Tuesday, 24 December 2024
Artículos relacionados
La insoportable inocuidad de legislar contra las encuestas
Este País | Juan Antonio Cepeda y Marco A. Morales | 01.11.2012 | 0 Comentarios

La LXII Legislatura se estrena con varios asuntos en la mesa, entre ellos las iniciativas que presentaron Gerardo Villanueva y Martí Batres, diputados del PRD, y Roberto Gil, senador del PAN, con el fin de “regular” las encuestas desde el ámbito legal.

©iStockphoto.com/bamlou

Si bien durante las últimas semanas hemos atestiguado una discusión amplia en torno a las encuestas electorales que es digna de celebrarse, resulta poco probable que pueda hacerse una contribución sustancial desde el Congreso cuando los legisladores parten de diagnósticos y premisas equivocadas —o, cuando menos, imprecisas— sobre el “problema” a resolver.

Somos escépticos ante las propuestas legislativas para normar el uso y difusión de encuestas porque debiera ser entre encuestadores, en los medios de comunicación, a través de críticas sesudas de analistas y expertos, y en la pedagogía de las instituciones electorales donde se gesten los cambios. Es en campo, no en el Pleno, donde existe un espacio fértil para que las encuestas cumplan de la mejor manera su razón de ser.

Encuestas, ¿para qué?

Empecemos por el principio. Antes de abordar el tema que nos ocupa es importante preguntar para qué queremos encuestas. En una democracia —resulta crucial no olvidar este contexto— las encuestas electorales cumplen con dos objetivos muy sencillos:

1. Que los ciudadanos —especialmente los votantes— cuenten con “información oportuna y socialmente útil” (en palabras de Javier Aparicio); y
2. Que los actores políticos cuenten con información oportuna para tomar decisiones durante el proceso electoral, incluyendo el día de las votaciones.

Para que estos dos objetivos se alcancen es importante que se dé una condición necesaria: que la información provista por las encuestas sea certera y ajena a sesgos partidistas.

Las secuelas electorales: por la puerta falsa

Preocupa particularmente la iniciativa presentada por los diputados Villanueva y Batres el pasado 6 de septiembre porque parte de un diagnóstico impreciso: que el problema radica en un “complot” y en la difusión de las encuestas. Aducen que los objetivos de las encuestas electorales en México no se alcanzaron porque la condición necesaria no se cumplió. Para ellos, la información provista por las encuestas está sesgada por un interés partidista.

No es extraño, entonces, que esta iniciativa busque incidir sobre dicha condición eliminando totalmente la posibilidad de generar información sesgada. Prohíbe las encuestas para evitar que busquen favorecer a alguien: sin encuestas no hay información, y sin información es imposible que exista información sesgada… u objetiva.

Sin embargo, la propuesta es una puerta falsa porque cancela también el primero de los objetivos de las encuestas en una democracia: proveer información socialmente útil a los ciudadanos. La iniciativa, en el fondo, trasciende las propias encuestas porque mina la calidad de la democracia. Resulta interesante que la idea de Villanueva y Batres de prohibir la difusión de resultados de encuestas contradiga una de las exigencias primordiales que enarboló la izquierda durante el proceso electoral: contar con una democracia donde exista mayor y mejor información. Esta exigencia la comparte con el movimiento #YoSoy132, que busca defender el derecho a la información para los ciudadanos a través de medios de comunicación más democráticos.

El debate en el Legislativo

El debate para legislar contra las encuestas no comenzó en septiembre de este año. En la LXI Legislatura, por ejemplo, representantes de diversos grupos parlamentarios presentaron ocho iniciativas al respecto. (De hecho, el diputado Francisco Espinosa Ramos (PT) presentó una iniciativa virtualmente idéntica a la de Villanueva-Batres para prohibir la difusión de encuestas y sancionar penalmente a los infractores.) Estas propuestas han buscado fortalecer las facultades del IFE para regular encuestas (senador Ricardo Monreal, PT); prohibir la difusión de encuestas 15 días antes de la elección (senador Antonio Mejía Haro, PRD); establecer las bases que deben observar quienes soliciten, ordenen, realicen y publiquen encuestas (senador Rodolfo Dorador Pérez Gavilán, PAN); crear un Registro Público de Encuestadores en el IFE para sancionarlas (senador Leonel Godoy, PRD); modificar el Código Penal Federal para endurecer las penas por difundir encuestas en tiempos vedados (diputado Carlos Flores Rico, PRI); sancionar que medios de comunicación mantengan reservada la metodología de las encuestas que difundan (un mélange de senadores del PRD y Movimiento Ciudadano), y modificar el Código Penal Federal para homologarlo con el Cofipe (senador Ricardo Monreal, PT). El sentido general de todas estas propuestas es el mismo: regular la difusión o los aspectos fácilmente verificables de las encuestas, pero sin entrar en reflexiones profundas o en discusiones con efectos positivos y de largo plazo para el gremio de encuestadores.

