La primera vez que le dijeron a un amigo mío que se adscribía como indígena que su lengua materna era el español y no el mixe, su rostro reflejó un innegable conflicto interior. Su primera reacción fue negarlo, la lengua de sus padres y de sus abuelos era el mixe, por lo tanto, él hablaba del mixe como su lengua materna. Aunque había aprendido mixe como segunda lengua (y a pesar de los conflictos de identidad) el español era su primera lengua. Discutiendo el tema tiempo después, hablamos del conflicto que supone que tu lengua materna sea la que esté desplazando la lengua de tus padres, pero también hablamos de cómo las lenguas no son las culpables sino las relaciones desiguales entre personas y culturas en las que se pretende imponer solo una visión válida, sólo una lengua válida.
En la lucha por conservar la diversidad lingüística es importante recalcar que no es el monolingüismo de las personas lo que mejor conservará una lengua determinada, sino el equilibrio en el uso de dos o más lenguas. Si bien impulsar el monolingüismo en mixe no es la solución para fortalecer esta lengua, también creo que hay que luchar contra el monolingüismo en español que se impone de algún modo a las personas que dejan de hablar una lengua indígena.
En un pueblo de Oaxaca que se encuentra en el límite entre las tierras chinantecas, mixes y zapotecas lo común era, hace unas generaciones, el bilingüismo, había personas que hablaban chinanteco y mixe, mixe y zapoteco o chinateco y zapoteco, incluso había personas trilingües, según me contaron; tiempo después, las nuevas generaciones se volvieron mayoritariamente bilingües: mixe y español, zapoteco y español, chinanteco y español; en los días que visité el pueblo, la mayor parte de los niños eran ya monolingües del español. De un contexto en el que el trilingüismo era posible, el desplazamiento de las lenguas conduce a un monolingüismo en las nuevas generaciones.
El multilingüismo es cada vez más valorado en el mundo pero en México cada vez hay una mayor tendencia a convertirnos en una población monolingüe en español. La mayoría de la población mexicana es monolingüe y ahora la mayoría de los bilingües somos indígenas.
En el proceso de fortalecimiento de las lenguas indígenas, el español no es nuestro enemigo, el español también es nuestra lengua o también puede serlo. Sólo que lo mismo quisiéramos que fueran nuestras lenguas para todos, que el mixe o el chatino también fuera la lengua de más mexicanos, que el maya y el guarijío también provocara que más personas abandonaran el monolingüismo en español.
El español puede ser la lengua de todos pero todas las lenguas mexicanas pueden serlo también. El enemigo no es el español, el enemigo es la visión que trata de imponer una sola lengua. El español también es nuestra lengua: también queremos pensar y sentir en ella sin que ello suponga la muerte de nuestra lengua materna. Todos tenemos derecho a tener acceso al multilingüismo.