Jorge Castañeda
Doctor en Historia Económica por La Sorbona. Secretario de Relaciones Exteriores durante el periodo 2000-2003. Su obra más reciente, El narco: la guerra fallida, está escrito en coautoría con Rubén Aguilar.
¿Hacia dónde va la guerra contra el narco? La producción de enervantes no ha disminuido, como tampoco el precio de las drogas en la calle ni el consumo.
Aquí hay que hablar de la temporalidad. Podemos hablar de cualquiera de estos temas, pero dependiendo del periodo que tomemos tendremos cifras que pueden ser utilizadas para argumentar a favor o en contra. Si nos referimos a los años 2007- 08, por ejemplo, vemos que el precio de la cocaína en las calles de Estados Unidos tuvo un alza en su precio, y podrías concluir que la guerra de Calderón ha redundado en una menor oferta en EU. Si, en cambio, revisamos los últimos años podremos ver una tendencia sistemática a la baja en el precio de la cocaína en Estados Unidos; lo mismo con la producción en Colombia –85% de la cocaína se produce ahí.
Pero en efecto, si revisamos las cifras de los últimos veinte años, el consumo no ha disminuido; los precios sí han disminuido, pero la violencia asociada al narco –producción, distribución y consumo– ha bajado. En su reciente artículo, Joaquín Villalobos (“Doce mitos de la guerra contra el narco”, Nexos, enero de 2010) expone una serie de tesis con las que estoy de acuerdo, pero otras que son falsas. Por ejemplo, afirma que la guerra contra el narco sólo tendrá resonancia cuando aumente la violencia en Estados Unidos por este concepto.
Pero lo cierto es que la criminalidad de todo tipo se ha desplomado en todas las ciudades estadounidenses, entre todos los grupos de edad y en todos los segmentos étnicos. EU es hoy un país incomparablemente menos violento y más seguro que hace diez o quince años.
Mi impresión –como la de Cardoso, Zedillo y Gaviria, por un lado, y como la de The Economist o Vargas Llosa, por otro lado, en fin, de aquellos que no tienen un interés directo– es que esta guerra –vale la pena recordar que el término de “guerra contra el narco” lo acuñó Richard Nixon en 1969– no ha traído ningún resultado. Y hoy tenemos una de las mayores paradojas de la historia, por lo menos la que se refiere a EU: hoy hay 100 mil tropas norteamericanas en Afganistán y esas tropas han pactado con los productores de heroína en ese país. Es un pacto, además, explícito.
Y así nos dicen que no hay que pactar con el narco. Entonces que Calderón le diga a los gringos que no pacten con los narcos en Afganistán. Se dice que es inmoral exigirle al gobierno mexicano que haga una cosa que nadie hace, pero es mentira, pues EU pacta con los narcotraficantes en Afganistán.
Se dice que hay 500 mil personas involucradas directamente en el negocio del narcotráfico. El ex alcalde panista de Ciudad Juárez asegura que 60% de los municipios mexicanos están infiltrados por el narco. Tú y Héctor hablan de una primera opción: el combate frontal, “pero en el marco de un esquema amplio de seguridad de América del Norte y con un esquema de seguridad cuantitativa y cualitativamente mayor por parte de Estados Unidos”. ¿Crees que sea posible de aprobarse en ambos congresos una cooperación de esta magnitud?
No afirmamos que eso se tenga que hacer. Lo que decimos es que si queremos ese tipo de combate, para qué nos engañamos. Nadie más nos va a ayudar y solos no podemos. ¿Sería factible? Si los estadounidenses lo hicieron en Colombia, que les importa menos, no veo por qué no lo harían en México. Otra cosa es si es deseable para México.
Lo cierto es que hay una gran incongruencia: por un lado centrar la mitad de un sexenio en la guerra contra el narco, y por otro no darse los medios para lograr esos fines, esto es, que EU nos ayude en serio. No recomiendo eso, pero no por la intervención de EU, sino porque no creo que sea conveniente un combate frontal.
La otra opción que ustedes mencionan es la de una tregua tácita. ¿Cómo se acordaría esto?
