Hoy por lo general se acepta como tarea propia
del Estado, y de hecho como una de sus funciones
principales, traspasar riqueza de sus miembros
más ricos a los más pobres.
Bertrand de Jouvenel
I
Muchos son los estudiosos de la pobreza que consideran que la causa de ésta es la injusta distribución del ingreso, y no de la improductividad o la incapacidad de los pobres para generar por medio de un trabajo productivo ingresos que alcancen para satisfacer correctamente sus necesidades básicas.
Bajo este punto de vista, la causa de la pobreza no es económica sino ética, esto es, que se relaciona con la violación del derecho de propiedad: en la distribución del ingreso, a los pobres les toca menos de lo que en justicia les corresponde, al tiempo que a los ricos les toca más. Así, la solución al problema no sería económica (productividad), sino legal (redistribución). Esta solución es la que hoy, en mayor o menor medida, de una u otra manera, aplican todos los gobiernos, sean de izquierda, de centro o de derecha, y para comprobarlo basta revisar sus presupuestos de egresos.
Foto tomada de Flickr/Libertinus Creative Commons License
Lo que es un hecho es que, pese a esta respuesta legal la pobreza sigue presente, lo cual debería llevarnos a preguntar si la aplicación de la solución legal ha sido insuficiente y si el problema no está en la medicina sino en la dosis, o si la solución legal no es la verdadera solución y entonces el problema no está en la dosis sino en la medicina.
II
A quienes aseguran que la causa de la pobreza es la injusta distribución del ingreso hay que preguntarles a partir de qué punto consideran que un ingreso comienza a ser injusto, a fin de que el excedente sea confiscado por el distribuidor y, en un acto de justicia, se lo dé a alguien más. (¿A quién? ¿A quién le corresponde realmente en justicia?)
Yo he tenido la oportunidad de hacer dicha pregunta a más de uno y, hasta el momento, no he obtenido respuesta, no porque las personas a las que he preguntado sean egoístas y racionales y vean solamente por sus intereses pecuniarios, sino porque la pregunta no tiene sentido, y por lo tanto no tiene respuesta.
Explicaré qué quiero decir cuando afirmo que la pregunta “¿A partir de qué punto el ingreso de alguien comienza a ser injusto?” no tiene sentido. Es muy sencillo: una cantidad de ingreso, cualquiera que sea, poca o mucha, no puede ser injusta, ni por lo tanto tampoco justa, a menos que la idea de poco ingreso equivalga a la de ingreso injusto y la de ingreso injusto equivalga a la de injusta distribución, y que mucho ingreso equivalga a ingreso injusto e ingreso injusto a injusta distribución; de tal manera que todo lo defectuoso o excesivo resulte injusto, siendo justo lo igualitario, lo cual, bien vistas las cosas, no tiene ni pies ni cabeza.
Una determinada cantidad de ingreso, poca, regular o mucha, no puede ser injusta porque lo único que puede ser injusto, y por ello también justo, es la acción humana, y una cantidad de lo que sea (arena en la playa, estrellas en el cielo, o dinero en el bolsillo) no es acción humana, por más que pueda ser el resultado de la misma, tal como es el caso del ingreso, que siempre es generado por alguien.
Dicho de otra manera: lo que puede ser injusto, y por ello también justo, es la manera de generar ingreso, pero no la cantidad generada. Si un secuestrador genera un ingreso de veinte
millones de pesos comete una injusticia, pero no por la cantidad de ingreso generado, sino por la manera en que lo obtiene: amenazando a su víctima. Si un empresario, sin ningún privilegio gubernamental y compitiendo en el mercado por el favor del consumidor, obtiene ingresos por veinte millones de pesos, no comete ninguna injusticia. Ello tiene que ver no con el monto del ingreso que generó, sino con la manera en la que lo obtuvo: sirviendo al consumidor. Si un empresario privilegiado por el gobierno —que por medio de una concesión monopólica lo protege de la competencia, tanto nacional como extranjera— genera un ingreso de veinte millones de pesos, comete una injusticia por la manera de obtenerlo: eliminando a la competencia arbitrariamente (con apoyo del gobierno) y limitando la libertad de elección de los consumidores, lo que le permite cobrar un precio mayor del que cobraría si estuviera sujeto a la disciplina de la competencia. Por último, si un empresario limpiamente —a base de productividad (hacer más con menos: reducir costos de producción) y competitividad (hacerlo mejor que los demás: servir mejor a los consumidores), sin ninguna ayuda del gobierno (apoyo, protección, subsidio, concesión monopólica, etc.), elimina a sus competidores— se convierte en monopolio (al menos temporalmente: ¿cuánto puede durar un monopolio privado sin los privilegios gubernamentales?) y cobra un precio mayor que el que podía cobrar cuando tenía que competir, con lo que genera un ingreso de veinte millones de pesos, este empresario no cometería injusticia alguna, pues se habría constituido como monopolio sobre la base de la productividad y la competitividad.
¿A partir de qué punto el ingreso de alguien se torna injusto? A partir de ninguno, ya que la manera de obtener ingreso —robando, defraudando, secuestrando, chantajeando, etcétera— puede ser injusta, mas no así la cantidad obtenida, desde un peso hasta veinte millones.
III
Considerar que la causa de la pobreza es la injusta distribución del ingreso, y que por ello la manera de eliminar la pobreza consiste en redistribuir el ingreso hasta lograr una distribución igualitaria del mismo (que tiene que ser el fin si partimos del supuesto de que la causa de la pobreza es la injusta distribución del ingreso), supone (tal y como lo expliqué en el anterior Escritos de frontera) que el ingreso se genera entre todos: que todos generamos la misma cantidad de ingreso; el cual se deposita en un fondo común y que desde ahí se distribuye de manera desigual. Y así pocos tienen mucho, y muchos tienen poco, por lo que es necesario un redistribuidor cuya tarea sea quitarle a los pocos lo que les sobra para darle a los muchos lo que les falta, hasta lograr que todos tengan lo mismo, igualdad que ya se había logrado desde el principio pues el ingreso se generó colectiva e igualitariamente, por lo que la tarea del redistribuidor es restablecer la justicia ya alcanzada en la generación colectiva del ingreso.
Ninguno de estos supuestos se cumple. La afirmación (que para muchos es más creencia que afirmación, y que para no pocos es más dogma de fe que creencia) de que la causa de la pobreza es la injusta distribución del ingreso es falsa. Las soluciones al problema basadas en la redistribución no son las correctas ya que, en el mejor de los casos, alivian algunos de los efectos de la pobreza, como la insatisfacción de necesidades básicas, pero no erradican su causa —el trabajo improductivo—, pudiendo incluso llegar a perpetuarlas y multiplicarlas.
IV
El hecho es que todos los gobiernos, unos más y otros menos pero todos de manera injusta, redistribuyen: obligan a unos a entregarle parte del producto de su trabajo (el cobro de impuestos) para dárselo a otros (el llamado gasto social). ¿Qué justifica que el gobierno le quite a unos para darle a otros, acción que cuadra con el concepto de robo: “delito que se comete apoderándose con ánimo de lucro de una cosa ajena, empleándose violencia o intimidación sobre las personas”? ¿Hay alguna semejanza con el cobro de impuestos? ¿Hay alguna semejanza con el cobro de impuestos con fines redistributivos?
Si la redistribución fuese la solución al problema de la pobreza ya habría desaparecido hace tiempo, y el hecho es que sigue presente. Por último, imaginemos 1) que una persona genera un ingreso de 99 pesos diarios, mientras otra genera nada más uno; 2) que la causa de la pobreza de la primera es la injusta distribución del ingreso; 3) que alguien, con el poder para hacerlo, le quita a la primera persona 49 pesos para dárselos a la segunda; y 4) que así, con el ingreso justamente distribuido, cada persona cuenta con 50 pesos. ¿Se eliminó la pobreza? No, claro que no, porque la causa de la pobreza no es la injusta distribución del ingreso, sino la incapacidad de los pobres para generar ingreso suficiente por medio de un trabajo productivo. En éste, como en muchos otros temas, hay que ir más allá de la frontera.
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[…] el de que la causa de la pobreza es la “improductividad” o la “incapacidad” de los pobres (Arturo Damn); en prejuicios como que los trabajadores sindicalizados, o los estudiantes de universidades […]