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Poemas1
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Cultura | Poesía |
Juan Domingo Argüelles | 05.11.2010 | 0 Comentarios
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* Juan Domingo Argüelles (Chetumal, 1958) estudió letras hispánicas
en la UNAM. Autor de quince libros de poesía —entre los que se
cuentan Como el mar que regresa, Canciones de la luz y la tiniebla,
Agua bajo los puentes y Contra el aire y el cielo—, ha recibido los
premios nacionales de Poesía Efraín Huerta, de Literatura Gilberto
Owen y de Poesía Aguascalientes, entre otros. En 2009 la
Editorial Renacimiento, de Sevilla, recogió en la antología La
travesía veinticinco años de su escritura poética.
X
Con Sulma y Luis en Medellín
En Medellín el tiempo no transcurre.
Más que pasar, camina con luz pura.
Como la poesía, sólo ocurre.
La prisa de la noche no lo apura.
Pero puede fluir también ligero
si tienes dos amigos que te quieren
y te brindan la mano con esmero
y las nostalgias tristes no te hieren.
Así, con Sulma y Luis, los cuatro días
que estuve en Medellín fueron instantes.
Días y noches sólo de alegrías
que nunca fueron pocas ni bastantes.
La auténtica amistad torna las horas,
del que se va, segundos sin demoras.
X
Envío
Para mi sobrina nietecita Ofelia
No sabes qué importante es volverse Importante:
El título Señor siempre va por delante.
Pero a nadie le importa realmente su Importancia.
Lo que todos quisieran es volver a la infancia.
X
Ya no sueño despierto
Ya no sueño despierto.
Las veces que lo hacía siempre surgía alguien
para ponerme en mi lugar. Alguien que me decía
que la luz de la nada era maravillosa
pero mucho mejor la de la realidad.
Ya no sueño siquiera cuando duermo,
pues siempre al despertarme
lo primero que veo son mis ojos
que me miran profundo y me censuran
el deseo siquiera de soñar.
Y pensar que algún día las cosas fueron otras.
Hoy como el mar que vuelve,
el que está de regreso cree que algo valioso
se lleva y algo deja. Escombros deposita,
como si fuera oro, sobre la arena,
y se retira acaso con espuma.
Es todo lo que deja y lo que lleva:
ruinas de lo soñado,
escorias del desastre de despertar.
X
El sueño perfecto
Estoy ardiendo.
Si tocara un papel, lo incendiaría.
Anaïs Nin
Sólo tú haces que el sueño sea perfecto.
Anaïs, Anaïs, la que arde en el fuego,
la que en tumulto vuelve, como el mar,
la que habla y escribe en el incendio,
la que se va y regresa, muchas olas después
y me dice estoy viva igual que estaba ayer.
Anaïs, Anaïs, dulce y tibio vaivén,
ahora que June y Henry no nos ven
(y que nadie nos oye), di una vez más lo justo,
lo preciso y sutil de la existencia viva
de la página muerta: música preterida, y evocación,
sólo tú haces que el sueño sea perfecto
incluso en esta oscura imperfección.
Allí donde late su ritmo, allí voy yo.
Lo dices y repites y el agua vuelve al mar,
y el fuego vuelve al fuego
e incendia los rescoldos que apagó
aquel pobre muchacho elemental
que hoy lee el primer poema que te escribió
y en sus llamas te encuentra una vez más.
X
Paraíso perdido
Para mis hijos, Claudina y Juan
Si el tiempo aquel no vuelve,
———déjenlo:
—————-que libre sobrevuele
————————el amplio cielo del recuerdo.
X
Yo acudo de otro tiempo.
——–Acabo de llegar y me despido
—————-insumiso, feliz y malherido.
1De Final del diluvio, libro en preparación.
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Velatorio
Este texto estará disponible en el transcurso del mes. Por favor, visite el sumario general o el sumario del suplemento de Cultura regularmente. Los títulos subrayados indican que el artículo completo ya está disponible. Suscríbase a Este País y reciba la versión impresa cada mes a la puerta de su casa o cómprela con su […]
Poemas
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