Ninguna de las iniciativas ha pasado de su estancia en comisiones; continúan en el proceso de dictamen, sin dormir el sueño de los justos.

La insoportable inocuidad…

La forma en que se ha buscado legislar contra las encuestas parte de un axioma impreciso. Después de demasiados años de sobrerregular, aún no hemos aprendido la lección que nos enseñó la Reforma Electoral de 2007: más leyes —y su aplicación— no implica la eliminación de comportamientos indeseables. Por el contrario, si no atienden las causas del comportamiento, más leyes solo significan caminos distintos para llegar al mismo comportamiento indeseable. La regulación que busca modificar comportamientos por decreto está condenada a ir siempre un paso atrás del comportamiento.

Quienes legislan contra las encuestas parten también de un diagnóstico y una problematización equivocados. El problema que más urge solucionar está en el levantamiento de las encuestas, y ninguna de las regulaciones propuestas lo atiende. Aun si pudiésemos validar la metodología en papel y revisar minuciosamente las bases de datos (como proponen las iniciativas de ley), quedaría sin atenderse directamente el asunto de la aplicación de las encuestas en campo. Y, evidentemente, es un despropósito utilizar recursos públicos para verificar estos procesos. La solución, así, no reside en una mayor regulación, sino en incentivos para que los encuestadores mejoren continuamente sus metodologías.

Si los legisladores han de incluir en su agenda de reformas políticas el tema de las encuestas, sería muy provechoso que lo hagan basados en un debate serio, que tome en cuenta todas las aristas y a todos los actores involucrados.

_______________________________
JUAN ANTONIO CEPEDA es analista político y escritor.
MARCO A. MORALES es profesor asociado en el ITAM.

Dejar un comentario



La desconfianza electoral en México
No es casual que justo ahora, cuando la confianza en la limpieza de las elecciones ha caído hasta niveles preocupantes, se busque la desaparición o, en el mejor de los casos, la transformación del IFE. Si la democratización mexicana ha tenido como uno de sus ejes la construcción de la confianza electoral, los resultados recientes […]
1994: año crítico para la democracia
Se sabe bien: 1994 fue un año convulso. La estabilidad política, social y económica del país no solo estuvo en riesgo, se perdió. Un levantamiento armado, magnicidios, delincuencia, una sensación general de zozobra y, para rematar, una de las peores crisis económicas que podamos recordar. Justo en medio, las elecciones federales de agosto. No obstante […]
IFE Bizarro
Lejos y atrás habían quedado los tiempos en que uno aprendía por el sólo hecho de asistir a las Comisiones del IFE, cátedras de política en que los consejeros revisaban el trabajo de las áreas. En 1999, por ejemplo, los directivos de la Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral y Educación Cívica presentaron un proyecto para […]
La tragedia de la impugnación
Cualquier sistema político se define no solamente por sus reglas, sino por sus costumbres también. Es decir, países como Haití y Tayikistán tienen Constituciones que establecen un sistema liberal, pero en los hechos, están lejos de ser democracias funcionales. Resulta que hay límites a lo que puede lograr una bonita Magna Carta; una democracia verdadera […]
Dignidad electoral
No creo que el próximo domingo, al cierre de urnas de los procesos electorales que se siguen en 15 entidades del país, podamos presumir que las jornadas estuvieron limpias de acarreo, turismo electoral y coacción del voto. ¿De que forma será posible concluir la consolidación democrática en un país que como el nuestro, tiene una […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (154.318)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (66.491)
...

Con toda la barba (49.246)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.886)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (27.019)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez