El año 2000 fue un hito en la agenda global del desarrollo. La Declaración del Milenio y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) establecidos en aquel año definieron para la siguiente década buena parte de los debates y de los esfuerzos internacionales para alcanzar ocho metas puntuales para el año 2015: desde la reducción de la pobreza, el acceso universal a la educación primaria, el combate al VIH/SIDA y la igualdad de género. Aunque el balance final sobre el cumplimiento de las metas deberá aguardar un par de años más se sabe que mientras algunos países ya han cumplido, otros tendrán que hacer grandes esfuerzos para cumplirlos.
¿Qué vendrá después de los ODM, cuando llegue el 2015? Como era de esperarse, la historia no concluye ahí. La fuerza con la que los ODM y su batería de metas e indicadores puntuales y (relativamente) sencillos aglutinaron un amplio esfuerzo global por acabar con la pobreza y mejorar las condiciones de vida de millones de personas, se buscará renovar para los siguientes lustros. En julio de 2012 se conformó un Panel de Alto Nivel para comenzar a definir la agenda del desarrollo post 2015. En mayo pasado presentó su reporte, el cual se prevé que establezca los elementos básicos para lo que viene: un debate mundial que permita definir los nuevos objetivos, metas nacionales e indicadores del desarrollo.
¿Qué propuso el Panel de Alto Nivel Post 2015? Primero, han establecido cinco “cambios transformativos” en los que se debe basar la nueva agenda del desarrollo, sus objetivos, metas e indicadores. Se trata de un conjunto de vectores o ejes de trabajo: (1) que nadie se quede rezagado del desarrollo, lo que significa que si bien la agenda es universal, los excluidos, en cualquiera de sus formas, deben ser especialmente considerados; (2) el desarrollo sustentable en el centro; (3) transformar las economías para que generen empleo y crecimiento inclusivo; (4) construir la paz e instituciones efectivas, abiertas y que rindan cuentas, lo que significa reconocer que la paz y el buen gobierno son elementos centrales del bienestar, y (5) forjar una nueva alianza global a favor del desarrollo que incorpore no solo a los gobiernos sino a todos los actores del desarrollo.
Respecto de los nuevos objetivos propuestos, de los ocho ODM originales del año 2000, se mantienen algunos y se redefinen otros. La erradicación de la pobreza y la equidad de género se mantienen como objetivos. Entre lo nuevo, destaca la incorporación del buen gobierno y las instituciones, del acceso al agua, de la educación de calidad, de las fuentes de energía sustentables y del empleo como elementos claves del desarrollo.
Se definen 54 indicadores específicos con ejemplos sobre posibles metas nacionales y, algo importante, se ofrece evidencia de por qué cada uno de los objetivos debería ser incluido. Se extraña un mayor reconocimiento sobre las desigualdades (económicas y de otro tipo), la importancia para la paz y estabilidad de la cohesión a nivel de comunidades y quizá también una mayor discusión sobre conceptos de horizonte amplio como el bienestar y la forma en que las personas la experimentan. Los próximos dos años serán de una intensa y (esperemos) extendida discusión sobre nuestra visión y misión colectivas como humanidad, encapsulada en una nueva edición de los ODM.
Fuente: Elaboración propia con base en: Naciones Unidas, A New Global Partnership: Erradicate Poverty and Transform Economies Through Sustainable Development, Reporte del Panel de Alto Nivel de Personas Eminentes sobre la Agenda del Desarrollo Post 2015, Nueva York, Estados Unidos, 2013.
EDUARDO BOHÓRQUEZ <@ebohorquez> es director de Transparencia Mexicana. ROBERTO CASTELLANOS <@robcastellanos> es coordinador de Investigación Aplicada en la Fundación Este País.