Saturday, 23 November 2024
Artículos relacionados
La reforma en telecomunicaciones y el usuario común
Este País | Guillermo Máynez Gil | 01.05.2013 | 0 Comentarios

Anclado en el México profundo de los usos y las costumbres, siempre llego tarde a las nuevas tecnologías. A diferencia de muchos de mis conocidos (¿la mayoría?), no babeo por el nuevo iPhone 5, ni me sudan las manos de emoción cuando aparece el señor de la telefónica con una cajita en la que viene mi próximo teléfono celular, prometiéndome horas (y horas) de fascinantes descubrimientos sobre cómo demonios se guardan ahora los contactos, cómo se programa la maldita alarma, o cómo puedo comprar cosas que no necesito desde el aparato. Lo uso lo menos que puedo, y eso porque mi trabajo lo exige absolutamente, y porque mi pareja se sentiría abandonada y presa del desamor si no lo atendiera. Y también, admitámoslo, porque tiene algunas ventajas, como enterarse oportunamente de los cambios de planes, consultar la cartelera cinematográfica en un alto o convertir el grillete de la oficina en una larga, infinita liga que nos permite estar en otro lado sin dejar de estar al tanto de lo que sucede. Pago entre 950 y mil 500 pesos al mes, salvo que viaje al extranjero y tenga que contratar un roaming carísimo. Cuando necesito ir a una oficina de “servicio al cliente”, me programo para una estancia de una o dos horas en la salita de espera, y no siempre se arregla el problema. El correo electrónico a veces baja, a veces no. La compañía me manda mensajes de texto que no quiero recibir, los cuales siempre llegan a media junta de trabajo, de preferencia cuando estoy exponiendo algún tema. Creo que podría solicitar que los dejen de enviar, pero la perspectiva de pasar media hora escuchando cuán importante es mi llamada para ellos me obliga a la desidia. ¿Por qué no me cambio de compañía? Porque no creo que el servicio o el costo mejoren mucho, y porque contemplar los trámites que tendría que hacer me genera escalofríos.

Desde hace 17 años, tengo el mismo número telefónico de casa, que me cuesta unos 500 pesos al mes, con todo y el servicio de internet (creo), que ahora es de fibra óptica y funciona a la misma velocidad de antes. Las únicas personas que me llaman a ese número son mi madre y una legión de impertinentes que me ofrecen servicios bancarios o de tiendas departamentales. A veces me llaman para ofrecer nuevos servicios los mismos que antes me llamaron para cancelar mi tarjeta por atraso recurrente en los pagos. También me da flojera cambiar de proveedor de telefonía local e internet, pues no he escuchado un solo ejemplo notable de la mejora en el servicio.

©iStockphoto.com/benignocom

Tengo televisión satelital, me parece que la más cara, porque el servicio contratado es el único que pasa completa la liga española de futbol. No veo más de tres o cuatro horas a la semana de televisión, dependiendo del calendario deportivo. Por lo demás, uso Netflix o voy al Blockbuster (a contemplar morbosamente su agonía). Hace década y media que no veo otros programas de televisión, abierta o restringida, así que me da igual si licitan otros mil canales para pasar telenovelas, infomerciales, noticieros insulsos o amarillistas, o la historia de los traileros de Groenlandia.

¿Qué me importa, entonces, de la reforma a las telecomunicaciones? Que estas dejen de ser la vaca lechera de multimillonarios abusivos: que el servicio sea bueno, la cobertura total, los precios bajos y la atención puntual. Que se remiende el terrible error de haber privatizado la red de infraestructura con todo y la compañía que prestaba el “servicio” a nombre del Estado (no, no son lo mismo) y por tanto que las tarifas de interconexión sean razonables y parejas. Que el órgano regulador, el que sea, atienda los problemas de los usuarios en vez de cuidar los pesos de las empresas. Que no sea como la Condusef, que defiende a los bancos y no a sus clientes. Que la gente que quiere ver la tele pueda elegir el paquete de canales que quiere y puede pagar. Que progrese la iniciativa ciudadana de internet libre para todos, que no es populista, sino que aprovecha la infraestructura ya existente del Estado para dar un servicio indispensable hoy en día. Y que mejore la educación para que esa infraestructura se use, aunque sea de vez en cuando, para que los niños aprendan algo. Cuando no estén viendo videos de Gangnam Style.

__________

GUILLERMO MÁYNEZ GIL (Torreón, 1969) es maestro en Estudios Internacionales por la Universidad Johns Hopkins. Su carrera profesional ha transcurrido por el Gobierno Federal, el sector privado y la consultoría. Ha publicado en El Economista y Nexos.

Dejar un comentario



Ahora todos los caminos llevan a Francia
Literatura de la Primera Guerra Mundial
La literatura también se desplazó al frente. Estuvo en las trincheras, encarnada en autores ya formados que debieron desplegarse o en soldados que acabarían escribiendo a partir de esa experiencia. Y estuvo fuera del campo de batalla, pero impactada de tal forma por el conflicto, devorada con tal celo, que no tuvo más remedio que […]
Tolstói y la novia de Von Hötzendorf
Los orígenes de la Primera Guerra Mundial
Las desgracias mayúsculas parecen demandar grandes causas. En el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial, este sugestivo ensayo destaca el peso de las pasiones, los caprichos, el azar y las intransigencias en la historia y pondera los efectos que tuvo esa conflagración en el devenir del siglo XX y en el presente de la […]
La gestión de la influencia en las democracias
La democracia puramente electoral comienza a ser una discusión del pasado. Ahora se trata de limpiar los procesos políticos de prácticas de corrupción que impiden que la voluntad de los ciudadanos se refleje en las decisiones de gobierno, lo cual implica discutir los límites entre la esfera pública y la esfera privada. De manera comprensible, […]
Setecientos años de Boccaccio
  Es fácil, en la Toscana, jugar a que se ha viajado en el tiempo. A pesar de los automóviles y los edificios modernos, los rasgos dominantes del paisaje han estado ahí durante muchos siglos: las suaves colinas cubiertas de viñedos y olivares y las torres de piedra que sobresalen de los cerros en cuyas […]
2013 en Este País
Enero La imagen de México A pesar de haber entrado a un nuevo sexenio, la guerra contra el narcotráfico emprendida durante el mandato de Felipe Calderón motivó en los medios de comunicación alrededor del mundo la construcción de una imagen negativa de nuestro país que será difícil superar. Más allá de los estereotipos simplistas que han […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (153.154)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (65.925)
...

Con toda la barba (48.028)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.527)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (26.626)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez