o en tendencias o incluso que nos han llevado a pensar en la muerte”.
Añadió, “Tenemos que trabajar en políticas que fortalezcan a la familia, la mujer y también a nuestros jóvenes. No queremos el aborto. Queremos trabajar en función exactamente de la vida.”
Con respecto a las familias homoparentales, “La Corte ha metido de más su criterio…, en términos de la familia y hoy algunos estados, en concreto el Distrito Federal, ha ido más allá; ha ido incluso a través de modas, tendencias, a readoptar este modelo de familia, sin que ellos nos signifiquen a la mayoría de los mexicanos” .
La palabra argumento proviene del latín argumentum, formado del verbo arguere (dejar en claro) y el sufijo mentum (instrumento). Claro está que Martínez no aclara nada, sino que usa expresiones vacías en un tono de “indignación” para pretender legitimar su cruzada en contra de los derechos humanos.
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, Conapred, le contestó entre otras cosas, “El senador Martínez, presidente de dicha Comisión, se manifestó en contra de familias homoparentales, así como en contra de la interrupción del embarazo, justificando sus posturas en lo que a su parecer es una visión “que nos significa a todos los mexicanos”. Así, pretendió hablar en nombre no sólo de las y los senadores que lo acompañan en esta Comisión, sino de todos los mexicanos al defender una posición única de lo que debe ser una familia, la integrada por mujer y hombre.
Más aún, el senador se manifestó en contra de los matrimonios homoparentales refiriéndose a éstos como una “moda” y considerando la protección de éstos como una “intrusión” de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El senador también se manifestó en contra de la interrupción del embarazo señalando que dicha Comisión trabajará a favor de «de la vida», desconociendo que la penalización del aborto cobra la vida de miles de mujeres en nuestro país.
Como servidor público y presidente de una comisión legislativa, sus opiniones son graves y muy preocupantes en una sociedad democrática que busca la pluralidad y en donde hace sólo tres años se reformó la Constitución para incorporar los derechos humanos de todas las personas, reconociendo la importancia de los principios de progresividad y pro persona.
Esta Asamblea Consultiva reconoce la importancia de trabajar en políticas que fortalezcan a la familia y a todos y cada uno de sus integrantes. Sin duda, las familias tienen un valor esencial en nuestra sociedad que merece ser reconocido y protegido. La Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce dicha importancia en su artículo 16, que dice: “La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”. Así, coincidimos en que es imperativo crear políticas que protejan a las familias, a las mujeres, a las niñas, niños y personas jóvenes en un marco de respeto por los derechos humanos, sin olvidar los distintos tipos de familias y la relevancia de la autonomía reproductiva de las mujeres, conforme al artículo 4º de la Constitución. Lamentablemente, las intenciones del senador Martínez al frente de la nueva Comisión se alejan diametralmente de este objetivo al pretender imponer una visión única y religiosa de la familia.
El discurso demuestra que la nueva Comisión será presidida por un senador que desconoce abiertamente los compromisos que México ha contraído para respetar, garantizar y proteger los derechos humanos con el fin de promover una agenda antidiscriminatoria. Además, el discurso fue dicho frente a Jorge Luis Preciado Rodríguez, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, quien también defendió esta visión única de familia heterosexual. Así, abiertamente se estarán gastando recursos públicos para discriminar, impulsar una postura religiosa particular y pretender pasar por “moda” aquello que es obligación del Estado. Esto, en nuestra democracia, resulta inaceptable”.
Para complementar la respuesta institucional conviene analizar de dónde provienen algunas de las perspectivas que llevan a la ultraderecha a considerar los derechos humanos y la diversidad como “amenazas sociales”. Juzgue usted mismo/a y razone sus futuros votos.
Laicidad y pluralidad
La laicidad conlleva intrincados dos principios. Uno el derecho a la libertad de conciencia como contrario a la sumisión o imposición de razones de índole “divino” o “trascendental”, con respecto a las decisiones de las personas en materia de sus proyectos de vida, convicciones políticas o a la convivencia social. El otro la separación de la iglesia y el estado. El principio de laicidad está ligado a los de pluralidad y civilidad. A este respecto Pedro Salazar comenta en su ensayo La laicidad: antídoto contra la discriminación “La laicidad también es, entonces, una defensa de la pluralidad ante los proyectos que pretenden imponer concepciones únicas y totales”. La civilidad se entiende como el deber de los ciudadanos para con los principios, valores y actitudes que permiten la convivencia pacífica, el respeto a los derechos ajenos, la igualdad y la inclusión.
Dogmas y manipulación
Un dogma indica una creencia, doctrina o proposición sobre cuya verdad no se admiten dudas. Cuando las personas se educan de manera formal o informal a través de dogmas, como sucede con la educación no laica, se produce un grave rezago educativo que proviene de la falta de herramientas de la persona para pensar, analizar, indagar, cuestionar, contrastar, discutir, verificar, las cosas por si misma, pues en ese contexto éstas tienen poco sentido o relevancia. Por el contrario, en ese contexto lo que gana fuerza es la manera de imponer el dogma eludiendo la resistencia de las personas ante la imposición del “porque así es o porque yo lo digo”, es decir la simulación y la manipulación.
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