No hablo por Héctor, pero yo sí creo que es necesario llegar a un modus vivendi. No hablo de un pacto ni de una negociación. Además es innecesario. Si se alinean los incentivos, señales y mensajes de determinada manera el narco va a entender y reaccionará racionalmente. No creo que el narco sea irracional; son empresarios, con más o menos sofisticación y experiencia. Sí es una alternativa seria volver al modus vivendi que hubo en los últimos cuarenta años en México, que nunca fue negociado, ni explícito. Era un acuerdo tácito, e incluía combates contra algunos carteles, en algunas regiones, en algunos momentos y no en otros.
Cuando había la certificación del gobierno estadounidense, cada febrero, más o menos, había que entregarle un capo a los gringos, y el resto del año no. Había, pues, temporalidad, regionalidad y oportunidad. No me parece que ese estatus haya sido una mala idea. O lo que Héctor llama una pax narca. Hubo una pax narca en México, hay una pax narca en Afganistán.
Creo que hay una gran pax narca en todas las grandes ciudades de Estados Unidos. Y la mejor prueba es lo que dicen Calderón y los gringos,que los carteles mexicanos se han vuelto organizaciones transnacionales de crimen organizado que ya controlan el menudeo en EU.
Entonces por qué esos carteles aquí llevan, según ellos, 16 mil muertes en la guerra entre ellos en tres años y en EU ni uno. En Europa también hay un acuerdo tácito entre las autoridades y los narcomenudistas acerca de qué venden, a quiénes y dónde. Y parece funcionar muy bien, porque en ningún país rico es una prioridad la guerra contra el narco.
Hablan de tres facetas de una nueva estrategia. Una primera sería el control de daños de los enfrentamientos entre las bandas, del secuestro, el derecho de piso y la infiltración de las policías. Pero la experiencia en Ciudad Juárez, por lo menos en cuanto al enfrentamiento entre bandas, indica que la presencia del ejército no logra esos objetivos.
Habría que ver la causalidad: si hay más enfrentamientos entre bandas por la presencia del ejército. Porque hasta 2006 no había este nivel de enfrentamiento entre los grupos. Lo que no sabemos es si hubo un intento, no de pacto o de negociación sino de centrar el esfuerzo en los secuestros, el derecho de piso y el narcomenudeo. Hay quien dice que el narco es irracional y que por ello responden con más violencia entre ellos. Quizá tengan razón, pero me es difícil entender por qué en el narco se concentrarían todos los locos. No comparto la tesis de que no tiene importancia que se destacen entre ellos, que mientras mayor sea el número de muertos mayor será el éxito del gobierno. Pero sí creo que si se concentran los esfuerzos para manejar los daños colaterales se lograrán mejores resultados a la larga en los asuntos que le interesan a la sociedad: el crimen, los delitos menores, el robo de coches, el secuestro, el derecho de piso, etcétera. Hay muchos problemas en utilizar las metáforas médicas –como suele hacerlo Felipe Calderón– para hablar de estos temas. Calderón no sabe que lo que muchos médicos hacen cuando descubren el cáncer terrible que él encontró es volver a cerrar al paciente y darle analgésicos.
Una faceta más es la atención a los adictos. Pero ello implicaría un cambio en el paradigma para centrar los esfuerzos en la información y prevención.
Pero es que en México no tenemos un problema de adicción. No ha crecido y es muy menor en comparación con otros países. El aumento en el consumo de que se habla se ha dado a partir de una base tan baja que sigue siendo insignificante. La tendencia no es alarmante. Frente a los grandes problemas que tiene este país, el número de usuarios de drogas ilegales es absolutamente insignificante. Estamos hablando de menos de medio millón de personas. Según las cifras de la Organización Mundial de la Salud México tiene tasas de incidencia y prevalencia muy por debajo no sólo de Europa y Estados Unidos, sino de América Latina.
Otra faceta de esta estrategia sería la despenalización “acompasada con Estados Unidos, gradual y por segmentos”. Fox intentó legalizar la portación de pequeñas cantidades de diversas sustancias, pero tuvo la oposición de Bush. ¿No tendría que ser una medida global? Una de las razones para la oposición del experiemento holandés fue el narcoturismo de los jóvenes belgas o alemanes.
Lo que sucedió con la iniciativa de Fox es que no era el mejor momento porque se estaba debatiendo en Estados Unidos la reforma migratoria y la propuesta de Fox podría ser utilizada por los antiinmigrantes. La oposición de Bush no fue un rechazo moral, fue un argumento de oportunidad política. No es lo mismo que hizo Calderón, que autorizó cantidades tan pequeñas que en realidad equivalen a una penalización del consumo.
Tenemos la ventaja y la desventaja de que lo único que existe para nosotros es Estados Unidos. Si nosotros legalizáramos y EU no, pasaría lo que dices que sucedió en Holanda. Pero si es una medida bilateral difícilmente veríamos ese fenómeno.
Lo que se ha visto en EU en los últimos años es el fortalecimiento de la tendencia hacia la despenalización. Es ya una opinión mayoritaria, una ola. Así, ¿cuál es la lógica de que estemos en una guerra contra el narco cuando allá están en plena ola de despenalización? Se dice que la despenalización de la marihuana en EU ha sido hipócrita, pues se ha disfrazado de licencias médicas, pero creo que es una manera muy inteligente de hacerlo porque te evitas tensiones y conflictos sociales.
En el texto que escribiste con Aguilar Camín hablan también de “concentrar los esfuerzos militares y policiacos en el sellamiento del sur del país”. ¿Para qué?
El problema del narcotráfico en México desde hace algunos veinte años es la cocaína procedente de Colombia. Hasta ese momento México era exportador de marihuana y goma de opio. Si el paso de la cocaína es el problema fundamental hay que centrar todos los esfuerzos en impedir eso, sellar la frontera sur y obligar a los carteles a enviar su mercancía por otras rutas y que sea problema de los gringos. Pero la frontera sur es muy difícil de manejar sin ayuda. Entonces la idea fue sellar la frontera sur en el istmo de Tehuantepec, porque sólo son 215 kilómetros, es una región plana y es muy controlable. Si se logra sellar por tierra y aire ese paso, sólo tendríamos que “empujar” a aguas internacionales los envíos de droga y ya no sería un problema que México debiera controlar. Además de mucha tecnología, este sellamiento requeriría de aproximadamente 15 mil tropas.
La desventaja serán los problemas que se crearían principalmente en Chiapas y para la migración centroamericana.
Durante el sexenio de Fox se capturaron casi 100 mil personas por delitos contra la salud, pero según cifras de la PGR menos de 2% eran líderes o mandos medios de las mafias. Así pues, las consecuencias sociales pueden ser devastadoras. Una adicción puede curarse, pero una condena no puede superarse.
Así es, estamos enviando a los jóvenes a la escuela de delincuencia. Es absurdo. ¿Qué hacer con los usuarios? Yo los dejaría tranquilos. Para qué nos mentemos con ellos. Aquí no tenemos una gran consumo de crack, como en los años 90 en EU.
Esta guerra se desarrolla en México en un momento muy difícil, más allá de las consecuencias de la crisis económica mundial. Me refiero a los siete millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Tenemos ahí un potencial ejército de reserva para el crimen organizado.
Por eso tengo mis dudas respecto a la tesis según la cual el universo del narco es limitado y que algún día terminará la violencia porque se le acabarán los recursos humanos al narco. Sí creo que el ejército industrial de reserva para el narco es inmenso.
Una buena parte de los más de 20 mil millones de dólares que se estima mueve el narco mexicano debe circular en la economía del país. La banca en México ha sido señalada por no aplicar los protocolos del Grupo Financiero Internacional.
¿Pero qué país en el mundo va a concentrar esfuerzos, dinero, tiempo y talento en impedir la entrada de su primera fuente de divisas. ¿Qué país se va a negar a recibir esos recursos? ¿Es factible que un gobierno, una sociedad, un sistema bancario, una economía, pueda combatir con eficacia y convicción el ingreso de su principal fuente de divisas?
Ojalá los mexicanos seamos especiales y sí se pueda. De esta manera, la guerra no tiene muchas perspectivas. Dice Calderón que no se trata de erradicar, sino de acotar el fenómeno. Muy bien. ¿Cuál será el parámetro? Si se dice que hay 2 500 municipios tomados por el narco, entonces ganaremos cuando lo hayamos erradicado de ¿cuántos?, ¿de mil, de cien, de dos mil? Se ganará cuando ya no haya gobernadores supuestamente “capturados” por el narco, sí, pero cuántos, ¿diez, doce, veinte? ¿Cuál es la definición?
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