La diáspora de los habitantes de la India por el mundo ha derivado en el surgimiento de fusiones musicales peculiares, en algunos casos adoptando un sonido comercial y en otros uno más arriesgado, comúnmente vinculado a grupos contestatarios. En algunas ciudades, incluso, la comunidad indostánica es tan amplia que la demanda puede abarcar una variedad de subgéneros cuyas audiencias son opuestas.
De esta forma, en centros urbanos como Londres podemos hallar agrupaciones como Asian Dub Foundation, cuya música es una suerte de hip-hop con drum and bass de protesta, o el productor State of Bengal, que explota géneros populares del norte de la India, añadiéndoles ritmos electrónicos; en el mismo país, pero en Leicester, surgió el grupo Cornershop, con un discurso mucho menos radical y un sonido más cercano al indie rock.
Estas agrupaciones derivan de los artistas que abrieron brecha desde la década de 1980, como Apache Kid y Bally Sagoo, quienes añadían elementos musicales de la India al hip-hop y al dub, un estilo electrónico derivado del reggae.
Al otro lado del Atlántico, los hijos y nietos de inmigrantes indios creaban nichos particulares: en Chicago, los Desi DJs fusionaban la música electrónica house con el bhangra (la música folk originaria de Punjab) y el Bollywood (género típico del cine indio, una vertiente del pop con escalas derivadas de la música indostánica —clásica del Norte de la India). Los Desi DJs reafirmaban su identidad estadounidense, pero al retomar elementos contestatarios de la cultura negra local manifestaban su oposición al mainstream blanco dominante.
Por su parte, los indios de Nueva York buscaban generar su propia identidad dentro del mosaico multicultural estadounidense, por ejemplo, en las “basement parties” llevadas a cabo desde fines de los 90 en el SOBs de Manhattan, donde predominaba una fusión del R&B y hip-hop más comercial —como Kanye West y Usher— con el bhangra beat y Bollywood. En esas noches no era raro escuchar “Mundian to Bach Ke” del rapero indo-británico Panjabi MC, una suerte de ícono dentro de esta subcultura.
En general, el sonido indo-británico se ha vinculado más a la experimentación, innovación y a la contracultura, mientras que en Estados Unidos ha buscado fusionarse con los géneros más taquilleros. Sin embargo, una excepción a ello es la banda Red Baraat, de Brooklyn, surgida en 2008 y comandada por el percusionista y compositor Sunny Jain; ellos retoman el espíritu experimental y han llevado la música de su región a nuevos horizontes, con una interpretación llena de energía en la cual destaca la habilidad técnica de cada uno de los nueve integrantes.
He tenido la oportunidad de presenciar a esta banda en concierto y además platicar con Jain, quien en una breve entrevista describió su universo sonoro.
bruno bartra: Me parece escuchar un vínculo entre su música, la del Punjab y el jazz-funk; ¿cómo llevan a cabo esto en términos prácticos? Es decir, ¿conciben las piezas en un tono particular, como en Occidente, o en ragas (grupo de notas musicales equivalente a la escala en Occidente)?
Sunny jain: El sonido de Red Baraat está arraigado en los ritmos del tambor dhol del Punjab, y combina la tradición de bandas de alientos que surgió en la India en el siglo xviii, al mismo tiempo que refleja las diversas raíces estadounidenses de la banda. Casi todos tenemos una formación de jazz, así que la improvisación es definitivamente parte del carácter de nuestra música, pero además algunos tenemos una fuerte influencia de la música indostánica, el funk, ska, clásica, a go-go, latina, brasileña y R&B.
Todos componemos, hacemos arreglos y damos nuestra opinión de la música que creamos, pero como fundador del grupo soy su principal compositor y arreglista; crecí escuchando varios tipos de música de la India como la indostánica, bhangra, Bollywood y bhajans (música religiosa), junto con los sonidos occidentales del jazz y rock and roll. Así, algunas las concibo en una raga, mientras otras surgen de un ritmo del tambor. La mayoría de las veces, sin embargo, mis composiciones cobran vida como una melodía en mi cabeza. Después viene la línea del sousáfono (tuba de caracol), la progresión de acordes y la orquestación. El fondo, la introducción, final, solos y demás son las cerezas en el pastel que redondean la pieza. Los solos suelen guiarse por progresiones de acordes occidentales.
Por otro lado, tu trabajo como solista ha sido influenciado por el ghazal; ¿cómo defines dicho género “clásico ligero” en la actualidad?
En 2006 el programa de Nuevas Obras de la Cámara de la Música de Estados Unidos me comisionó un proyecto; en 2009 recibí una beca del Fondo para Grabaciones de Aaron Copland para lanzarlo comercialmente, bajo el nombre de Taboo. Esta obra se acerca a la antigua forma poética del ghazal y combina los versos con jazz. Ghazal por definición es un poema de amor, pero hay muchas reglas muy interesantes en torno a su construcción, con relación a las palabras, el fraseo, la métrica, ritmo, etcétera; desde el punto de vista de la composición es una forma única y eso me intrigó. También, en ese momento de mi vida sentía la necesidad de referirme a ciertos temas considerados tabú en el sur de Asia. Compuse la música para varios poemas modernos inspirados en el ghazal para poder mostrar la diáspora contemporánea de Asia del Sur en Estados Unidos. En vez de amor, yo quería que los poemas trataran temas en una yuxtaposición de religión, inequidad de género y orientación sexual. Así, este disco tiene seis piezas con letras en tres idiomas (urdu, hindi e inglés) escritas por Ali Mir, Ifti Naseem, Kishwar Naheed, Vikram Seth y Erin Thomas.
Me intrigó su pieza “Baraat to Nowhere”, que incluye una versión de “Mundian To Bach Ke”; ¿podrías platicarme algo de ello?
“Baraat to Nowhere” es una composición mía a la que le insertamos brevemente “Mundian To Bach Ke” de Panjabi MC. En nuestra versión el trompetista de la banda, Sonny Singh, canta las letras punjabi y nuestro sousafonista, John Altieri, interpreta su propio rap sobre la melodía de la serie de televisión El Auto Increíble.
La fuerza unificadora de la diáspora del sur de Asia en Estados Unidos radica en que representa lo diverso de dicho país. Hay muchísimos aspectos culturales de un estado a otro, y las metrópolis, como Nueva York, son microcosmos de esa diversidad. Por lo tanto, no hay un sonido homogéneo de los descendientes de migrantes del sur de Asia en este país, sino un sonido inmensamente variado que deriva de la experiencia específica que ha tenido cada artista. ~
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Escritor, sociólogo y DJ, BRUNO BARTRA ejerce desde 2000 el periodismo en medios como Nuestro Rock, Sónika, Replicante y Reforma. Es fundador y miembro de la agrupación de Balkan Beat La Internacional Sonora Balkanera.
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