Gustavo A. del Ángel
Catedrático e investigador del cide.
La reprivatización bancaria fue uno de los elementos más importantes de la reforma del Estado llevada a cabo durante la presidencia de Carlos Salinas. A su vez, los fenómenos históricos encadenados a este proceso y sus efectos sobre la economía, la política y la sociedad han dejado una profunda huella en la historia del México contemporáneo.
Summa del pensamiento político y el análisis histórico de Suárez Dávila sobre el episodio de la privatización de la banca y su secuela, el libro sigue una estructura cronológica de explicación de los acontecimientos. Se trata de un ensayo histórico que incluye elementos testimoniales del propio autor.
El libro se inserta en una corriente de estudios sobre la economía política de la evolución financiera de México en las dos últimas décadas del siglo xx. A pesar de emplear razonamientos objetivos y evidencia concreta, este estudio no es una narración fría: es una crítica apasionada a las decisiones de política financiera que dieron forma a esta historia. En ese sentido, contribuye a la discusión del tema con un análisis informado y experto y, cabe señalarlo, desde una perspectiva que es casi de rendición de cuentas. Partícipe de varios de los acontecimientos que señala en el libro, el autor no deja de ser en algunas ocasiones parte de la propia narrativa.
Hay varios elementos del libro que me llamaron la atención. A continuación menciono algunos.
La capacidad regulatoria y de supervisión del gobierno sobre la banca jugó, en efecto, un papel relevante en la crisis. Algunos bancos grandes, como son los casos de Bancomer y Banamex, se adelantaron al problema y frenaron el crecimiento de varios segmentos de sus carteras, en el caso del primero desde 1992, esto es a meses de que fuera reprivatizado. Para 1994 había ya analistas que anticipaban una crisis de cartera en la banca. Era como si las últimas en enterarse hubieran sido las autoridades regulatorias.
Esto no quiere decir que no había funcionarios capacitados u honestos en las agencias supervisoras. El asunto no atañía solamente a estas agencias. La evidencia internacional muestra que en tiempos de crisis, los supervisores siempre han sido rebasados. El problema tenía que ver más bien con la capacidad de acción regulatoria coordinada entre las distintas autoridades financieras. En el periodo que estudia el libro esta coordinación se logró tardíamente y casi a la fuerza. En al menos dos ocasiones de la historia reciente de México sí se ha logrado esa coordinación: el periodo de 1983 a 1987, durante la crisis de la deuda y bajo el liderazgo de la Secretaría de Hacienda, y en la actualidad, con la reciente instalación del Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero.
El libro nos da información sobre la political economy de la reprivatización y del rescate bancario. En el caso de la desincorporación, el análisis que hace el autor sobre las estrategias políticas del gobierno es realmente interesante. En cuanto al rescate y el saneamiento, la idea que deja el libro es que la toma de decisiones fue menos articulada y más bien apresurada —a diferencia de lo que sucedió con la administración de la banca estatizada y con el proceso de la privatización, donde hubo una disciplina de Estado que dirigía las decisiones, erradas o no.
Cabe señalar que para este tipo de medidas, la fórmula o el modelo que utilice el gobierno es relevante, pero más relevante aun es hacer que el modelo y las acciones sean creíbles y consensuadas. En el sexenio de Ernesto Zedillo los tiempos políticos habían cambiado y el gobierno federal no tenía los mismos márgenes de acción que tuvieron sus predecesores.
La reprivatización bancaria fue uno de los elementos más importantes de la reforma del Estado llevada a cabo por Carlos Salinas. Las medidas salinistas constituyen uno de los cambios más profundos y ambiciosos en la historia reciente de la política económica: reprivatización bancaria, apertura comercial y tlc, reforma agraria, reforma de la banca de desarrollo, reforma del banco central, desregulación de industrias y actividades, etcétera.
Todo esto requería de tiempo para consolidarse y el paquete que recibió el gobierno de Zedillo —incluyendo la crisis macroeconómica, que se generó en parte por la incursión en tesobonos— era un edificio en llamas o a punto de prenderse, recimentado pero lleno de desperfectos e improvisación.
La historia de este libro me deja con una reflexión para el futuro del país: lo importante que es la profesionalización del sistema financiero. No sólo para la banca múltiple, que ya ha rebasado muchos de sus problemas, sino también para la nueva ola de intermediarios financieros que han surgido en los últimos años y que, en principio, deben ser una promesa para un sistema financiero más incluyente, competitivo y socialmente ético.
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El fracaso de la reprivatización
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