Wednesday, 25 December 2024
Artículos relacionados
Estridencia y algarabía: ocho días en el rock (primera parte)
Cultura | Identidades Subterráneas | Bruno Bartra | 01.12.2009 | 0 Comentarios

9 de septiembre de 1985

Cruel destino que arrojas mi vida a otras rutas que no son de mí. Hoy me encuentro entre gente perdida que ha olvidado que debo salir.

En mi cabeza retumbaba la canción del Disco morado de los Botellos. “Heavy Metro”: no había otra que describiera mejor mi trayecto a la prepa, del centro hasta el sur. Como cada jueves, la clase era de 7:00 y, para no perder la costumbre, ahí estábamos Eugenio y yo, recostados en los jardines, con nuestros pantalones de mezclilla rotos y con el pelo largo —la greña—, echando humo.

Recordábamos un reventón, días atrás, en Rockotitlán, nuevo lugar que habían fundado los de Botellita de Jerez y que prometía convertirse en el mero sitio del aliviane, después del Tianguis del Chopo. Ahí nos habían rolado el Morado, y habíamos escuchado a otras bandas, como Las Insólitas Imágenes de Aurora o Real de Catorce. Era el nuevo rock mexicano, la música del futuro.

De pronto todo se sacudió. “¡Ay, cabrón! ¿Sentiste eso?”, exclamé a Eugenio. Como que la tierra se había movido, y mucho. “Seguro era el efecto de la mota”, dijo él. Luego vimos que la banda se estaba moviendo, todo el mundo se salía de los salones, así que fuimos a ver qué onda: había temblado, y grueso.

Camino a casa vi una ciudad hecha añicos. Entre más me acercaba al corazón de la urbe, mayores eran los cerros de escombros. Pero al llegar a casa, fue mi corazón el que se despedazó.

7 de julio de 1988

Yo quiero brincar planetas, hasta ver uno vacío; y quiero irme a vivir, pero que sea contigo. Viento, amárranos; tiempo, detente muchos años.

De inmediato quise huir como lo hacían los Caifanes en esa rola de “Viento”, que no dejaba de dar vueltas en mi cabeza desde la tocada, hacía ya unas semanas, en La Última Carcajada de la Cumbancha. Y es que era el colmo: increíble que le hubieran dado un porcentaje tan ínfimo, el fraude era evidente a leguas. Era la primera vez que votaba y me salían con eso. Jamás cambiaría. Me recosté en el sillón y pensé que el tiempo debía haberse detenido años atrás. Antes de que congelaran la Revolución, de que asesinaran a los amigos de nuestros padres. Antes de que el desgraciado temblor se hubiera llevado a mi padre, a mis hermanos y hasta a Rockdrigo.

Lo malo es que nos habían agarrado de vacaciones, pero había que movilizarnos; lo del CEU tenía poco, y seguíamos enardecidos. De volada, había que juntar a los de la Maldita Vecindad, a los Psicotrópicos, las Plastipuchas y los Tacubos; ya había funcionado en las marchas anteriores, las bandas en vivo ayudaban a generar conciencia. Y es que cuando odias a alguien porque ha estado matando, engañando y corrompiendo por décadas, realmente quieres concientizar.

2 de enero de 1994

Difícil es caminar en un extraño lugar en donde el hambre se ve como un gran circo en acción; en las calles no hay telón, así que puedes mirar como rico espectador: te invito a nuestra ciudad.

Pues no habría telón y todos lo veíamos, pero al parecer alguna cortina invisible había como para que nadie protestara sinceramente por ello, o como para filtrar el dolor de la miseria. En las calles había faquires, payasos y tragafuegos en extrema pobreza, y ya a nadie parecía afligir esto.

Tarareaba esa canción, “Un gran circo” de Maldita Vecindad, mientras iba a mi flamante trabajo en la Delegación: “Se buscan politólogos”, decía la solicitud. Nunca pensé que para acomodar archivos sin pasarles los ojos a los textos, en su mayoría demandas ciudadanas, hacía falta ser politólogo.

De pronto, alcancé a ver en un periódico: “Sublevación en Chiapas”. Por mi educación como politólogo, antes de pensar en el hecho del levantamiento en armas busqué las mil explicaciones de manipulación tras el movimiento. Pero al leer las palabras rebeldes que se recogían de la radio local, la piel se me enchinó y, por momentos, quise estar ahí. El telón invisible ahora sí parecía haberse levantado.

Y de qué manera: en un año de elecciones presidenciales una sublevación y dos fuertes asesinatos políticos; ingredientes terroríficos que reunieron a los “viejos lobos de mar universitarios”, que nos comenzamos a congregar en conciertos cada vez más masivos en Ciudad Universitaria, todos en apoyo a los sublevados y en contra de las injusticias.

6 de julio de 1997

Sólo déjanos tu vida, deja de pensar, y a los zarapastrosos indios los ángeles y el rey van a exterminar; no te asustes mi carnal, la melena no te raparán ni el walkman te van a quitar. Sólo déjanos tu vida, deja de pensar.

Sentíamos que todo el mundo habría entendido el mensaje de “La ironía se acabó” de Los de Abajo. Festejábamos con todo el mayor triunfo electoral de la izquierda en nuestro país. La Bola y Serpiente Sobre Ruedas parecían haber llegado a su clímax, la ciudad era nuestra.

Quizá mis compañeros y yo hacía tiempo que habíamos llegado al “tercer piso” y teníamos el cabello más corto que en los 80, pero llevábamos ese tatuaje, ese arete, o simplemente esa discografía que nos unía y con la que aún dábamos “cátedra” de rock a los chavos.

En el mundo del rock, en el Foro Alicia la banda parecía alocarse con un nuevo ritmo llamado ska; bebían de la tradición de la década de 1980… de la Maldita y Los de Abajo, particularmente: y ahí estábamos, todavía en la onda, todavía con la banda, vistiendo las viejas playeras estampadas; triunfadores, esperando que el veneno del poder no acabara con nosotros. Estábamos en la gloria, como héroes del rock y de la resistencia. ~

Bruno Bartra

Descargar pdf

Dejar un comentario



El analfabetismo digital
A finales de noviembre de 2012 el sitio web del periódico chino People’s Daily desplegaba la noticia de que el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, había sido considerado por un sitio web estadounidense como el hombre más sexy del mundo. El reporte, que iba acompañado de una galería de más de cincuenta fotos […]
Mis desventuras en la UNAM
Los egresados de la UNAM vimos con tristeza cómo el pasado 28 de mayo la institución cayó del quinto al octavo sitio latinoamericano del ranking de QS, debajo del Tec de Monterrey, que se mantuvo en el séptimo puesto. Aunque ese tipo de listados son subjetivos, creo que habrá pocos Pumas a los que esto no […]
El poder de las redes sociales III. El contorno de la democracia digital
En octubre de 2013 se llevaron a cabo los YouTube Music Awards, los cuales contaban entre sus atractivos con la dirección de Spike Jonze, cineasta que saltó a la fama precisamente por dirigir videoclips con propuestas estéticas de vanguardia. Para estos premios, apostó por realizar videoclips en vivo a lo largo de la transmisión del […]
El poder de las redes sociales II. Delirio por ser visto
Un escándalo sacudió el mundo de las redes sociales en diciembre de 2012: Google reportó alrededor de ocho mil millones de reproducciones falsas de videos en su red YouTube. Mediante el uso de bots y arañas (programas diseñados para revisar páginas web automáticamente), entre otras artimañas, grandes corporaciones habían logrado inflar las cifras de vistas […]
El poder de las redes sociales I: Dinero del fracaso
El pasado 25 de agosto, durante la ceremonia de los Premios MTV en Nueva York, una de las presentaciones menos afortunadas desde el punto de vista musical y estético fue la de la cantante estadounidense Miley Cyrus; sin embargo, fue la que mayor impacto mediático tuvo, impulsada por el bullicio que generó en redes sociales […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (154.327)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (66.495)
...

Con toda la barba (49.271)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.893)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (27.028)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez