El pasado 25 de agosto, durante la ceremonia de los Premios MTV en Nueva York, una de las presentaciones menos afortunadas desde el punto de vista musical y estético fue la de la cantante estadounidense Miley Cyrus; sin embargo, fue la que mayor impacto mediático tuvo, impulsada por el bullicio que generó en redes sociales como Twitter o Facebook. Aunque la mayoría de los comentarios eran negativos, fueron tantos que le dieron el pase automático a las portadas de las secciones de espectáculos de gran parte de los periódicos del orbe.
La cantante presentó la pieza «Blurred Lines», junto al cantante Robin Thicke, y la imagen que giró por todo el mundo fue la de Cyrus restregando rítmicamente su trasero en la pelvis de Thicke (haciendo el baile del «twerking»), mientras ella sacaba la lengua y alzaba una mano con un guante gigante que después frotaría en su vagina. Esta exprotagonista del show Hannah Montana de Disney lleva poco más de un año tratando de marcar distancia del papel de inocencia infantil: en noviembre, durante la versión europea de dichos premios, en Ámsterdam, encendió y fumó un cigarro de marihuana sobre el escenario.
Desde luego que dichas actitudes, mucho más que buscar promover una mayor apertura hacia el consumo de drogas y combatir los tabús sobre la sexualidad, tienen el objetivo de hacer que Miley Cyrus se convierta en un fenómeno “viral” (o sea, que en poco tiempo la cantidad de menciones y vistas de videos sobre ella se magnifique, llegando a ser tema de conversación de cientos de millones de internautas). En el medio del espectáculo se tiene bien clara la idea que expresó Oscar Wilde en su célebre frase, respecto a que más vale que hablen mal de una persona a que no hablen de ella en absoluto: y es que pese a los comentarios negativos, Cyrus se convirtió en foco de atención, ganó nuevos fans y despertó curiosidad en todo el mundo. Tres semanas después del show con Thicke, los videos con esa temática ya tenían más de doscientos tres millones de reproducciones, según estimó el sitio Tubefilter.
Para comprender el porqué del enorme interés por generar ese bullicio en las redes sociales y cómo ello genera dinero, conviene repasar el funcionamiento de estas. Twitter surgió en 2006 y actualmente cuenta con más de quinientos millones de usuarios que pueden escribir frases de ciento cuarenta caracteres a la vez. Cada sujeto (persona, grupo, organización, etcétera) debe abrir una cuenta gratuita y sus textos, conocidos como «tweets» o «tuits», también pueden llevar una imagen, video o vínculo a otro sitio web que contenga, por ejemplo, una noticia. También se puede “mencionar” a otros sujetos en la red social, añadiendo una @ al nombre del usuario, o crear un “hashtag” (añadiendo el signo # a cualquier tema, por ejemplo #Elecciones). Entre más gente utilice un mismo hashtag, más probabilidades tiene de volverse un “trending topic”, es decir, un tema que se convierte en “tendencia”, el cual aparece en una pequeña lista —por país o a nivel globlal— disponible para todos los usuarios. Los trending topics, además, suelen ser comentados en programas de televisión y periódicos, lo cual magnifica su alcance.
En agosto pasado, tras su aparición en los premios MTV, #MileyCyrus era tendencia global, algo que posiblemente se tradujo en una fuerte ganancia económica: se estima que para una artista con la cantidad de reproducciones como Cyrus, se pueden generar hasta dos dólares por reproducción, de los cuales un pequeño porcentaje va para YouTube, Spotify o quien albergue el contenido, y el resto va para la artista, su disquera y sus productores. Esas ganancias también varían según la cantidad de clicks que hagan los usuarios en los anuncios de un video.
Pero esto es solo una parte de los mecanismos y relaciones entre redes sociales que permiten que un escándalo como el de Cyrus genere dinero de manera instantánea. En la próxima entrega de esta columna, abundaré en las dinámicas entre las redes sociales, el mundo de los blogs, los medios de comunicación y el dinero. ~
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Escritor, sociólogo y DJ, BRUNO BARTRA ejerce desde 2000 el periodismo en medios como Nuestro Rock, Sónika, Replicante y Reforma. Es fundador y miembro de la agrupación de balkan beat La Internacional Sonora Balkanera.