Por primera vez se celebró el Día Nacional contra la Homofobia como parte de una campaña internacional a la que se suma México. Se trata de un pasito hacia la civilidad. La homofobia es producto de valores culturales que hacen referencia a supuestas “realidades biológicas” para enmascarar y solapar su destructividad.
Fin de una enfermedad
El 17 de mayo 1990 la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad de la listas de enfermedades mentales. Esa fecha se transformó en una celebración mundial para combatir la homofobia. Este es el primer año en que se lleva a cabo en México y significa un pasito en un largo camino por recorrer para cristalizar la igualdad de derechos en hechos.
Los hechos en este país
La gran mayoría de las personas (LGTTTBI) Lesbianas, Gays, Transexuales, Transgénero, Travestis, Bisexuales e Intersexuales son ampliamente discriminadas en México, a pesar de que la Constitución prohíbe en su Artículo 1º: “toda discriminación motivada por preferencias sexuales o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”. La mitad de las personas pertenecientes a estos grupos poblacionales declaran que el principal problema al que se enfrentan es la discriminación, sumada a la falta de aceptación, las críticas y burlas, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (CONAPRED, 2010).
Pero esto no se detiene aquí pues la homofobia alcanza grados sociópatas, como en los casos de los crímenes por odio. La Comisión Ciudadana Contra Crímenes de Odio por Homofobia reportó el año pasado que entre 1995 y 2013 fueron asesinadas 887 personas LGBTTTI por esta razón. Estas cifras son producto de un monitoreo que hace la Comisión en los medios impresos de todo el país, por lo que es fácil darse cuenta que se trata de un número subvaluado.
Autoritarismo, valores y violencia.
¿Por qué es tan extendido el rechazo a las personas LGBTTTI?
Los estudios de género han alumbrado la manera en la que la civilización programa y reproduce valores de tipo heteronormativo y binario con respecto a la sexualidad de las personas. Es decir, quienes no cumplen con la regla de “comportamientos heterosexuales” y/o, no pueden ser clasificados/as en la matriz reduccionista hombre– mujer, son percibidos como seres contranatura sin posibilidad de ser reconocidos como personas y/o ciudadanos plenos/as.
Esta trama de violencia continua a través de los valores de las y los mexicanos promedio, que están mayormente ligados a percepciones autoritarias de la realidad expresadas en un binarismo jerarquizado. Dicha percepción se podría resumir en un entendimiento de las personas acerca de quienes son y cual es su accionar en el mundo reducido a dos roles básicos: mandar y obedecer. Esta matriz se expresa en un sinnúmero de formulas que le indican a los individuos quien “debe” sobrevivir a costa de quien, por ejemplo: hombre– mujer, jefe/a– subordinado/a, blanco– negro, adultos– niños, citadino– campesino, civilizado- salvaje, rico– pobre, heterosexuales– LGBTTTI, etcétera ad infinitum.
Este ciclo de producción cultural de violencia se completa con un machismo que sigue predominando en nuestro país, en el cual un hombre debe probar constantemente su hombría sometiendo a su voluntad (violentando) a quienes lo rodean como parte de un orden “natural”. Preferentemente, mujeres, niños/as, personas LGBTTTI y otros hombres que no se adhieren a este estereotipo (el resto de la población).
Jueces y ejecutores en nombre de la naturaleza
Las mentalidades contemporáneas están permeadas de muchas ideas de origen medieval o que se difundieron por la basta influencia de la cultura judeo-cristiana vinculada a las élites políticas y militares durante los diez siglos que duró ese periodo en Europa, y su posterior diseminación por el mundo a través de la expansión colonialista europea. Una de las ideas que ha tenido mayor penetración en la cultura es la de la naturaleza como algo dado, fatal y mecánico, expresión de una voluntad y un orden divinos. El argumento más común para frenar el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTTTI, cuando vienen de sectores ligados al pensamiento religioso es: “Dios hizo al hombre y a la mujer”. Éste se puede secularizar tal cual aludiendo a la naturaleza en lugar de Dios, o calificando a quienes se pretende discriminar de degenerados, depravados, desviados, maricones, machorras…Y otros adjetivos que tienen una raíz común “contranatura”.
Tal acusación no se sostiene en hechos y sólo existe en la mentalidad de quienes lo piensan así. Para muestra tenemos las investigaciones de biólogos y zoólogos que han reportado y documentado cópulas, estimulaciones genitales y juegos de apareamiento entre individuos del mismo sexo o con ambos sexos en 1500 especies animales. El biólogo canadiense Bruce Bagemihl publicó en 1990 un libro ya clásico al respecto, Exuberancia biológica: homosexualidad animal y diversidad natural.
Combatir la homofobia y construir una sociedad democrática e incluyente significa transformar los valores de la sociedad basados en creencias y prejuicios para difundir otros basados en hechos, evidencias y en el marco de los derechos humanos. Va pues una felicitación a este país por este pasito.
¿Qué harías tú para combatir la homofobia?
Más información sobre el autor en www.sexologohumanista.com
Que haría yo para combatir la homofobia.
Yo hablo a mi hijo sobre la diversidad sexual , el respeto y derecho a elegir y ejercer nuestra sexualidad de manera responsable.
Tu información es valiosa , gracias.
Excelente articulo