La efervescencia del mercado del arte en China puede servir de argumento a quienes dicen que el desarrollo económico de una nación va acompañado de un esplendor cultural. En los últimos años, el interés en la creación artística y en la compraventa de obras se han abierto camino entre los chinos debido al ascenso de muchos de ellos en la escala económica.
China, una de las civilizaciones más antiguas y con mayor continuidad histórica, es poseedora de un acervo de arte antiguo invaluable, tanto por su tamaño, diversidad y belleza como por su singularidad y tradición. Los ejemplos van desde utensilios de uso común de porcelana, bronces, textiles de seda, tinteros, muebles, artículos decorativos y miniaturas hasta obras universales de pintores, escultores, poetas y calígrafos.
El lugar primordial que ocupó el arte en la antigua China explica el carácter único, la diversidad, la riqueza y la tradición de sus obras. En la vida imperial, el arte representó una de las actividades más celebradas, lo que llevó al desarrollo de estrictos métodos de enseñanza, aprendizaje y ejecución. Del arte imperial surge la tradición china de dibujar retratos de emperadores, de visitas oficiales o de la vida en la corte —por ejemplo, las famosas series sobre mujeres. Incluso, algunos emperadores fueron dotados artistas, como Huizong (1101-1125).
Además de la vida en las cortes —y, en general, del vasto repertorio del arte antiguo en China—, existió una predilección por representar la naturaleza o el pensamiento humano. Son emblemáticas las obras dedicadas a dibujar tallos de bambú o paisajes de montañas y ríos, así como los grandes ejemplos de caligrafía. El dibujo de paisajes y la caligrafía son dos de las técnicas más reconocidas y amadas en la historia del arte chino. Ambas manifestaciones cumplían con valores principalmente religiosos y filosóficos, provenientes del budismo y el taoísmo.
Debido a que el arte estuvo tan ligado a la estabilidad política, filosófica y religiosa y al esplendor imperial, después de la llegada de las potencias occidentales a mediados del siglo XIX y el fin del imperio chino, la producción artística pasó por una época difícil.
La China de la actualidad, no obstante, ha logrado recuperar progresivamente su estabilidad y encontrar el camino del crecimiento, lo que la ha llevado a desarrollar, recuperar y profesionalizar diversos sectores, entre los que se encuentra el del arte.
El mercado del arte, muy interesante por todo lo que encierra, ha logrado expandirse con fortaleza. Desde 2000, China es el principal motor del mercado mundial de venta de arte y el mercado emergente más relevante. Aunque en 2012 el valor en ventas de este mercado descendió 24%, estuvo estimado en 14 billones de dólares, lo que lo situó en segundo lugar después de Estados Unidos, con 25% del total de ventas mundiales de arte.1 En lo que va de 2013, el mercado chino ha crecido 31% en ventas en las subastas de la temporada de primavera.2
El hecho de que este mercado haya crecido así es resultado de muchos factores y situaciones, y ha requerido fuertes cambios, organización, estructura, impulso, apertura, crítica y resistencia.
La profesionalización del arte como mercado a la manera occidental es tal vez la principal característica de este resurgimiento. El chino es un mercado muy enfocado a la venta. Se han instalado formas de comercialización del arte semejantes a las usadas en los mercados más grandes, como Estados Unidos o la Gran Bretaña. Ha aparecido un gran número de galerías, curadores, brokers y casas de subastas, los cuales han dotado al mercado chino de una significativa infraestructura de comercialización. Como en otros sectores, la escala y la velocidad de construcción de esta nueva infraestructura impresiona, pues la mayoría de sus componentes datan de hace apenas 10 años. Desde 2000, por ejemplo, el número de galerías en el país ha crecido un promedio de 10% anual. Se piensa que en la actualidad hay más de 42 mil negocios de arte y antigüedades en el mercado al menudeo en China. Estos incluyen alrededor de 6 mil galerías enteramente dedicadas a la venta de arte y antigüedades,3 muchas de las cuales están localizadas en Pekín, centro del arte por excelencia en el país.
