Alejandro de Macedonia trabajó durante años por su propia gloria. Se hizo de poderes hasta entonces insospechados en el mundo, el mundo que era lo del Caspio y lo del Mediterráneo, y sentó las bases de su legado a partir de la comunión entre culturas inconvertibles (la macedonia y las conquistadas). Su muerte, sin embargo, dejó entrever serias fallas en sus cálculos políticos: sin la principal figura alejandrina no había punto de unión entre un pueblo y otro, no había voluntad política ni fuerza militar. Ante la muerte del emperador, su control se fue difuminando en cosa de meses.
Decían algunos que el problema grave con la muerte hipotética de Steve Jobs, dueño de la cabalidad y el entendimiento entero de Apple era, justamente, que se figuraba irreemplazable. Dentro de los anales de la empresa y la historia reciente de la computación (siempre reciente) no había alguien comparable al huérfano californiano, cuya visión había logrado remontar décadas de abandono por parte del consumidor y había convertido a Apple en la marca más valorada de las que hay en el mundo.
En la vieja polémica entre quién ha sido el mejor futbolista que ha pisado los suelos de esta tierra, siempre aparece el siguiente argumento: Pelé tuvo tras de sí a la selección más poderosa de toda la historia, mientras que Maradona fue capaz de ganar una Mundial y todas sus copas europeas casi de mano propia.
Así es como Occidente premia a sus estrellas históricas: muchas, si no es que todas, se olvidan como partes de una circunstancia y un contexto que las explica y, en muchos sentidos, les da un significado dentro del mundo y su momento; desde el Dios abrahámico y monoteísta a las estrellas de Hollywood, la trascendencia histórica siempre parece recaer sobre los hombros de un solo individuo, responsable de una sola historia. Parecería que es las características principales de nuestro modo cultural.
Hoy sucede que el Instituto Federal Electoral ha dado reconocimiento al Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, como partido político. Martí Batres, presidente de su Comité Ejecutivo, celebró la decisión aludiendo que el esfuerzo político entero del proyecto se debe a un Andrés Manuel López Obrador. “Esta hazaña política”, dijo a los medios, “esta epopeya, fue posible con el liderazgo de López Obrador”.
El héroe de esta nueva narrativa clásica es el político tabasqueño, ausente en el anuncio por encontrarse probablemente convaleciente de sus recientes aflicciones cardiacas.