Si en nuestra sociedad el multilingüísmo estuviera plenamente integrado y asumido, el español aparecería en la letra “e” dentro de la lista de lenguas que se hablan en México. Sin embargo, la división entre el español como algo totalmente distinto y opuesto a las lenguas indígenas, por más bien intencionado que esté, propicia a la larga que por un lado el español no sea tratado como una lengua mexicana más y por el otro que la categoría “lenguas indígenas” se sostenga para hablar y actuar sobre un conjunto de lenguas sobre las cuales se establecen todo tipo de generalizaciones imposibles de sostener.
Siguiendo las reflexiones del lingüista Michel Launey podríamos decir que las lenguas indígenas son aquellas que no son utilizadas por el Estado, cualquiera que éste sea. La existencia de la categoría “lenguas indígenas” se explica en gran medida en función de los Estados-nación y su creación. El sami, una lengua hablada en Noruega, Suecia y Finlandia, no es la lengua del Estado noruego, sueco o finlandés, por eso el sami es una lengua indígena y eso es lo que tiene en común con el mixe o el tepehuano que a su vez son lenguas que no utiliza el Estado mexicano. Sólo eso tienen en común. Antes de completar la frase “Las lenguas indígenas son ___________________” sería deseable evaluar si la generalización a enunciar puede sostenerse.
Las generalizaciones más evidentes son las que implican que las lenguas indígenas son dialectos, que no se escriben, que son sinónimo de lenguas maternas o que son poéticas y metáfóricas. Sin embargo, en muchos casos, la división entre lenguas indígenas y español en nuestro país tiene orígenes bien intencionados pero en general hace más honda una división extralingüística. De lo que se trataría creo yo, y vuelvo a repetir, es que el español, más que oponerse a todas las lenguas indígenas como categoría, pudiera simplemente aparecer bajo la “e” en una lista de lenguas mexicanas ordenadas alfabéticamente.
A continuación presento algunas de estas generalizaciones.
a) Que exista un presupuesto para diseñar y escribir libros de texto en lenguas indígenas y otro sólo para el español.
Entiendo que a la hora de imprimir libros de texto en español el tiraje debe ser más grande por la cantidad de hablantes y, por lo tanto, más costoso. Sin embargo, el esfuerzo para escribir y diseñar un libro de texto escolar debe ser el mismo en español que en mixe. ¿Por qué otorgar un presupuesto único al diseño de libros en español y otro menor a una gran cantidad de lenguas indígenas mexicanas?
b) Que exista un Instituto Nacional de Lenguas Indígenas y no un Instituto Nacional de la Diversidad Lingüística.
Para luchar por el reconocimiento, el fortalecimiento y el desarrollo de las lenguas indígenas es necesario trabajar también con la lengua que utiliza el Estado: el español. Los hablantes de esta lengua deben jugar un papel importante en la construcción de una sociedad multilingüe.
c) Que existan premios de literatura indígena.
¿Hay algo en la poética de aquellas lenguas que no utiliza El estado que las hace opuestas a la poética del español? Los miembros del jurado que otorgan el premio Nobel de literatura no han leído necesariamente a los candidatos en sus lenguas originales. ¿Sería tan difícil pensar en la posibilidad de crear un premio de literatura mexicana en la que todas las lenguas mexicanas puedan participar?
d) Que la investigación lingüística esté permeada por la división entre “hispanistas” e “indigenistas”.
¿El hecho de que las lenguas indígenas del país no sean lenguas de Estado debe repercutir en la investigación lingüística y en la organización de los académicos que la realizan? Estoy segura de que crear espacios en los que se compartan las investigaciones de todas las lenguas mexicanas, incluyendo al español, puedan impulsar colaboraciones fructíferas e interesantes.
Vamos rompiendo el muro. Y ustedes, ¿conocen más generalizaciones insostenibles?