Friday, 26 April 2024
Artículos relacionados
Democratización chamánica
Cultura | Identidades Subterráneas | Bruno Bartra | 05.10.2009 | 0 Comentarios

21_cultura_identidades_sub

Desde hace unos cinco años, la rivalidad y el desdén al interior de las comunidades de disc jockeys ha crecido: como actualmente casi cualquier persona carga en su bolsa al menos trescientas canciones, dentro de un iPod o reproductor similar de mp3, el porcentaje de djs “amateurs”, “novatos” o “en potencia” ha aumentado considerablemente: la mayoría de estas personas están fascinadas por presentar una selección de su música en cualquier fiesta, bar o reunión en la que puedan o les permitan conectar su aparato a un sistema de sonido.

Las voces puristas no se han hecho esperar y por ello, en parte, se ha comenzado a utilizar el término “selector”, sobre todo para aquellos DJs de iPod que ponen una canción tras otra, muchas veces sin siquiera utilizar una mezcladora de audio. De esta forma, se intenta excluirlos del territorio de los djs, donde solamente quieren habitar quienes se dedican a hacer remixes y scratches o simplemente mezclan las pistas musicales de una forma  —o con un equipo— más profesional.

Lo curioso es que estos DJs del iPod son una suerte de regreso a los orígenes, sólo que en cantidades industriales; y la democratización de un oficio sólo eleva el nivel de quienes se dedican a ello, así como de quienes los critican. Al final de cuentas, aquellos que gusten serán buscados, y los que no acaben de convencer a mucha gente podrán recetar sus selecciones musicales a sus amigos, siempre y cuando éstos se dejen.

Si nos remitimos a la historia y al origen del término DJ, veremos que realmente estos “pincha-iPods” pueden ser llamados DJs con toda justicia. Sucede que, con los años, se ha diversificado dicho oficio; el iPod pertenece a una vertiente en la cual, gracias a la tecnología, ahora hay masas de amateurs y aprendices. Muchos más que profesionales.

Fue hacia 1940 cuando se utilizó por primera vez el término disc jockey, y estaba muy lejos de la lectura poética que se le podría dar, “jinete de la música”, una suerte de chamán que “cabalgara” metafísicamente por géneros musicales y sentimientos de una audiencia propiciando una atmósfera de vibra colectiva sublime.

Pero la profundidad y poesía no tenían nada que ver con esta lectura que podría dar un frenético bailador saliendo de la fiesta donde tocó su DJ favorito: se le decía “jockey” porque manejaba o conducía el volumen de la música. Sólo por eso.

El término se refería a los locutores de radio que presentaban una selección musical al aire, o a estos mismos cuando salían de la cabina para a seleccionar la música en “tardeadas” o “bailes”.

En 1943, en Leeds, Inglaterra, un excéntrico empresario amateur llamado Jimmy Savile comenzó a organizar las que llamó “fiestas de discos” en su casa, creando un sistema de amplificación casero a base de múltiples bocinas de radios y un gramófono; dos años después ya se le había ocurrido utilizar dos tornamesas y un micrófono para hablar mientras pasaba de una canción a otra y, así, evitar que el silencio “matara” la vibra. Para los años sesenta, era el aDJ más popular de Inglaterra.

Durante décadas, el nicho de los djs se limitó a aquellos vinculados a la radio, que cargaban con sus kilos y kilos de acetatos. Formaban parte de un selecto grupo de personas que, además de ser melómanas, contaban con los medios para mostrar su selección ante un gran público y, sobre todo, lograban hacer que este público reaccionara positivamente.

A mediados de la década de 1970 se dio la primera gran transformación en el ámbito de los DJs; vino de las calles del Bronx donde, en las zonas decaídas de la era post industrial, se organizaban fiestas callejeras a las cuales llegaba un DJ con su “sound system”: aquí el micrófono era utilizado para hablar al ritmo de la música y, al mismo tiempo, los DJs callejeros comenzaban a jugar con los discos, moviéndolos, girándolos en sentido contrario e inventando así diversas técnicas, entre las cuales se incluían el scratch y el backspin.

Así inició el hip-hop en Nueva York, con su estilo particular de DJs que utilizaban los tocadiscos también como un instrumento y no sólo como reproductores de una pista sonora.

El tercer gran auge de DJs fue en los años noventa, cuando surgió el llamado “DJ superestrella”, íntimamente vinculado a las tendencias de la música electrónica de esa década: el techno trance y el house, ligados a su vez a la cultura rave.

Es en ese punto en el que se miró al DJ como una suerte de chamán    —quizá por la influencia de las drogas que acompañaban a la cultura, en particular el éxtasis y los ácidos.

La técnica estaba mucho más centrada en la velocidad que se le daba a una pieza y, sobre todo, en cómo se empalmaban durante varios minutos dos pistas musicales distintas, con el ritmo alterado ligeramente para que entraran en sintonía. Con esta cultura electrónica se dio el auge de los remixes, las mezclas hechas por djs a piezas de bandas de rock, pop o cualquier otro género musical, dándoles un sentido diferente y más bailable. Electrónicamente bailable, en trance.

En este contexto de DJs que rasgan el acetato, hacen mezclas infinitas o se encierran en sus computadoras generando nuevas versiones de otras piezas, los DJs que ponen música con su iPod —en su mayoría principiantes, forjando una carrera— parecen intrusos, amateurs y, por lo tanto, se les ha llamado “selectores”.

Pero queda claro que todos estos DJs, armados de horas y horas de sonido en mp3, son tan buenos como un principiante en los CDs o acetatos, y quien tiene talento sobresale: “El DJ de hoy en día utiliza los discos como elementos esenciales, ensartándolos en una narrativa improvisada para crear una sesión, una interpretación propia”. Así describe el libro Last Night a DJ Saved My Life, de Frank Broughton y Bill Brewster, la labor del DJ, y de ahí parte a fundamentar cómo el orden de los factores —las canciones— sí altera el producto, de hecho lo determina; además ese orden es irrepetible, pues el producto determinado sólo funciona en el momento en que fue presentado.

Con los bajos costos, el oficio del DJ se puede tornar como el del futbolista: todos tienen con qué hacerlo. Sólo hay que darles un balón. Y el iPod ha sido el balón en la cancha de los chamanes de los siglos XX y XXI, que encienden los ánimos en la fiesta y buscan esa experiencia, ese estallido colectivo que hace de una noche de reventón algo inolvidable para los asistentes.  ~

Dejar un comentario



El analfabetismo digital
A finales de noviembre de 2012 el sitio web del periódico chino People’s Daily desplegaba la noticia de que el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, había sido considerado por un sitio web estadounidense como el hombre más sexy del mundo. El reporte, que iba acompañado de una galería de más de cincuenta fotos […]
Mis desventuras en la UNAM
Los egresados de la UNAM vimos con tristeza cómo el pasado 28 de mayo la institución cayó del quinto al octavo sitio latinoamericano del ranking de QS, debajo del Tec de Monterrey, que se mantuvo en el séptimo puesto. Aunque ese tipo de listados son subjetivos, creo que habrá pocos Pumas a los que esto no […]
El poder de las redes sociales III. El contorno de la democracia digital
En octubre de 2013 se llevaron a cabo los YouTube Music Awards, los cuales contaban entre sus atractivos con la dirección de Spike Jonze, cineasta que saltó a la fama precisamente por dirigir videoclips con propuestas estéticas de vanguardia. Para estos premios, apostó por realizar videoclips en vivo a lo largo de la transmisión del […]
El poder de las redes sociales II. Delirio por ser visto
Un escándalo sacudió el mundo de las redes sociales en diciembre de 2012: Google reportó alrededor de ocho mil millones de reproducciones falsas de videos en su red YouTube. Mediante el uso de bots y arañas (programas diseñados para revisar páginas web automáticamente), entre otras artimañas, grandes corporaciones habían logrado inflar las cifras de vistas […]
El poder de las redes sociales I: Dinero del fracaso
El pasado 25 de agosto, durante la ceremonia de los Premios MTV en Nueva York, una de las presentaciones menos afortunadas desde el punto de vista musical y estético fue la de la cantante estadounidense Miley Cyrus; sin embargo, fue la que mayor impacto mediático tuvo, impulsada por el bullicio que generó en redes sociales […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (144.959)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (59.760)
...

Con toda la barba (38.517)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (27.302)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (23.149)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez