Quiero dedicar todo mi tiempo a la política ahora.
Pero si me logran detener, será difícil,
así que tengo que inventar nuevas ideas,
o hacer arte de otra manera…
El arte está conectado a nuestras vidas,
y nuestras vidas son políticas,
así que se vuelve político el arte.
Ai Wei Wei
Seis horas antes de ser arrestado en Beijing en abril de este año, el artista chino Ai Wei Wei escribió lo que hasta hoy sigue siendo su última publicación en Twitter. Por meses se sospechó incluso su muerte a manos del gobierno, pero tras tres meses de arresto, esta semana fue liberado bajo fianza y con la condición de no hablar en público. No es la primera vez que el gobierno chino lo amordaza.
Ai Wei Wei ha sido arrestado, golpeado y silenciado en múltiples ocasiones. Su estudio fue derrumbado, su blog censurado, y su nombre ha sido ilegalizado (si su nombre se ingresa en un buscador de Internet dentro de China, aparece una pantalla que lee: “uso de palabra ilegal”). Pero Ai Wei Wei sigue siendo, a pesar de la insistente agresión de las autoridades Chinas, uno de los activistas más prolíficos en defensa de la libertad de expresión dentro del país que ha prohibido Google y Twitter. La ironía es que también es uno de los artistas más destacados del país que lo quiere callar.
Ai Wei Wei creció bajo el yugo de la censura. Su padre, el poeta Ai Quing, miembro y seguidor del partido comunista, tuvo la mala suerte de caer de la gracia del régimen, y por ello pagó el precio de ser enviado, como exiliado, a un desértico rincón del país, a limpiar excusados y vivir con su familia en un hoyo en la tierra. En ese hoyo literal fue donde Ai Wei Wei creció, y fue ése el sitio donde su padre rascó las paredes de lodo para esculpirle a su hijo un librero. Hijo del intelectual traicionado por la pudrición de la utopía que antes defendiera, Ai Wei Wei es símbolo perfecto del fruto producido por las más recientes décadas de China: es el hijo de la censura, y como tal carga una profunda hambre de voz.
Con la proliferación de internet, Ai Wei Wei ha encontrado el nicho perfecto para practicar el papel de artista/activista. Esta superposición de profesiones, que él considera “natural”, le permite no sólo sostener, sino también unificar una prolífica práctica artística con un cada vez más avivado activismo digital. Bloggero devoto, varios de sus proyectos dependen y surgen de internet. Tal es el caso de “Fairytale”, proyecto presentado en el festival de arte Documenta, para el cual convocó a través de internet a 1001 chinos, para quienes viajar fuera una imposibilidad, y los llevó al festival en Kassel, Alemania. Internet es el espacio donde ha expandido su práctica y expresado su disidencia. Por medio del uso de servidores proxy virtuales, un recurso digital que permite mantener absoluto anonimato durante el uso de internet y la imposible identificación de la localización del usuario, Ai Wei Wei ha logrado día a día “saltar” la gran muralla del sempiterno firewall que asegura la censura gubernamental de internet en China, para convertirse en asiduo usario de Twitter, publicando hasta 100 entradas al día. Podría decirse incluso, que el proyecto artístico más grande de Ai Wei Wei, su vida misma como ciudadano crítico, depende de la Internet, pues a través de su constante participación en el mundo digital ha transformado su vida diaria en un espacio público donde la crítica al sistema es plausible, convirtiendo su cuenta en una isla de crítica dentro de un país caracterizado por la censura.
La multidisciplinaria obra de Ai Wei Wei abarca proyectos arquitectónicos, fotográficos, de escultura, video y performance, y se distingue por una contante que yo llamaría “anti-monumentalidad”. Mi obra favorita del artista, por ejemplo, es una serie de fotografías donde se le retrata destrozando un jarrón de la dinastía Han en un acto de desafío al monumental pero quizá vacío pasado de China. Es mi favorita porque me asombra tanto la audacia del acto que se eclipsa el hecho de que me horroriza la acción destructiva. Su obra Sunflower Seeds, presentada pocas semanas antes de su arresto en la galería Tate de Londres es un cuarto repleto de miles de semillas de girasol de porcelana producidas a mano por artesanos chinos. La producción de las piezas individuales resultó de proporciones épicas: un montón de 500 kilos empleó a 160 personas por seis meses. Otra obra de producción colectiva surgió como respuesta a la negativa del gobierno chino a revelar la cantidad de muertos tras el terremoto de 2008 en la provincia de Sichuan. Emprendiendo un proyecto de “investigación ciudadana” Ai Wei Wei utilizó la ayuda de decenas de voluntarios para investigar el nombre, fecha de nacimiento y escuela de cada estudiante muerto durante el terremoto. Reveló también que muchas de las escuelas caídas no habían sido adecuadamente construidas a causa de corrupción gubernamental. La obra de arte surgida es una instalación de 5000 a 9000 mochilas que representan a los niños cuyas muertes pudieron haber sido evitadas. El gobierno evidentemente no apreció los esfuerzos de Ai Wei Wei por esclarecer el papel de la corrupción local en estas muertes, y las consecuencias casi le costaron la vida. Una noche fue arrestado y tan brutalmente atacado por la policía que fue necesario operarle para curar una hemorragia cerebral. La respuesta de Ai ante el ataque fue sacar fotos de su arresto y subsecuente hospitalización y subirlas a internet.
Pareciera que Ai Wei Wei insistiera, a través de su práctica, en realizar proyectos que en principio cualquier diría son de osadía infinita o simplemente imposibles de realizarse. Su proyecto global de entrada pareciera ser cambiar a China. Pero incluso en sus ambiciones más humildes, Ai Wei Wei logra redimir una de las intenciones primordiales del arte, una que solemos olvidar demasiado a menudo, el hecho de que el arte no existe sólo para producir cosas bellas o esplendorosas, sino para revelar aspectos ocultos de la condición humana y el mundo que nos rodea, tomando en cuenta la belleza a la par de la atrocidad. El arte está ahí para cambiar algo en el observador, para obligarlo a entrar en conflicto, para obligarlo a cuestionar. Es muy significativo que al menos seis obras de Ai Wei Wei se han presentado al público en al menos cuatro países durante los tres meses de su arresto. Esto demuestra que aún si el gobierno chino pudiera eliminar al artista, la obra surgida de su activismo artístico seguiría hablando por él.
Hola:
Creo que es muy loable el dar a conocer el trabajo de personas como Al Wei Wei.
Vivo en España, me gustaría saber como podría contactar con Al Wei Wei.
Muchas gracias.
Un saludo. Manuel