Enrique “Quique” Rangel
¿Cuál es su lugar favorito de la ciudad?
Mi casa en la Condesa, porque es mi espacio, porque aquí tengo los discos y la música que he decidido que me acompañen; los libros con los que he convivido y con los que quiero convivir. Pero además tengo la suerte de vivir en una zona donde puedo salir y resolver los problemas cotidianos, como hacer pagos o ir al banco, sin necesidad de subirme a un coche. Y en caso de que tenga que desplazarme, todo está a distancia de un paseo en bicicleta, que es el medio de transporte que más utilizo y el que disfruto.
Foto tomada de Flickr/CC/JuanBarrios
¿Cuál es su lugar aborrecido?
Una vez que me subo a mi coche, detrás del volante, cualquier lugar donde pueda estar se convierte en el lugar más hostil.
Gracias a mi trabajo he tenido la oportunidad de ir a muchas ciudades y no he tenido necesidad —quizá sólo en Los Ángeles— de manejar. Pero creo que si tuviera que manejar en Bogotá o Buenos Aires, no sería nada comparado con ponerse atrás de un volante en la Ciudad de México. Hay una cuestión de territorialidad, de hacer el espacio propio, que se manifiesta al estar en un auto. Por alguna razón el coche se convierte en un espacio vital, en un arma, una defensa de ese otro que te va a ganar el espacio hacia donde tú tienes que avanzar.
¿Qué ve cuando piensa en la palabra ciudad?
Mapas, líneas rectas y ángulos rectos.
¿A qué huele su ciudad?
A polvo y a esmog, aunque a veces huele a vegetación mojada.
¿Cuál es el sonido de su ciudad?
Es un rumor constante, un ruido constante; una discusión.
¿Por qué parte de la ciudad camina?
Cerca de mi casa, pero siempre he preferido la bicicleta —aunque es más difícil ser ciclista que peatón. Ésta es una ciudad donde mandan los autos y los peatones se refugian y se defienden de ellos, pero existe la convención social de que la banqueta es para los peatones y la calle para los autos. ¿Y la bicicleta?
¿Qué cosas le cambiaría a la ciudad en que vive?
Eso, que hubiera un espacio para la bicicleta. Además, daría prioridad al transporte colectivo antes que al individual. Habría que reorganizarlo, rediseñarlo, reinventarlo; volver a hacerlo desde cero.
¿Qué multiplicaría?
Los centros de convivencia de cada comunidad, de cada barrio. Pero evitaría que fueran centros comerciales con la concepción de mall. Más bien bibliotecas o parques. Multiplicaría el concepto del paseo, de salir de tu casa y estar en el centro de tu comunidad conviviendo con tus vecinos. Hay que pensar que la vida no sólo existe en tus cuatro paredes y que tu casa no es la defensa de tus vecinos, sino la posibilidad de acceder a un espacio compartido con ellos. Pienso en las terrazas de las casas de Minatitlán, donde viví en mi infancia; ahí la gente salía a ver qué pasaba con sus vecinos, a estar en sus terrazas y la calle. Eso también lo vi en Monterrey, cuando iba a visitar a la familia de mi papá; se sentían esas ganas de estar afuera al terminar el trabajo y el día, no había necesidad de protegerte.
¿A qué le teme de su ciudad?
Hace cuatro años aprendí a temerle a las inundaciones. Se inundó mi casa, el agua subió unos veinte centímetros. Al final, estamos viviendo sobre un lago.
¿En qué ciudad le gustaría vivir?
No me imagino viviendo en otra ciudad que no sea ésta, pero podría vivir en Buenos Aires o en Tokio. Ésta es una ciudad habitable, el perfecto equilibrio entre la urbe y el pueblo, entre los espacios privados y los públicos.
Su ciudad en tres palabras.
Gris, caótica y entrañable.
Su ciudad en tres colores.
Verde, gris y negro.
Su ciudad en tres lugares.
El patio de mi casa, el Periférico y la Condesa.
Su ciudad en tres creaciones.
Las Torres de Satélite, “Chilanga banda” de Jaime López y Ciudad Universitaria.
Su ciudad en tres personajes.
Sólo puedo mencionar dos, son dos visiones que me ayudaron a aprender a disfrutarla: Melquiades Herrera, artista conceptual —si cabe la definición— y teórico del arte alimentado de la cultura popular en general, y de la urbana y chilanga en particular. El otro es Jorge Ibargüengoitia, en su versión de cronista y articulista del antiguo Excélsior. A casi cuarenta años, algunos de sus escritos sobre problemas precisos siguen formando parte de mi vida en la ciudad.
Su ciudad en un recuerdo.
Mi primer encuentro con esta ciudad fue a mis cinco años. Venía con mi familia —de paso de Minatitlán a Michoacán— a ver a la familia de mi mamá y pasamos un día aquí, en un hotel en República del Salvador. Recuerdo caminar por esa calle y llegar al Zócalo, que siempre impone, todo iluminado —como película de los años 70— con esas enormes campanas y nochebuenas. Después fuimos a tomarnos fotos con el Santa Claus de la Alameda.
Si su ciudad fuera un animal, ¿cuál sería?
Darle rasgos físicos a la ciudad me cuesta trabajo porque es un monstruo con más órganos de los que creo que tiene un ser vivo. No es una ciudad antropomorfa, no es ni un mamífero y tampoco tiene cuatro extremidades y una cabeza. No puedo darle esa forma, tendría que ser una Medusa o una bacteria enorme, un microorganismo vivo que puede también ser una babosa. Y nosotros somos como parásitos de esa bestia, somos y la hemos creado.
[…] Para leer la entrevista a Enrique Rangel da click aquí. […]
Gracias Quique!!
De lejos, pude sentir mi Ciudad/su mùsica, su gente, su comida, su aroma, sus rincones…
Caòtica y entrañable, sin duda.
Un abrazo a toda la «chilanga banda»!!
😀
Interesantes respuestas, mezcla de admiración, afianzamiento al DF y, al mismo tiempo, algo de miedo, quizás…
Serían más amigables las ciudades si se pudieran comportar como pequeñas comunidades, dónde pudieras ir a tu trabajo, a casa, a comprar y a caminar con la familia en el mismo entorno. Las ciudades que se extienden entre concreto, puentes y autos son hostiles para las personas y todo mundo vive a la defensiva pasando horas tras el volante y viajando grandes distancias.
ha llegado el tiempo darle lugar a los espacios sin cemento 😉
[…] This post was mentioned on Twitter by Andrés Lajous, María María. María María said: RT @andreslajous: Quique @cafetacvba: Ésta es una cd. donde mandan los autos y peatones se refugian y defienden de ellos http://j.mp/hNiyTI […]