“El Sur también existe”, parece decir el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su más reciente Informe Mundial sobre Desarrollo Humano. Pero a diferencia de los versos de Benedetti, la simbología de la expresión —representada en aquel poema por imágenes de opresión, hambre y exclusión— es ahora analizada desde una perspectiva diferente, acaso más compleja. El Sur también existe, y no solo como una geografía, sino como una forma de enfrentar los problemas del desarrollo. Es preciso ver al Sur porque ahí hay historias de éxito y desafíos (no solo en el Norte) de los cuales se puede aprender.
Una comparación entre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 1990 y el de 2012 a nivel global indica que hay un tendencia a la convergencia hacia mayores niveles de desarrollo humano: mientras en 1990 había 33 países con un IDH mayor o igual a 0.731 (el valor del IDH va de 0, nulo desarrollo humano, a 1, el nivel más alto), en 2012 se registraron 59 naciones. Al mismo tiempo, en 1990 había 33 países con un IDH menor a 0.439 y en la actualidad hay 15 naciones en ese nivel.
Un grupo de países ha mostrado los avances más significativos en desarrollo humano entre 1990 y 2012: 40 naciones que según el PNUD han mostrado un incremento en su IDH mayor a lo esperado. De estos países destacan 18, entre los que se encuentran Corea, México y Turquía, por su progreso en materia de desarrollo humano. Son naciones que además de haber ampliado su riqueza económica, han mostrado logros destacados en indicadores sociales, especialmente en educación y salud. ¿Qué ha hecho posible la mejoría en los niveles de desarrollo humano de estos países del sur del mundo en poco más de una década? De acuerdo con el PNUD, son tres los factores: (1) la existencia de un Estado fuerte, proactivo y responsable que promueve y orienta el desarrollo con visión de largo plazo y reglas claras; (2) un aprovechamiento de los mercados globales con tiempos, reglas y mecanismos comerciales que favorecen las ventajas comparativas de los países y forman parte de una estrategia global de desarrollo, y (3) una política social que ha favorecido la equidad, la inclusión y el desarrollo de capacidades, especialmente en educación y salud. A pesar de la existencia del Sur como historia de éxito (incluso tan debatible como ese éxito pueda ser), la desigualdad, la exclusión y otros desafíos al desarrollo humano persisten. Las historias de éxito contadas desde el Sur son alentadoras pero al mismo tiempo más complejas.
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