Este despegue de la infraestructura y el valor comercializado no podría explicarse sin la expansión de la demanda de arte, gracias al resurgimiento económico y la fuerte concentración de la riqueza en China. La aparición de un número creciente de millonarios chinos ha hecho que el mercado del arte tenga más valor y volumen. La concentración de la riqueza en China, de acuerdo con ciertas estimaciones, es mayor que en Francia, el Reino Unido o Alemania. China y Hong Kong por sí solos concentran 9.4% de la riqueza mundial. Muchos de esos millonarios se han volcado al consumo de bienes de lujo o superlujo, entre los que se encuentra el arte. De acuerdo con cifras de Art Economics, en 2012 los millonarios chinos invirtieron 17% de sus recursos en activos sentimentales como el arte.4
Otros dos factores críticos del despegue tan acelerado del mercado son el gran acervo de arte tradicional chino y el surgimiento de nuevos movimientos y artistas. El acervo y el arte tradicionales explican buena parte del crecimiento, pues representan casi 75% de las transacciones de arte en China. De este porcentaje, la pintura y la caligrafía concentran más de la mitad, y 48% de todo el arte comercializado.5 El hecho de que China tenga este acervo le da un volumen de oferta y un potencial de crecimiento difícil de ver en lugares que dependen más del arte contemporáneo o de las importaciones de arte universal. Su oferta es inmensa.
En 2012, el arte contemporáneo solo representó 9% del total; no obstante, también ha sido un factor. De 2004 a 2007 creció 2200%, adquiriendo un valor de cerca de 850 millones de dólares.6 El arte contemporáneo chino ha sido objeto de controversias y críticas de creadores y movimientos que han sido vetados por el Gobierno, como el artista Ai Weiwei, un fuerte crítico del lugar y el desarrollo del mercado en China y del papel que juega el Estado. Esto ha ayudado tal vez a que el arte moderno despierte aún mayor interés tanto entre los coleccionistas chinos como fuera del país.
Este segmento incluye algunos ejemplos de ventas récord por una sola obra. Los trabajos de Zhang Xiaogang pueden estar valuadas en 10 millones de dólares. Estas cifras indican el lugar que algunos artistas chinos ocupan. Por eso no sorprende que importantes colecciones y museos en el mundo como el MOMA de Nueva York organicen con más frecuencia exposiciones y retrospectivas de nuevos artistas chinos. Ejemplos sobresalientes de artistas chinos contemporáneos son también Zeng Fanzhi, Yue Minjun, Yang Feiyun y Huang Rui. En junio de este año Sotheby’s organizó subastas de Zhang Xiaogang, Zeng Fanzhi y Yue Minjun.
De acuerdo con cifras del sector en China, si bien el arte contemporáneo es menor en tamaño, el promedio de ventas por obra es mayor que para otros segmentos, como la pintura tradicional china, la caligrafía o la cerámica. Según datos de Art Economics, en 2012 la venta promedio de arte contemporáneo se situó en 95 mil dólares. Algunos analistas creen que este mercado se va a recuperar de su disminución desde 2007.
El papel del Gobierno chino en el mercado, que algunos artistas como Ai Weiwei catalogan como parte de su política de construir valores artificiales sobre China, es otro factor a considerar, haciendo de esta nueva realidad del arte en China algo más complejo. El Gobierno participa como un elemento de control y organización. Es propietario de los principales canales de distribución, que son las casas de subastas. En ellas se comercializa 70% del arte en el país. Entre 2009 y 2011 existió un crecimiento de 350% en las ventas a través de subastas. Estas cayeron 30% en 2012, pero su valor fue estimado en 9 billones de dólares. Este valor representa 33% del mercado de subastas mundiales de arte, lo que coloca a China en el primer lugar mundial.7 La preeminencia de las subastas en China se debe a que los coleccionistas prefieren comprar a través de este canal por considerarlo la manera más adecuada de llegar a un precio justo. Es posible también que se deba a la decisión del Gobierno de ver en este esquema la mejor manera de controlar la venta de muchas de las reliquias chinas. Diez casas de subastas controlan 51% del mercado. De ellas, ocho son chinas y solo dos extranjeras (las sucursales de Christie’s y Sotheby’s en Hong Kong).
