China, la segunda economía mundial
Wen Huang está sentado en una banca del parque Jingshan, ubicado a un costado de la ciudad prohibida en la cada día más cosmopolita Beijing (“Capital del norte”, en traducción literal del chino). Ahora lee apaciblemente el diario vespertino de Beijing, mientras expira el humo de su cigarro Hongtashan (“La pagoda roja de la montaña”), la marca de cigarros más consumida en China. En uno de los encabezados Wen lee: “El Fondo Monetario Internacional ha decretado oficialmente que la economía China se ha convertido en la segunda del mundo, sólo detrás de la de Estados Unidos, y ha logrado superar en tamaño a la japonesa. De acuerdo con estimaciones, el pib en China alcanzará los 5,745.1 billones de dólares en 2010, mientras que la economía japonesa llegará a 5,390.9 billones de dólares”. 1
Sin entender muy bien el tamaño de las cifras, Wen termina de leer la frase y exhala entre sus dientes la palabra China (“El país del centro”). Para él, originario del distrito agrícola de Pinggu en Beijing, que la economía de China esté por encima de la de Japón es un sueño y una historia cercana a la ficción. Wen nació en 1939 dentro una familia campesina. Cuando era niño sus padres y abuelos hablaban de las difíciles condiciones que prevalecieron durante la invasión japonesa, y probaba los inicios de una república bajo el control de una sola fuerza política, el Partido Comunista Chino, y de un líder carismático, Mao Zedong. En sus años de juventud, marcados por la precaria situación económica de la República Popular de China, y en medio de un aislamiento profundo del exterior, Wen se enteraba a cuentagotas del segundo milagro japonés y su irrupción vertiginosa en la economía mundial.
Sin embargo, Wen, y quizás un número importante de dirigentes chinos también, sobrevaloran el hecho de que China supere el pib de Japón. Las diferencias en territorio y población entre China y Japón son tan grandes como las que hay en tamaño entre un Volkswagen (vw) y un autobús de pasajeros. Mientras que un vw puede transportar alrededor de cinco pasajeros, un autobús puede hacer lo propio con 50 u 80 personas. Ésa es la diferencia en tamaño entre una China con 9.6 millones de km2 de superficie y una población de 1,334 millones, y un archipiélago japonés con 378 mil km2 de territorio y una población de 127 millones.2
El ingreso per cápita señala justamente que aun existen diferencias entre ambos países (aunque menores que hace 30 años). Si pudiéramos dividir la producción total de China entre sus habitantes y repartírsela, a cada uno correspondería el equivalente a poco más de 50 mil pesos anuales. En el caso de Japón, a cada habitante corresponderían 530 mil pesos.3
No obstante, la comparación con Japón, aunque sea un hecho sobrevalorado, es una señal clara y elocuente para el gobierno y el pueblo chinos. En los últimos 30 años, un lapso muy corto, China ha logrado cerrar la brecha que la separa de los países más adelantados (incluyendo Japón).4
Para los dirigentes chinos, el nuevo sitio del pib de China en la economía mundial tal vez sólo indique que el agua está regresando a su justo nivel. Hasta el siglo xviii, China fue la primera economía del mundo. En el periodo comprendido entre los años 227 a.C. y 220 d.C., con la primera dinastía Qin y luego con la dinastía Han, fue una de las civilizaciones más avanzadas, según lo indican sus aportaciones en todos los campos imaginables.5
Pero la Revolución Industrial impulsó el despegue tecnológico y económico de Europa, que impulsó una importante estrategia de colonización de territorios ricos en recursos, población y rutas comerciales. China, Japón, India y muchos otros países asiáticos no fueron ajenos a esa realidad política y económica de inicios y mediados del siglo xix y tuvieron que reaccionar a la llegada de las potencias occidentales.
