Thursday, 21 November 2024
Artículos relacionados
José Emilio Pacheco (1939-2014). Visitador del XIX
Cultura | Este País | Galaxia Gutenberg | Ocios Y Letras | Miguel Ángel Castro | 01.03.2014 | 0 Comentarios

las-batallas

A los microsianos Juan Carlos y Humberto

 

La generación que al finalizar los setenta se hizo adulta —como suele suceder, contra su voluntad— presenció la agonía de las colonias y los barrios que durante la última década del porfiriato comenzaron a desarrollarse hacia el poniente y el sur de la ciudad, de esa ciudad que ya era considerada México viejo por Luis González Obregón en 1891 y que un siglo más tarde estableció sus fronteras en la traza del Centro Histórico. Las calles de las colonias Guerrero, Santa María la Ribera, San Rafael, Juárez, Roma y Cuauhtémoc cedieron su tranquilidad a los automóviles; en aquellas aceras sobrepobladas, los paseos y los juegos perdían nuestra libertad y el sabor de la aventura. Esa generación, la mía, le agradeció entonces a José Emilio Pacheco sus Batallas en el desierto porque, entre otras cosas, la retrataba con exactitud y emoción.

Aquellos viejos lectores y otros más jóvenes han expresado el afecto y compartido la pena que sienten por la inesperada partida del poeta al que se llamaba, nomás por ganas de sentirse amigo suyo, Pacheco o José Emilio. Todos hemos recordado cómo a sus veintitantos años comenzó a desplegarse su talento, la palabra del escritor, la fuerza y emoción de su poesía, el compromiso y la constancia del periodista, la honestidad del profesor, la erudición del historiador y la sensibilidad del crítico. Más todavía, el tamaño de ser humano que fue José Emilio, o Pacheco.

Colaboraba yo en el proyecto del Diccionario de escritores mexicanos, coordinado por Aurora Ocampo en el Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, cuando una de las compañeras dedicadas a extraer información de los suplementos, revistas y diarios me invitó a escuchar a José Emilio en el Colegio Nacional, donde daba conferencias desde su ingreso en 1986. Me deslumbró.

En agosto de 1990 tuve la fortuna de asistir al ciclo de seis conferencias que tituló “Para volver a Alfonso Reyes (La obra de 1925 a 1959)”. Conservo el tríptico que las anunciaba: lunes 20 “La polémica sobre literatura nacional”; miércoles 22 “El redescubrimiento, la invención y la utopía de América”; viernes 24 “Ciencia y conciencia de la literatura”; lunes 27 “El mundo antiguo: la cuestión de Grecia”; miércoles 29 “Vindicación de una poesía”, y viernes 31 “El triunfo del ensayo o las palabras en libertad”. Su afabilidad me animó a acercarme a él y mostrarle un ejemplar de la Antología de Alfonso Reyes a la que él había hecho referencia durante su exposición como una obra de mérito muy poco conocida, preparada por José Luis Martínez en 1965 para la segunda serie de la colección Pensamiento de América, que impulsó la Secretaría de Educación Pública a cargo de Agustín Yáñez. (Se trataba de continuar un proyecto editorial que la Secretaría había comenzado en 1942. Los estudios y las selecciones las llevaron a cabo autores reconocidos y las antologías de la segunda serie fueron editadas por B. Costa-Amic). Atento e indulgente, me preguntó algo que me hizo sentir muy enterado pues se trataba de distinguir de la mano de don Alfonso las definiciones de cultura y civilización.

