En un primer análisis de la información, que liberó la Presidencia de la República recientemente, sobre los homicidios cometidos en el país en los primeros cuatro años de la presente administración, el autor busca entender si a nivel de las localidades el problema va en aumento, se mantiene o disminuye.
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Siempre que la sociedad enfrenta problemas, es importante discutirlos (así como sus posibles soluciones) con hechos estadísticos. La aportación de Fernando Escalante en su artículo intitulado “Homicidios 2008-2009. La muerte tiene permiso” (Nexos, enero de 2011) es un referente fundamental para entender el fenómeno de violencia que vive México. En ése y otro artículo previo, Escalante muestra que la tasa de homicidios se redujo sistemáticamente entre 1990 y 2007, y repuntó dramáticamente en 2008-2009, contra toda probabilidad. Escalante llegó a esta conclusión haciendo uso de las actas de defunción capturadas por el inegi y también concluyó que la violencia está creciendo pero que a la vez se está concentrando geográficamente.
No es sencillo hacer análisis del tema con la información estadística disponible. La base de datos liberada recientemente por la Presidencia de la República,1 que consigna el número de homicidios por agresiones, enfrentamientos y ejecuciones en los 49 meses que van desde diciembre de 2006 hasta diciembre de 2010 es útil, ya que tiene granularidad local. Los homicidios no son la historia completa de la violencia, pero sí aportan información útil. En este artículo intentaré hacer un somero análisis de esos datos, con el fin de entender si el fenómeno a nivel de las localidades va en ascenso, en descenso o muestra una tendencia oscilatoria.
La violencia en números, según la base de datos de Presidencia
La base de datos consigna 34,612 homicidios en 1,167 municipios del país. En 382 municipios, durante el periodo, solamente hay uno o dos homicidios. Del otro lado del espectro, hay cinco municipios aberrantes: Juárez, Culiacán, Tijuana, Chihuahua y Acapulco, que concentran casi el 35% de los homicidios registrados (ver gráfica).
De los 1,167 municipios, solamente en 111 hay más de un homicidio mensual en promedio. No sabemos si en los otros 1,274 municipios que no están en la base de datos hay más homicidios no reportados. El “efecto cucaracha” que se da cuando el Ejército entra a una plaza y mueve a los delincuentes que la ocupan debe analizarse en los casi 2,500 municipios de México, no solamente en aquellos donde están ocurriendo homicidios.
Hicimos un modelo econométrico que explica el número de homicidios con base en los tres meses anteriores. Usamos un filtro de ajuste estacional2 para facilitar la interpretación de datos. En el 85% de los 1,167 municipios en cualquier mes dado, el número de homicidios es cero, lo cual dificulta el análisis estadístico-econométrico, pero en sí es una buena noticia; implica que el fenómeno no está extendido geográficamente.
Si no se usa el filtro de ajuste estacional, solamente en dos municipios el número de homicidios muestra una tendencia clara a la baja: Ciudad Juárez y Tijuana. En el primero, hay 14% menos homicidios que el mes anterior en promedio, mientras que en el segundo, en cualquier mes el número de homicidios es 1% menor que el mes anterior. El resultado para Juárez es robusto estadísticamente; el de Tijuana no.
El modelo con datos ajustados es significativo para 192 municipios. En ellos, los homicidios de los tres meses anteriores son útiles para explicar los del mes actual. En 114 de ellos hay una tendencia claramente creciente, en 21 hay una tendencia decreciente y en 57 hay una tendencia oscilatoria.
Estos 192 municipios explican solamente el 10.2% de los homicidios totales. En los otros 975 municipios, donde está casi el 90% de los homicidios, lo que pasó en los meses anteriores no explica los del mes actual. En ellos el homicidio es errático, improbable, impredecible y tiene causas distintas a una espiral de violencia (ver tablas).
Tendencia a la alza, a la baja y oscilatoria
En los municipios donde se está concentrando y está creciendo la violencia deben entrar la inteligencia policiaca y militar como punta de lanza y la política pública del Estado —con programas de salud, educación, vivienda, empleo, infraestructura, impartición de justicia, áreas verdes, transporte, bibliotecas, centros comunitarios, despistolización—; muchas cosas por hacer, como se está haciendo en Juárez. La estrategia debe ser una de reconstrucción del tejido social, no solamente de guerra. No habrá paz duradera apuntalada con balas; la paz se sustenta en la reconciliación y el diálogo.
Ciertamente, 49 meses no dan toda la película necesaria para entender el fenómeno y sus soluciones. Lo que es cierto es que la violencia está concentrada en pocos lugares, como bien apuntó Escalante, y en ellos tiene que establecer el orden el Estado mexicano.
La prioridad debe ser asignar recursos a las plazas de alta frecuencia homicida, bajo control estricto del Ejecutivo Federal. Los municipios son un orden de gobierno que no tiene las fortalezas institucionales para enfrentar un problema de esta magnitud, como se evidencia en los subejercicios presupuestales ocurridos en muchos de los municipios altamente violentos.
* Solamente se presentan los municipios estadísticamente significativos para el modelo H[t]=a+b1 H[t-1]+ b2 H[t-2]+ b3 H[t-3]+E. Datos desestacionalizados. Fuente: Preparado por el imco con datos proporcionados por la Presidencia de la República.
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manuel j. molano es maestro en Economía por el Imperial College. Ganador del Premio Banamex de Economía en 1998, es Director General Adjunto en el imco.
1 http://www.presidencia.gob.mx/?DNA=119
2 Hodrick-Prescott.