Japón, sin lugar a dudas, fue el país de Asia que más rápido respondió. El arribo a las costas de Japón del comandante norteamericano Perry, en 1853, terminó con un periodo de 200 años de aislamiento y paz. Después de verse obligado a firmar tratados comerciales muy desfavorables con Estados Unidos, Gran Bretaña y los Países Bajos, Japón inicia una transformación interna sustantiva y hasta cierto punto desgarradora. Hay un reacomodo de las fuerzas políticas y sociales hasta la irrupción del nuevo emperador Meiji, que cierra el capítulo de la historia feudal japonesa conocida como la época Edo (también conocida como Tokugawa, de 1612 a 1868). Entre los cambios más importantes estuvo la llegada al país de tecnología y métodos de producción occidentales. Japón transitó por su primer periodo de industrialización, el cual fue tan exitoso que hacia los primeros años del siglo xx convirtió al país en una potencia regional, y lo separó de resto de las economías asiáticas, aun hasta nuestros días. En 40 años, entre 1868 y 1913, Japón logró desarrollar diversas industrias con tecnología extranjera, y cerró la brecha que lo separaba de las potencias más desarrolladas, algo tan sorprendente como lo que ocurre ahora en China.
Lo importante de este periodo en la historia de Japón, desde mi punto de vista, es que prefigura lo que habría de ocurrir 100 años más tarde en el continente asiático. Se trató de un modelo que reconoce tempranamente las ventajas y la hegemonía de los métodos de producción, organización económica, administración y desarrollo tecnológico occidentales, pero sin demeritar la herencia, las tradiciones y la soberanía propias. La frase que empleó el ministro de economía japonés en 1868 para referirse al periodo por el que había de transitar Japón, es elocuente: tecnología occidental con carácter y cultura japoneses.6
Parece que China está siguiendo el paradigma de la era Meiji.7 Desde 1978 han llegado a China máquinas, técnicos, empresas y hombres de negocios de occidente, al tiempo que muchos chinos han salido a formarse en el extranjero. Se han creado empresas de capital nacional y joint ventures entre el gobierno chino y empresas extranjeras. Pero también es claro que la organización económica tiene tintes propios, con un gobierno que interviene ampliamente, que realiza grandes inversiones en infraestructura, que opera empresas públicas, que dicta el curso a seguir y establece metas claras y medibles. En años recientes, el gobierno chino ha podido organizar a la economía nacional en el marco de una apertura comercial sin precedentes y la llegada de sumas muy grandes de capital foráneo, algo que no había ocurrido de manera sistemática en la historia reciente de China. En la actualidad, podemos aplicar a China una frase similar a la del ministro japonés: capitalismo occidental a la China, o en palabras de los oficiales chinos, economía socialista de mercado.
Este hecho es el que Wen y los oficiales celebran. El que China se haya convertido en la segunda economía del mundo —más allá de los beneficios concretos que supone: han salido de la pobreza más de 500 millones de chinos y se perfila un mejor futuro para toda la población8— supone que el país asume la tensión entre la apertura y sus propios intereses. Tal vez ahora la diferencia con Japón radica en que la China de Deng Xiaoping y Hu Jin Tao ha crecido a un ritmo más vertiginoso y en una escala en verdad abrumadora.
Dice un proverbio chino: “Si uno no entra en la guarida del tigre, ¿cómo podrá apoderarse de sus cachorros?”. Parece que China decidió entrar por fin a la guarida del tigre y ha logrado entender lo más valioso de la economía de otros países: ciencia, tecnología, innovación y apertura de mercados. Hoy su vasto territorio, su población, su tradición cultural y su presencia internacional han permitido a China progresar de acuerdo con sus propios intereses, lo cual es motivo de orgullo para su población.9
Le pregunté al I Ching10 cuál era su opinión sobre el desarrollo actual de China y la aparente disminución de la tensión entre apertura al exterior y soberanía, y su respuesta fue la siguiente:
Hexagrama 40. Hsieh / La liberación
“Aquí el movimiento se abre paso y sale del peligro. El impedimento quedó eliminado, las dificultades están en vías de solución. La liberación no se ha cumplido todavía, sino que precisamente ahora se inicia, y sus diversos estadios encuentran expresión en este signo.”11
Un poco más adelante señala: “Si ya no queda ningún lugar a donde uno debiera ir, es venturoso el regreso; si todavía hay algo a donde uno debiera ir, entonces es venturosa la prontitud. […] En tales épocas es necesario que nadie intente exagerar el valor del triunfo. Es cuestión de no avanzar más allá de lo indispensable”. Tal vez radica aquí el futuro del debate en China: hasta dónde ir y llegar.
¿Cuándo entraremos nosotros a la guarida del tigre?
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- Cifras de pib estimadas por el Fondo Monetario Internacional (fmi), octubre de 2010.
- De acuerdo con estos datos, el territorio y la población de China son 25 y 10 veces mayores, respectivamente, que los de Japón.
- pib per cápita de China y Japón. Estimaciones para 2010 realizadas por el fmi: $4,282.9 y 42,325.2 dólares, respectivamente.
- En 1980, dos años después de iniciadas las reformas económicas de Deng Xiaoping, el pib de China equivalía a 24.5% del de Japón, 19.1% del de Alemania, 7.3% del de los Estados Unidos, y era muy similar al de México (91% del nuestro). En 2010, las estimaciones indican que el pib; de China es 6% mayor que el de Japón y 73% mayor que el de Alemania; equivale al 40% del pib de los Estados Unidos y es 482% mayor que el de México. Cifras del fmi .
- En Héroe, el director de cine chino Zhang Yimou cuenta la historia de la unificación de China. La película relata el atentado contra el rey de Qin en el año 227 a.C., rey que habría de unificar los siete reinos existentes en una sola China, para dar paso así a la primera dinastía, la Qin (221 a.C.-206 a.C.). Héroe intenta demostrar el poderío y la magnanimidad de una sociedad china acostumbrada a las grandes proezas y la organización y basada en conceptos universales de belleza y sabiduría.
- En estos años se incorporan al sistema educativo japonés materias y métodos occidentales de enseñanza, aparecen los primeros institutos técnicos y proliferan las escuelas de ingeniería. Los primeros japoneses emigran, principalmente a Gran Bretaña, a estudiar maquinarias y tecnología en distintas industrias y sectores. De acuerdo con datos de la época, llegaron a Japón más de 3,000 expertos extranjeros en diversos campos y actividades. El gobierno invierte en el desarrollo de infraestructura y en la puesta en operación de las primeras fábricas.
- Algunos historiadores opinan que el lugar que ocupa Japón actualmente se debe a los reacomodos internos después de la Segunda Guerra Mundial.
- De acuerdo con el Banco Mundial, en 1981 el 65% de la población china estaba por debajo de la línea de pobreza. En 2007 esta cifra es de sólo 4 por ciento. Entre 1981 y 2005 el índice de pobreza en China disminuyó a un ritmo de 7.1% anual.
- El deseo de las compañías extranjeras de tener presencia en China ha hecho que acepten condiciones impensables en otros lugares. Un ejemplo son las compañías automotrices foráneas, que entraron a China sin importar que no pudieran tener más del 49% del capital y que debieran establecer un joint venture con alguna empresa china, lo cual las fuerza a transferir su tecnología y conocimientos. El año pasado se vendieron poco más de 13 millones de automóviles en China y se espera que para 2015 las ventas sean cercanas a los 30 millones de vehículos anuales, un ritmo de crecimiento imposible de observar en otros lugares. Para esta industria en particular, el futuro está indudablemente en China. Además de la venta de coches, hay sorprendentes oportunidades en todos los negocios subsidiarios: autopartes, refacciones, talleres mecánicos, escuelas de manejo, seguros, etcétera. El año pasado, 80% de quienes compraron un auto en China lo hicieron por primera vez.
- I Ching. Libro de las mutaciones, Editorial Hermes.