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Gente mía
Cultura | Galaxia Gutenberg | Para No Eruditos | Miguel Ángel Castro | 28.02.2011 | 0 Comentarios

En 1946 Car­los Gon­zá­lez Pe­ña re­cor­da­ba a la Ciu­dad de Mé­xi­co de su ini­cia­ción li­te­ra­ria y pe­rio­dís­ti­ca, una me­tró­po­li que tran­si­ta­ba de la paz por­fí­ri­ca al es­truen­do de la Re­vo­lu­ción, pa­ra ren­dir ho­me­na­je a sus com­pa­ñe­ros de ge­ne­ra­ción y al Ate­neo de la Ju­ven­tud en un li­bro que ti­tu­ló Gen­te mía: “Aquel gru­po era mi gru­po; aque­lla gen­te era mi gen­te. Gen­te mía…”.

El es­cri­tor, que ha­bía in­gre­sa­do a la Aca­de­mia Me­xi­ca­na de la Len­gua en 1921, em­plea­ba la pa­la­bra gen­te con el sig­ni­fi­ca­do de una ‘fa­mi­lia o pa­ren­te­la’ (cla­ra­men­te ex­ten­di­da por sus en­tra­ña­bles amis­ta­des), pues no se re­fe­ría so­la­men­te a una ‘plu­ra­li­dad de per­so­nas’, pri­me­ra acep­ción con la cual apa­re­ce la voz gen­te en las edi­cio­nes del Dic­cio­na­rio de la Aca­de­mia des­de 1734 has­ta la vi­gé­si­ma se­gun­da de 2001, dis­po­ni­ble en lí­nea; y tam­po­co em­plea­ba la se­gun­da de ‘na­ción’ con­si­de­ra­da en el le­xi­cón has­ta 1992 co­mo en de­su­so y ac­tual­men­te des­car­ta­da. Es in­te­re­san­te, sin em­bar­go, ob­ser­var có­mo se en­ten­dió así du­ran­te los si­glos xviii y xix, pues ex­pli­ca­ba el au­tor del le­ma que apa­re­ce en la edi­ción de 1734: “Gen­te va­le lo mis­mo que Na­ción; es­to es na­ci­dos en di­ver­sos cli­mas y re­gio­nes, de di­ver­sa len­gua y cos­tum­bres”; y ofre­cía las si­guien­tes ci­tas: “Y por to­das vías y for­mas pro­cu­ro jun­tar gen­tes de to­das suer­tes” y “Por ma­ne­ra que no es de ma­ra­vi­llar, si con la mu­dan­za del tiem­po y de las gen­tes se han per­di­do los an­ti­guos nom­bres”. Tam­bién se ad­ver­tía que la pa­la­bra gen­te sig­ni­fi­ca­ba al­gu­na vez per­so­na en sin­gu­lar co­mo cuan­do la ron­da en­con­tra­ba a un hom­bre so­lo, y le pre­gun­ta­ba: “¿Qué gen­te?”.

An­te las re­cien­tes con­si­de­ra­cio­nes so­bre el uso de gen­te con el sen­ti­do de per­so­na o in­di­vi­duo que en­con­tra­mos en el Dic­cio­na­rio pan­his­pá­ni­co de du­das, es evi­den­te que se ha re­cu­pe­ra­do aquel añe­jo plu­ral de gen­tes. Es una res­pues­ta a una du­da que ha qui­ta­do la tran­qui­li­dad a mu­chos ha­blan­tes (en nues­tro país por lo me­nos) des­de ha­ce mu­cho tiem­po y así lo de­mues­tra la preo­cu­pa­ción de quie­nes nos han con­sul­ta­do al res­pec­to con pre­gun­tas co­mo: ¿es co­rrec­to de­cir va­rias gen­tes?, ¿cuán­do se uti­li­zan las pa­la­bras gen­te y per­so­na?, ¿gen­tes es un plu­ral del plu­ral?

Se tra­ta de un cu­rio­so ca­so de re­cu­pe­ra­ción de sen­ti­do de un sus­tan­ti­vo con­si­de­ra­do co­lec­ti­vo en los ma­nua­les de es­pa­ñol. La si­tua­ción, a nues­tro jui­cio, es la si­guien­te, co­mo apa­re­ce en la pá­gi­na de la Fun­déu Mé­xi­co:

Gen­te pro­vie­ne del la­tín gens (con­jun­to de fa­mi­lias del mis­mo ori­gen, ra­za, pue­blo, na­ción) y su sig­ni­fi­ca­do es in­trín­se­ca­men­te plu­ral, es de­cir, se re­mi­te a la plu­ra­li­dad o con­jun­to de per­so­nas. Sin em­bar­go, tie­ne un am­plio uso en His­pa­noa­mé­ri­ca con el sig­ni­fi­ca­do de in­di­vi­duo o per­so­na, por lo tan­to, es va­ria­ble en nú­me­ro. El uso co­mo sus­tan­ti­vo con­ta­ble, y no co­mo co­lec­ti­vo, ha si­do re­gis­tra­do en el Dic­cio­na­rio pan­his­pá­ni­co de du­das que ad­vier­te que gen­tes es obli­ga­do cuan­do se quie­re alu­dir a más de una per­so­na, co­mo en el ejem­plo: “Al­re­de­dor de la ti­na, en la que po­dían ca­ber cin­co gen­tes, ha­bía mu­chas co­sas”. A par­tir de es­ta nor­ma, po­de­mos in­di­car que es vá­li­do usar es­ta pa­la­bra tan­to en sin­gu­lar co­mo en plu­ral, co­mo su­ce­de co­mún­men­te con los sus­tan­ti­vos con­ta­bles en nues­tra len­gua: “Vi­nie­ron so­la­men­te do­ce gen­tes a la con­fe­ren­cia”.

Sin em­bar­go, tam­bién se dan usos que cier­ta­men­te son in­co­rrec­tos y que de­ben evi­tar­se, co­mo los ca­sos en los que el su­je­to y el ver­bo se en­cuen­tran ale­ja­dos en­tre sí por otros ele­men­tos de la ora­ción: “Esas gen­tes nos es­tán ma­tan­do con sus gri­tos”, “La gen­te que com­po­nía la reu­nión re­sul­ta­ron de lo más abu­rri­dos”, en es­tos ca­sos de­be de­cir­se: “Esa gen­te nos es­tá ma­tan­do con sus gri­tos” y “La gen­te que com­po­nía la reu­nión re­sul­tó de lo más abu­rri­da”.

El fla­man­te Dic­cio­na­rio de me­xi­ca­nis­mos re­co­ge al­gu­nas ex­pre­sio­nes en las cua­les la pa­la­bra gen­te se ha fi­ja­do con pe­cu­lia­res sig­ni­fi­ca­dos: ser gen­te es ser de­cen­te y te­ner buen com­por­ta­mien­to; ser muy bue­na gen­te es ser no so­la­men­te bue­na per­so­na si­no te­ner con­si­de­ra­ción por los de­más y no exi­gir de­ma­sia­do (en oca­sio­nes ca­si ton­to); y la gen­te bo­ni­ta es el ‘con­jun­to de per­so­nas de cla­se so­cial al­ta que se ca­rac­te­ri­za por ves­tir a la mo­da y per­te­ne­cer a un cír­cu­lo ex­clu­yen­te’. ¿Se­rá?

Aho­ra bien, no de­be­mos ol­vi­dar que la pa­la­bra gen­te en una im­por­tan­te can­ti­dad de ex­pre­sio­nes, al­gu­nas de ellas re­gis­tra­das en el dic­cio­na­rio aca­dé­mi­co, con­ser­va el sen­ti­do de plu­ra­li­dad de per­so­nas: gen­te de bien, ‘per­so­nas ri­cas o de bue­na po­si­ción so­cial’; gen­te de plu­ma ‘es­cri­to­res’; gen­te me­nu­da ‘ni­ños o per­so­nas de ba­ja cla­se so­cial’; gen­te de ar­mas to­mar ‘per­so­nas dis­pues­tas a pe­lear o ar­mar plei­tos’ y gen­te de pe­lo o de pe­lu­sa, la cual re­sul­ta sim­pá­ti­ca al sa­ber que se de­cía de la gen­te que era ri­ca y aco­mo­da­da por­que an­da­ba siem­pre bien ves­ti­da, tal vez con pie­les, pe­ro es gra­cio­sa so­bre to­do por­que com­pren­de­mos me­jor los si­guien­tes ver­sos de Que­ve­do con los que el au­tor de la en­tra­da de la edi­ción de 1734 ilus­tra la fra­se:

Ma­dres, las que te­néis hi­jas
Así Dios os de ven­tu­ra
Que no se las deis a cal­vos,
Si­no a gen­te de pe­lu­sa.

Y así re­cor­da­mos a la gen­te lo­ca cu­ya con­duc­ta es cen­su­ra­da en un re­frán que ‘con­de­na a los que en au­sen­cia juz­gan mal las ac­cio­nes aje­nas’: “gen­te lo­ca, co­méis de mi ra­bo, y no de mi bo­ca”.

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