Federico Reyes Heroles es Presidente del Consejo Rector de Transparencia Mexicana.
No podíamos cruzar por la inevitable fecha sin hacer un balance de lo mucho que ha cambiado nuestro país.
Población
A principios del siglo xx números desgarradores de mujeres y niños morían cada año. Hoy, por cada 1,000 nacimientos mueren 57 madres. Sólo 18 de cada 1,000 menores nacidos vivos mueren antes de los cinco años.
En 100 años México ha logrado también el aumento de la esperanza de vida y el cambio de patrones de comportamiento reproductivo, y ha entrado a la fase en la cual el envejecimiento de su población ya está en el horizonte.
Como resultado del descenso en el crecimiento demográfico, México se acerca al mínimo de dependientes por trabajador, que probablemente se alcance en diez años y que será de 0.3.
Por supuesto que se podrán señalar dolorosas ineficiencias, algunas de ellas vigentes en pleno siglo xxi. Las disparidades muy marcadas entre la población que vive en zonas urbanas y la población de las zonas serranas, zonas aisladas y de difícil acceso en las cuales la tasa de fecundidad sigue siendo alta y la mortalidad materna e infantil también, son un pendiente. Sin embargo no podemos negar el cambio en el panorama general del país. México vivió en la segunda mitad del siglo xx y vive en esta primera década del xxi lo que los demógrafos llaman la transición demográfica.
Urbanización
En 1910, 12 de los 15 millones de mexicanos vivían en zonas rurales. En el 2010 casi el 80% de la población vive en zonas urbanas o semiurbanas. La urbanización tiene muy mala fama. Pero es también la dolorosa medicina a una condición que impide elevar los niveles de bienestar de manera acelerada: la dispersión. No es casual que el analfabetismo se enquiste en las poblaciones aisladas, ni que los peores índices de marginación e insalubridad y las peores condiciones de opresión se presentan en comunidades aisladas. México padecía ese mal de manera muy severa. Sigue presente, pero en los últimos cien años disminuyó de manera muy importante.
Infraestructura
Terminamos el siglo xx con alrededor del 95% de la población con servicio eléctrico y una red de transmisión equivalente a 15 vueltas completas a la Tierra. Cada año se incorporan alrededor de un millón de mexicanos a ese servicio. Ya pocos lo mencionan como un logro.
En 1910 se registraron alrededor de 80,000 traslados mediante vías férreas y algo de autotransporte. El contraste no podía ser mayor. En 2008 nada más el transporte aéreo realizó más de 53 millones de traslados. Pero esa forma de transportación sigue siendo pequeñísima en relación al autotransporte que representa casi el 98% de los movimientos. La cifra es asombrosa: el autotransporte efectuó más de 3,200 millones de traslados. Sobra decir que, con todas sus deficiencias, el sistema carretero integró a México.
Independencia de la agricultura
Las inversiones en infraestructura permitieron que en 100 años México dejara de ser un país altamente dependiente de la agricultura de temporal, conformado básicamente por familias campesinas, con niveles altísimos de analfabetismo —alrededor de 72%—, para convertirse en una sociedad básicamente urbanizada con un nivel de analfabetismo que ronda el 9% y que se ha independizado en buena parte de la agricultura, de los caprichos del cielo. Nuestro país tiene una larga tradición agraria y este asunto ha sido más bien abordado con una lectura llena de mitos y tabúes. A diferencia de muchos otros países con una clara vocación agrícola, como podrían ser Dinamarca, donde 60% del territorio puede ser cultivable, o Alemania, con 34%, en México el porcentaje de tierra cultivable es de apenas el 13 por ciento.
No se trata de que disminuya la producción agrícola sino de que la producción de los otros dos sectores (industria y servicios) crezca a gran velocidad y desplace al sector de la agricultura para lograr bienestar lo antes posible. En 1910 la producción agrícola fue calculada en poco más de 3.5 millones de toneladas, básicamente maíz. En 2008 la producción llegó a alrededor de 180 millones.
Clases medias
La formación de ciudadanía ha sido un proceso mucho más lento. Aun así, la transformación no tiene retorno. Las clases medias conforman hoy al actor político y social más importante de nuestro país. Muchas de las explosiones o implosiones nacionales más importantes de las últimas décadas han sido producto de movimientos de clases medias. Pensemos en el 68, en el 71, en el 85, el 88 o el año 2000, con el cual llegó la alternancia en el Ejecutivo Federal y que no puede ser explicado sin una intensa participación de las clases medias.
Los hogares
También la composición de los hogares es totalmente distinta a la de hace 100 años. El estereotipo de la familia mexicana ha sufrido muchísimas modificaciones. Quizá la más importante sea la incorporación de la mujer a las actividades productivas, que rebasa ya al 40 por ciento. Se trata de uno de los cambios centrales de una sociedad que se moderniza.
Valores
El cambio de valores también ha sido muy acelerado. El catolicismo ha venido disminuyendo lentamente. En 1960 los católicos representaban un 96.5% de la población. Para el año 2000 el porcentaje había descendido al 88 por ciento. En paralelo, las religiones no católicas han crecido. También se han incrementado los mexicanos que se dicen sin religión, que pasaron del 0.6 al 3.5 por ciento.
Los comportamientos sexuales de los mexicanos nos hablan de una sociedad muy abierta a estos temas. 60% de los mexicanos jóvenes expresan que están de acuerdo con las relaciones premaritales, 31% con las relaciones extramaritales y 18% con las relaciones homosexuales.
Los cambios de valores aluden también a las concepciones políticas. En México la cultura autoritaria ha disminuido sensiblemente, si bien todavía existe un porcentaje alto de ciudadanos que se inclina por la vía autoritaria, 28 por ciento.
En materia de tolerancia, se han realizado recientemente varios estudios que muestran avances significativos. Sin embargo hay algunos aspectos que resultan preocupantes. Por ejemplo la homofobia. Otra expresión de intolerancia muy preocupante es la que se presenta en entidades donde la pluralización religiosa es ya un hecho.
La severidad de los datos nos obliga a aceptar que hay aspectos de la modernización que se han quedado a la zaga. La Encuesta Mundial de Valores retrata a un mexicano que expresa muy poco respeto a los derechos del otro. También respeta poco la legalidad. Ningún sistema fiscal será sólido cuando uno de cada dos causantes potenciales encuentra algún vericueto para brincarse la norma. Ninguna democracia será estable cuando tres de cada cuatro mexicanos expresa que sólo se deben respetar las normas con las cuales se esté de acuerdo.
El balance, sin embargo, indica que la sociedad mexicana del 2010, en su gran mayoría, es una sociedad más sana, más educada, mejor comunicada, más informada, mucho más politizada, más plural y más abierta.
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