Este País |
Luz Herrera | 18.11.2010 | 0 Comentarios
Unas cuantas versiones sobre lo que comemos
Los documentales Le monde selon Monsanto (Marie- Monique Robin, 2008) y Food, Inc. (Robert Kenner, 2008) fueron producidos el mismo año y, en ambos casos, dieron lugar a la posterior publicación de libros, que continúan difundiendo el mensaje de los filmes homónimos.1 A través de Le monde selon Monsanto (El mundo según Monsanto) y Food, Inc. (Comida, S.A.), los autores muestran diferentes perspectivas de temas comunes: las redes, las condiciones y las consecuencias de los sistemas de producción de alimentos más poderosos en la actualidad. Cada uno a su modo, motiva al espectador a decidir conscientemente el tipo de comida que consume y, por ende, el tipo de sistema que apoya.
Tanto en El mundo según Monsanto como en Comida, S.A., el espectador es testigo del proceso de investigación que los autores emprendieron para averiguar aquello que les interesaba. Al inicio de su película, aparece Marie-Monique Robin sentada frente a una computadora mientras comenta: “Llevo veinte años recorriendo el mundo y en todos lados he escuchado hablar de esta multinacional norteamericana [Monsanto]. En verdad no siempre para bien. Quise aprender más de ellos y busqué por Internet durante meses armando el rompecabezas con paciencia”.
Las intervenciones de Marie-Monique Robin funcionan como hilo conductor de su documental; en cambio Comida, S.A., cuyas escenas nunca muestran a Robert Kenner, se estructura en torno a entrevistas realizadas a Eric Schlosser y Michael Pollan, quienes retoman aspectos de sus respectivos libros, Fast Food Nation y The Omnivore’s Dilemma.2 Schlosser parece exponer el origen de Comida, S. A. cuando declara en los primeros minutos:
Mi comida favorita hasta el día de hoy sigue siendo una hamburguesa con papas fritas. Yo no tenía idea de que un puñado de compañías había cambiado lo que comemos y cómo se produce nuestra comida. He estado comiendo este tipo de comida toda mi vida sin tener idea de dónde procedía, sin tener idea de lo poderosa que es esta industria. Y este concepto de un mundo que deliberadamente nos han ocultado creo que es una de las razones por las cuales me convertí en reportero investigador. Fue para quitar el velo que esconde temas importantes.
La trama de El mundo según Monsanto se desarrolla de acuerdo a la información que Marie-Monique Robin va encontrando en Google, uno de los motores de búsqueda más consultados en Internet; es decir, las pistas que guían esta investigación aparecen de un modo tan simple que están al alcance de cualquier internauta interesado en seguirlas y, en su caso, comprobarlas. El sitio web de Monsanto marca la pauta del documental; se presentan diferentes aspectos de lo que esta compañía dice de sí misma para, posteriormente, revelar lo que algunos científicos, consumidores y personas interesadas opinan al respecto. Poco a poco se deduce que la cara que Monsanto ofrece al público dista mucho de lo que se afirma en diversos ámbitos académicos, políticos y sociales; al parecer en esta empresa trasnacional trabajan con tenacidad para anular, a cualquier precio, aquellos discursos que cuestionen o contradigan las ventajas que prometen a los usuarios de sus productos: herbicidas, transgénicos u organismos genéticamente modificados (OGM), aspartame, hormona de crecimiento bovino y policloruro de bifenilo (PCB), entre otros.
El ploricloruro de bifenilo (usado durante años como aislante para equipos eléctricos) y la hormona de crecimiento bovino (inyectada a las vacas para aumentar su producción de leche) han sido prohibidos en algunas partes del mundo debido a su toxicidad. En lo que se refiere a otros productos de Monsanto, principalmente los herbicidas y los transgénicos, se han realizado investigaciones cuyos resultados alertan sobre diversos aspectos de su fabricación, su uso y su propagación; sin embargo, dichos resultados no han alcanzado gran difusión mediática y, al mismo tiempo, han surgido versiones que los contradicen, lo cual genera un panorama lo bastante turbio como para que no se tomen medidas definitivas al respecto. Cabe subrayar que los más favorecidos con esta ambigua situación son los intereses de Monsanto, cuyo poder sigue en aumento.
Por su parte, Comida, S.A. expone que unas cuantas compañías controlan el mercado de alimentos en Estados Unidos, y que eso lo consiguen gracias a estrategias económicas, políticas y mediáticas no del todo legales. En las primeras escenas se describe el éxito de la comida rápida (cuando los hermanos McDonald llevaron “el sistema de factoría a la cocina del restaurante”), así como también la correspondiente industrialización de la carne. Según esta investigación, los procedimientos se han transformado con el fin de cubrir las exigencias de un mercado que crece de manera acelerada y a pesar de las consecuencias que tienen en animales, trabajadores, consumidores y el medio ambiente. Por ejemplo, la creciente demanda de carne llevó a la necesidad de engordar a los animales en poco tiempo y con costos bajos; de este modo se transformó su alimentación y se centró, desde hace años, en el maíz. Hoy en día este cereal se cultiva en el 30% de los campos de Estados Unidos y, a la par de la soya, se ha convertido en la materia prima por excelencia (el 90% de los productos del supermercado contienen algún derivado suyo). El documental de Kenner muestra diversas opiniones, en su mayoría negativas, sobre las condiciones de los animales y de los trabajadores, sobre los efectos que los alimentos vinculados con esta cadena generan en los consumidores y sobre el modo en que su producción afecta al medio ambiente y la economía mundial.
A diferencia de El mundo según Monsanto, ante el poder de estas grandes compañías Comida, S.A. ofrece alternativas claras al espectador, y sugiere la posibilidad de dar un giro a la situación actual siempre y cuando los granjeros, agricultores, empresarios y consumidores tomen actitudes más responsables. Por un lado, se dan a conocer iniciativas como la granja Polyface, que según las cámaras de Kenner se mantiene con una filosofía atenta a sus rendimientos, pero también a la calidad de sus productos, a las condiciones de trabajo, al trato a los animales y al equilibrio ambiental. Por otro lado, se invita al consumidor a tomar decisiones conscientes, es decir, a considerar, en el momento de hacer compras, tanto los nutrientes de los alimentos como el modo en que fueron elaborados. El cultivo de una huerta doméstica y la adquisición de productos orgánicos son otras opciones; además, se expone que la elección de éstos últimos es precisamente como se puede obligar a los directivos de los supermercados a considerar modelos alternativos de producción.
El mundo según Monsanto y Comida, S.A. se configuran a partir del contraste entre versiones oficiales e independientes: entrevistas, testimonios, anuncios de televisión, noticieros, páginas de Internet, artículos científicos, videos públicos y privados conforman dos mosaicos de opiniones. Sólo las declaraciones de los representantes de Monsanto y de compañías como ésa quedaron fuera pues, en general, se negaron a colaborar con Marie-Monique Robin y Robert Kenner.
Al ver estos documentales queda clara la posición ideológica de sus autores, pero la estructura dialéctica que intentaron mantener informa al espectador de diferentes posturas; mientras tanto, promueve en él una actitud crítica frente al discurso mediático contemporáneo, diseñado para jugar con las representaciones de la realidad. Consumir lo que éstas nos ofrecen parece una necesidad inmediata, casi obligada; sus consecuencias se encuentran lejos en el tiempo y en el espacio, pero algo puede cambiar cuando las vemos de cerca: “Si pusiéramos paredes de cristal en todas las instalaciones megaprocesadoras, tendríamos un sistema diferente de alimentos en este país [Estados Unidos]. Nos hemos permitido volvernos tan desconectados e ignorantes acerca de algo que es tan íntimo como la comida que comemos…” (Comida, S. A.).
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Marie-Monique Robin, El mundo según Monsanto. De la dioxina a los OGM. Una multinacional que les desea lo mejor, Península, Madrid, 2009. Karl Weber (editor), Food, Inc.: How Industrial Food Is Making Us Sicker, Fatter, and Poorer-And What You Can Do about It, PublicAffairs, New York, 2009.
Eric Schlosser, Fast Food Nation: What the All-American Meal is Doing to the World, Penguin Books, New York, 2002. Michael Pollan. The Omnivore’s Dilemma: A Natural History of Four Meals, Penguin Press, New York, 2006.
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