El ejemplo de las dos casas de subastas más grandes en China representa a la perfección los hilos que mueven el mercado y el acelerado crecimiento de China como jugador en el mercado del arte. Poly International es la casa más fuerte con 11% del total de ventas por este canal. Fundada en 2005 en Pekín y propiedad del Gobierno chino, es la casa de subastas con el mayor crecimiento en ese país. En la actualidad, es la tercera en el mundo, solo por debajo de Christie’s y Sotheby’s. También tiene oficinas en Shanghai, Taipei y Tokio. Esta casa se dedica primordialmente a distribuir arte decorativo chino como pinturas antiguas de paisaje u obras de jade y porcelana. En su primera subasta en Hong Kong el año pasado, vendió 67 millones de dólares en los dos primeros días.
La segunda empresa, conocida como China Guardian, fue fundada en 1993 y fue la primera de su tipo en China. En la actualidad es la cuarta en el mundo. Se piensa que ha logrado desplazar más de 200 mil lotes de arte en 300 subastas. Está especializada en pinturas chinas y caligrafía, esculturas, libros raros, estampas, monedas y objetos de uso común como espejos antiguos y joyería. Parte de su estrategia es realizar las llamadas “subastas rápidas”, en las que en tan solo cuatro días puede desplazar 10 mil lotes en dos salones de subastas independientes. Algo impresionante. Se cree que esta casa puede llegar a desplazar 100 lotes cada hora. En la actualidad construye un edificio en Pekín de alrededor de 180 mil metros cuadrados, con salones de subastas, espacios de exhibición y restauración y un hotel boutique diseñado por el arquitecto alemán Ole Scheeren. Se espera que sea inaugurado en 2015. Tiene oficinas en Hong Kong, Taipei, Japón, Estados Unidos y Canadá.
Todo esto hace del mercado de arte en China algo complejo y difícil de penetrar. Lo cierto es que vino a modificar el mundo del arte y el poder dentro del poder en él, que por muchos años estuvo en manos de los coleccionistas y empresas americanas e inglesas, con sedes en Nueva York y Londres.
Si bien su desarrollo ha recibido mucha influencia de Occidente, es interesante que el mercado de arte chino siga siendo eminentemente doméstico, pues más de 90% del arte comercializado es producido en China, sea arte tradicional o de artistas chinos contemporáneos. Por eso no sorprende que muchas de las subastas se realicen en mandarín. El mercado es tan local que se comporta distinto a los tradicionales mercados europeos. Un ejemplo es la venta de objetos. De acuerdo con datos del Art Market Report, de TEFAF, un lote de libros antiguos tibetanos llegó a una cifra mayor a 30 millones de dólares en una subasta, a la par de las grandes obras de arte decorativo.
No obstante que el mercado es enteramente doméstico, puede cambiar paulatinamente o por lo menos balancearse. Las importaciones de arte en China la convierten en el cuarto importador mundial con poco más de mil 300 millones de dólares, principalmente provenientes de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido. Por ello, las casas occidentales hacen esfuerzos por penetrar el mercado y ofrecer más arte occidental al coleccionista chino. De acuerdo con expertos, esta tendencia se acentuará en el futuro con coleccionistas chinos de generaciones más abiertas al arte extranjero. Será sin duda un mercado a seguir. Para los artistas y el arte latinoamericanos y mexicanos puede ser sin duda un mercado atractivo. Estar presentes será importante, pues hay artistas que podrían ubicarse bien en China. Desde el punto de vista cultural, China y Asia pueden ofrecer mercados de fuerte dinamismo y distintos a los tradicionales mercados del arte mexicano y latinoamericano. Además de China, mercados como los de Taiwán y Singapur pueden ser también atractivos por sus coleccionistas. Sin duda, hay que trabajar para ello. Debido a que muchos de los coleccionistas chinos son individuos y no instituciones o fondos, algo primordial son las conexiones, la relación cercana y el conocimiento de sus motivaciones, intereses y gustos.
1 Clare McAndrew, The Global Art Market, with a Focus in China and Brazil, en TEFAF, Art Market Report, 2013, pp. 97-149.
2 ArtTactic, <www.arttactic.com>.
3 Ibíd.
4 Ibíd.
5 Ibíd.
6 Ibíd.
7 Ibíd.
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SERGIO SAN SEBASTIÁN es licenciado en Economía por el ITAM y maestro en Negocios Internacionales y Asia por la Universidad Nacional de Chengchi, en Taiwán. Tiene un blog sobre oportunidades de negocios en aquel continente: <www.21asia.asia>. Le interesan, además, la poesía y el arte objeto.