José Emilio transmitía el espíritu de las ideas con claridad y sin enredos teóricos; guiaba nuestra lectura sin demora, nos paseaba con serenidad por las habitaciones y las calles que poblaron los abuelos de nuestros abuelos. Compartía su saber en un tono de charla amable, deslizaba con gracia o resignada melancolía las ironías de la existencia. Sus visitas al siglo XIX eran, por tanto, inolvidables y educativas. En los años ochenta la casa Promociones editoriales mexicanas, conocida como promexa, publicó ediciones de diversas obras del siglo XIX y creo que algunos títulos clásicos de literatura universal. Libros que se distribuyeron con éxito por sus precios bajos y por la novedosa estrategia de venta que siguió la editorial, ya que podían encontrarse en las tiendas de autoservicio. Silvia Molina aparece como responsable de la coordinación de los volúmenes sobre las primeras novelas mexicanas y la novela histórica cuyas presentaciones redactó José Emilio en 1985. Estos textos introductorios permiten observar el interés y conocimiento crítico que tenía de nuestras letras decimonónicas. Con modestia tituló su presentación a la novela histórica como “nota” y, como podemos observar, precisa, generosa y pertinente. Comienza:

El inglés distingue claramente entre history y story. En español tenemos una sola palabra para designar la “narración y exposición verdadera de acontecimientos pasados y cosas memorables”, el “conjunto de cosas referidas por los historiadores”, la “obra histórica compuesta por un historiador”, la “relación de cualquier género de aventuras o suceso”, el “cuento, chisme, enredo”, la “fábula, cuento o narración inventada”.

Estas definiciones, citadas de la edición de 1984 del Diccionario, excluyen el concepto de la historia como la suma de acciones humanas, a diferencia de la historiografía que es su expresión escrita. Desde el punto de vista literario todo historiador es un narrador: cuenta los hechos que previamente selecciona. A lo largo de muchos siglos la escritura de la historia fue el más artístico de los géneros en prosa. Relató hazañas o infamias de grandes personajes. Sólo en tiempos recientes los historiadores se han preocupado por saber qué hay tras las frases que nos acostumbramos a aceptar como parte del orden natural de las cosas. Por ejemplo: “Julio César conquistó las Galias”, “Hernán Cortés entró en Tenochtitlán”. Ahora nos damos cuenta de que ni César ni Cortés estaban solos; queremos saber cómo eran, quiénes eran, de dónde provenían, por qué actuaban los hombres que formaron sus ejércitos.

 

El legado y la trayectoria de José Emilio son irreprochables, sin duda, pero cuando recuerdo las series de conferencias que dictó en el Colegio Nacional sobre Manuel Gutiérrez Nájera, Manuel Payno, Salvador Díaz Mirón, Juan de Dios Peza y otros olvidados; cuando leo sus reflexiones sobre las novelas y el Diario de Federico Gamboa y las Memorias de Victoriano Salado Álvarez; o cuando muestra perlas de aquel tesoro en sus “Inventarios”, pienso que si hubiera dado cursos y seminarios sobre esos y otros autores decimonónicos a los estudiantes de literatura de la Facultad de Filosofía y Letras, se visitaría el siglo XIX con mayor frecuencia y entusiasmo. Permanecen, no obstante, varias lecciones universitarias entre nosotros, y entre ellas resalta su imprescindible Antología del Modernismo (1884-1921), publicada en dos tomos en 1970, los números 90 y 91 de la ya célebre Biblioteca del Estudiante Universitario, mejor conocida como beu, y de la cual fue su director en algún momento. Dedicó la Antología a Gordon Brotherston y Gabriel Zaid.

Tal vez el testimonio más significativo del interés de Pacheco por las letras del XIX sea su discurso de ingreso al Colegio Nacional: “A 150 años de la Academia de Letrán”, leído el 10 de julio de 1986. La erudita disquisición termina de la siguiente forma:

En 1865, en el país ocupado por el ejército francés, Ignacio Ramírez hará resonar la propuesta que Francisco Bilbao lanzó en Chile veinte años atrás; “Desespañolicémonos”. Pero en el momento de Letrán, Prieto y Payno reconocen en las crónicas de Larra un país como el suyo: víctima del absolutismo, lleno de deudas, cerrado a un mundo en que el progreso y el liberalismo luchan contra el atraso y los gobiernos despóticos.

Los costumbristas de aquí y de allá luchan contra los mismos enemigos: la injusticia, la desigualdad, la ignorancia, la burocracia, la pereza nacional, el afán de vivir por encima de nuestros medios. A partir de 1838, y el primer intento de Francia para disputarse a México con Estados Unidos e Inglaterra, el gran adversario ya no es España y se comienza a pensar en el lazo del idioma común como defensa contra todas las amenazas. La Academia de Letrán establece, sin decirlo, el principio básico de nuestras literaturas; “mil hablas pero una sola lengua”.

Así pues, para concluir, podemos dar por iniciada la empresa de la Academia de Letrán con la participación de Quintana Roo en el Congreso de Apatzingán, ver que se prolonga con Zarco y Altamirano; del Ateneo a los Contemporáneos y de los Contemporáneos a nuestros días. En medio de la ruina y la catástrofe la Academia de Letrán sigue en pie y sobrevivirá mientras exista México.

 

La UNAM le otorgó el Doctorado Honoris Causa en 2010 por ser “figura central de la poesía mexicana en los últimos cincuenta años” y El Colegio de México el Premio Alfonso Reyes en 2011 “por contribuir de manera relevante al conocimiento y difusión de las humanidades y por los aportes a la cultura hispanoamericana”.

 _______

MIGUEL ÁNGEL CASTRO estudió Lengua y Literaturas Hispánicas. Ha sido profesor de literatura en diversas instituciones y es profesor de español en el CEPE. Fue director de la Fundéu México y coordinador del servicio de consultas de Español Inmediato en la Academia Mexicana de la Lengua. Especialista en cultura escrita del siglo XIX, es parte del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM y ha publicado libros como Tipos y caracteres: La prensa mexicana de 1822 a 1855 y La Biblioteca Nacional de México: Testimonios y documentos para su historia. Castro investiga y rescata la obra de Ángel de Campo, recientemente sacó a la luz el libro Pueblo y canto: La ciudad de Ángel de Campo, Micrós y Tick-Tack.

Dejar un comentario



La historia de las palabras en la RAE
Cronopio, la camaradería de Julio Cortázar
Este texto estará disponible en el transcurso del mes. Por favor, visite el sumario general o el sumario del suplemento de Cultura regularmente. Los títulos subrayados indican que el artículo completo ya está disponible. Suscríbase a Este País y reciba la versión impresa cada mes a la puerta de su casa o cómprela con su […]
Novedades de la edición 2014 del DRAE: precuela, dron y bótox
La Real Academia Española (RAE) ha anunciado que la vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española, conocido como DRAE (acrónimo de Diccionario de la Real Academia), se publicará el próximo 21 de octubre en todos los países hispanohablantes del mundo. Conviene insistir en que, a pesar de parecer producto de la añeja institución (el año […]
Puto en fuera de lugar
Hay remedios que dañan más que las enfermedades. Así lo consideró el caricaturista Paco Calderón en su cartón dominical Jugador N° 12 (Reforma, 22 de junio de 2014), que aborda el asunto de la llamada de atención que hizo la FIFA a los directivos mexicanos del futbol, porque nuestros compatriotas gritaban a todo pulmón la palabra […]
Un ojo siempre abierto
Eduardo Mosches, El ojo histórico, Universidad Veracruzana,  México, 2014. Pensad que esto ha sucedido: Os encomiendo estas palabras. Primo Levi En una de sus novelas más famosas, 1984, George Orwell imaginó una presencia inquietante, un ojo siempre abierto que prolongaba hasta lo inconcebible el viejo mito griego de Argos Panoptes. Su esencia misma, una curiosa […]
Tirar la piedra
Víctor Cabrera, Guijarros, La Dïéresis, México, 2014. Hace más o menos diez años leí por primera vez unos poemas de Víctor Cabrera incluidos en la antología Un orbe más ancho. Los textos, pertenecientes al hasta ahora inédito El libro de la arena, resonaron estentóreos para mí desde entonces. Ha pasado, pues, una década de escritura, […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (153.026)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (65.848)
...

Con toda la barba (47.938)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.502)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (26.591)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez