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Guerra al narco: ¿cuál es la definición de victoria? (entrevista)
| Jorge Castañeda | 04.02.2010 | 0 Comentarios

Jorge Castañeda

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Doctor en Historia Económica por La Sorbona. Secretario de Relaciones Exteriores  durante el periodo 2000-2003. Su obra más reciente, El narco: la guerra fallida, está  escrito en coautoría con Rubén Aguilar.

¿Hacia dónde va la guerra contra el  narco? La producción de enervantes no  ha disminuido, como tampoco el precio  de las drogas en la calle ni el consumo.

Aquí hay que hablar de la temporalidad.  Podemos hablar de cualquiera  de estos temas, pero dependiendo  del periodo que tomemos tendremos  cifras que pueden ser utilizadas para argumentar a favor o en contra.  Si nos referimos a los años 2007- 08, por ejemplo, vemos que el precio  de la cocaína en las calles de Estados  Unidos tuvo un alza en su precio, y  podrías concluir que la guerra de Calderón  ha redundado en una menor  oferta en EU. Si, en cambio, revisamos  los últimos años podremos ver  una tendencia sistemática a la baja en  el precio de la cocaína en Estados  Unidos; lo mismo con la producción  en Colombia –85% de la cocaína se  produce ahí.

Pero en efecto, si revisamos las  cifras de los últimos veinte años, el  consumo no ha disminuido; los precios  han disminuido, pero la violencia  asociada al narco  –producción, distribución y consumo–  ha bajado. En su reciente artículo,  Joaquín Villalobos (“Doce mitos  de la guerra contra el narco”, Nexos,  enero de 2010) expone una serie de tesis con las que estoy de acuerdo,  pero otras que son falsas. Por ejemplo,  afirma que la guerra contra el narco sólo tendrá resonancia cuando  aumente la violencia en Estados Unidos  por este concepto.

Pero lo cierto  es que la criminalidad de todo tipo se ha desplomado en todas las ciudades  estadounidenses, entre todos los  grupos de edad y en todos los segmentos étnicos. EU es hoy un país  incomparablemente menos violento  y más seguro que hace diez o quince  años.

Mi impresión –como la de Cardoso,  Zedillo y Gaviria, por un lado, y  como la de The Economist o Vargas Llosa, por otro lado, en fin, de aquellos  que no tienen un interés directo–  es que esta guerra –vale la pena recordar que el término de “guerra  contra el narco” lo acuñó Richard  Nixon en 1969– no ha traído ningún  resultado. Y hoy tenemos una de las  mayores paradojas de la historia, por  lo menos la que se refiere a EU: hoy  hay 100 mil tropas norteamericanas  en Afganistán y esas tropas han pactado  con los productores de heroína  en ese país. Es un pacto, además,  explícito.

Y así nos dicen que no hay que  pactar con el narco. Entonces que  Calderón le diga a los gringos que no  pacten con los narcos en Afganistán. Se dice que es inmoral exigirle al  gobierno mexicano que haga una  cosa que nadie hace, pero es mentira,  pues EU pacta con los narcotraficantes  en Afganistán.

Se dice que hay 500 mil personas  involucradas directamente en el negocio  del narcotráfico. El ex alcalde  panista de Ciudad Juárez asegura que  60% de los municipios mexicanos  están infiltrados por el narco. Tú y  Héctor hablan de una primera opción:  el combate frontal, “pero en el marco de un esquema amplio de seguridad  de América del Norte y con un esquema  de seguridad cuantitativa y cualitativamente  mayor por parte de  Estados Unidos”. ¿Crees que sea posible  de aprobarse en ambos congresos  una cooperación de esta magnitud?

No afirmamos que eso se tenga que  hacer. Lo que decimos es que si queremos  ese tipo de combate, para qué  nos engañamos. Nadie más nos va a  ayudar y solos no podemos. ¿Sería  factible? Si los estadounidenses lo  hicieron en Colombia, que les  importa menos, no veo por qué no  lo harían en México. Otra cosa es si  es deseable para México.

Lo cierto es que hay una gran  incongruencia: por un lado centrar la  mitad de un sexenio en la guerra  contra el narco, y por otro no darse  los medios para lograr esos fines,  esto es, que EU nos ayude en serio.  No recomiendo eso, pero no por la  intervención de EU, sino porque no  creo que sea conveniente un combate  frontal.

La otra opción que ustedes mencionan es la de una tregua tácita. ¿Cómo se acordaría esto?

No hablo por Héctor, pero yo sí creo  que es necesario llegar a un modus vivendi. No hablo de un pacto ni de  una negociación. Además es innecesario.  Si se alinean los incentivos,  señales y mensajes de determinada  manera el narco va a entender y reaccionará  racionalmente. No creo que  el narco sea irracional; son empresarios,  con más o menos sofisticación y  experiencia. Sí es una alternativa  seria volver al modus vivendi que  hubo en los últimos cuarenta años  en México, que nunca fue negociado,  ni explícito. Era un acuerdo tácito, e  incluía combates contra algunos carteles,  en algunas regiones, en algunos  momentos y no en otros.

Cuando  había la certificación del gobierno  estadounidense, cada febrero, más o  menos, había que entregarle un capo  a los gringos, y el resto del año no.  Había, pues, temporalidad, regionalidad  y oportunidad. No me parece  que ese estatus haya sido una mala  idea. O lo que Héctor llama una pax  narca. Hubo una pax narca en México,  hay una pax narca en Afganistán.

Creo que hay una gran pax narca en  todas las grandes ciudades de Estados  Unidos. Y la mejor prueba es lo que dicen Calderón y los gringos,que los carteles mexicanos se han vuelto organizaciones transnacionales  de crimen organizado que ya controlan  el menudeo en EU.

Entonces  por qué esos carteles aquí llevan,  según ellos, 16 mil muertes en la  guerra entre ellos en tres años y en  EU ni uno. En Europa también hay  un acuerdo tácito entre las autoridades  y los narcomenudistas acerca de  qué venden, a quiénes y dónde. Y  parece funcionar muy bien, porque  en ningún país rico es una prioridad  la guerra contra el narco.

Hablan de tres facetas de una nueva  estrategia. Una primera sería el control  de daños de los enfrentamientos entre  las bandas, del secuestro, el derecho de  piso y la infiltración de las policías. Pero  la experiencia en Ciudad Juárez, por lo  menos en cuanto al enfrentamiento  entre bandas, indica que la presencia del  ejército no logra esos objetivos.

Habría que ver la causalidad: si hay  más enfrentamientos entre bandas  por la presencia del ejército. Porque  hasta 2006 no había este nivel de  enfrentamiento entre los grupos. Lo que no sabemos es si hubo un intento,  no de pacto o de negociación sino de centrar el esfuerzo en los secuestros, el derecho de piso y el  narcomenudeo. Hay quien dice que el narco es irracional y que por ello responden con más violencia entre  ellos. Quizá tengan razón, pero me es difícil entender por qué en el narco se concentrarían todos los locos.  No comparto la tesis de que no tiene  importancia que se destacen entre ellos, que mientras mayor sea el  número de muertos mayor será el  éxito del gobierno. Pero sí creo que si se concentran los esfuerzos para  manejar los daños colaterales se  lograrán mejores resultados a la larga en los asuntos que le interesan a la  sociedad: el crimen, los delitos  menores, el robo de coches, el  secuestro, el derecho de piso, etcétera.  Hay muchos problemas en utilizar  las metáforas médicas –como suele hacerlo Felipe Calderón– para hablar  de estos temas. Calderón no sabe  que lo que muchos médicos hacen cuando descubren el cáncer terrible  que él encontró es volver a cerrar al  paciente y darle analgésicos.

Una faceta más es la atención a los  adictos. Pero ello implicaría un cambio  en el paradigma para centrar los esfuerzos  en la información y prevención.

Pero es que en México no tenemos  un problema de adicción. No ha crecido  y es muy menor en comparación  con otros países. El aumento en  el consumo de que se habla se ha  dado a partir de una base tan baja  que sigue siendo insignificante. La  tendencia no es alarmante. Frente a  los grandes problemas que tiene este  país, el número de usuarios de drogas ilegales es absolutamente insignificante.  Estamos hablando de menos  de medio millón de personas. Según las cifras de la Organización Mundial  de la Salud México tiene tasas de  incidencia y prevalencia muy por debajo no sólo de Europa y Estados  Unidos, sino de América Latina.

Otra faceta de esta estrategia sería la despenalización “acompasada con Estados  Unidos, gradual y por segmentos”.  Fox intentó legalizar la portación de  pequeñas cantidades de diversas sustancias,  pero tuvo la oposición de Bush. ¿No tendría que ser una medida global?  Una de las razones para la oposición del experiemento holandés fue el narcoturismo  de los jóvenes belgas o alemanes.

Lo que sucedió con la iniciativa de  Fox es que no era el mejor momento porque se estaba debatiendo en Estados  Unidos la reforma migratoria y  la propuesta de Fox podría ser utilizada  por los antiinmigrantes. La  oposición de Bush no fue un rechazo  moral, fue un argumento de oportunidad  política. No es lo mismo que  hizo Calderón, que autorizó cantidades  tan pequeñas que en realidad  equivalen a una penalización del  consumo.

Tenemos la ventaja y la desventaja  de que lo único que existe para nosotros  es Estados Unidos. Si nosotros  legalizáramos y EU no, pasaría lo  que dices que sucedió en Holanda.  Pero si es una medida bilateral difícilmente  veríamos ese fenómeno.

Lo que se ha visto en EU en los  últimos años es el fortalecimiento de  la tendencia hacia la despenalización.  Es ya una opinión mayoritaria,  una ola. Así, ¿cuál es la lógica de que  estemos en una guerra contra el narco  cuando allá están en plena ola de  despenalización?  Se dice que la despenalización de la  marihuana en EU ha sido hipócrita,  pues se ha disfrazado de licencias  médicas, pero creo que es una manera  muy inteligente de hacerlo porque te  evitas tensiones y conflictos sociales.

En el texto que escribiste con Aguilar  Camín hablan también de “concentrar  los esfuerzos militares y policiacos en el  sellamiento del sur del país”. ¿Para qué?

El problema del narcotráfico en  México desde hace algunos veinte años es la cocaína procedente de  Colombia. Hasta ese momento  México era exportador de marihuana y goma de opio. Si el paso de la  cocaína es el problema fundamental  hay que centrar todos los esfuerzos  en impedir eso, sellar la frontera sur  y obligar a los carteles a enviar su  mercancía por otras rutas y que sea problema de los gringos. Pero la  frontera sur es muy difícil de manejar  sin ayuda. Entonces la idea fue sellar la frontera sur en el istmo de  Tehuantepec, porque sólo son 215  kilómetros, es una región plana y es  muy controlable. Si se logra sellar  por tierra y aire ese paso, sólo tendríamos  que “empujar” a aguas internacionales  los envíos de droga y ya no  sería un problema que México debiera  controlar. Además de mucha tecnología,  este sellamiento requeriría  de aproximadamente 15 mil tropas.

La desventaja serán los problemas  que se crearían principalmente en  Chiapas y para la migración centroamericana.

Durante el sexenio de Fox se capturaron  casi 100 mil personas por delitos contra  la salud, pero según cifras de la PGR  menos de 2% eran líderes o mandos  medios de las mafias. Así pues, las consecuencias  sociales pueden ser devastadoras.  Una adicción puede curarse, pero  una condena no puede superarse.

Así es, estamos enviando a los jóvenes  a la escuela de delincuencia. Es  absurdo. ¿Qué hacer con los usuarios?  Yo los dejaría tranquilos. Para  qué nos mentemos con ellos. Aquí  no tenemos una gran consumo de  crack, como en los años 90 en EU.

Esta guerra se desarrolla en México en  un momento muy difícil, más allá de las  consecuencias de la crisis económica  mundial. Me refiero a los siete millones  de jóvenes que ni estudian ni trabajan.  Tenemos ahí un potencial ejército de  reserva para el crimen organizado.

Por eso tengo mis dudas respecto a la  tesis según la cual el universo del narco  es limitado y que algún día terminará  la violencia porque se le  acabarán los recursos humanos al  narco. Sí creo que el ejército industrial  de reserva para el narco es inmenso.

Una buena parte de los más de 20 mil  millones de dólares que se estima mueve  el narco mexicano debe circular en  la economía del país. La banca en  México ha sido señalada por no aplicar  los protocolos del Grupo Financiero  Internacional.

¿Pero qué país en el mundo va a  concentrar esfuerzos, dinero, tiempo  y talento en impedir la entrada de su  primera fuente de divisas. ¿Qué país  se va a negar a recibir esos recursos?  ¿Es factible que un gobierno, una  sociedad, un sistema bancario, una  economía, pueda combatir con eficacia  y convicción el ingreso de su  principal fuente de divisas?

Ojalá los  mexicanos seamos especiales y sí se  pueda.  De esta manera, la guerra no tiene  muchas perspectivas. Dice Calderón  que no se trata de erradicar, sino de  acotar el fenómeno. Muy bien.  ¿Cuál será el parámetro? Si se dice  que hay 2 500 municipios tomados  por el narco, entonces ganaremos  cuando lo hayamos erradicado de  ¿cuántos?, ¿de mil, de cien, de dos  mil? Se ganará cuando ya no haya  gobernadores supuestamente “capturados”  por el narco, sí, pero cuántos,  ¿diez, doce, veinte? ¿Cuál es la  definición?

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