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De pócimas mágicas y desarrollo económico
Este País | Luis Foncerrada Pascal | 01.08.2011 | 0 Comentarios

Cualesquiera que sean las medidas que tome México para prosperar, resultarán limitadas o incluso inútiles sin el catalizador necesario. El país debe pasar por un momento de clara definición.

Foncerrada-Caldero

Las pócimas mágicas y sus ingredientes

Una pócima es una mezcla de varios ingredientes. Creo que fue Pasinetti, un economista italiano, quien mientras comentaba algunas ideas y usaba esta misteriosa analogía, dijo que había dos tipos de pócimas mágicas. Aquellas que rara vez servían y otras que eran siempre efectivas. La diferencia entre estas dos eran, por supuesto, los ingredientes con que estaban hechas. Unas tenían dientes de murciélago y polvo de arañas y, a pesar de ser elaboradas en las horas correctas y acompañadas de las danzas pertinentes, rara vez eran efectivas. En cambio las otras, las que invariablemente funcionaban, aunque también estaban elaboradas con todo el rigor del rito y los mismos ingredientes, tenían un ingrediente adicional: arsénico. Seguro que los dientes de murciélago y los otros menjurjes ayudaban, pero claramente eran insuficientes. El arsénico era el truco para que las pócimas fueran efectivas, el ingrediente infalible.

En la discusión para crecer hemos puesto sobre la mesa de soluciones una larga serie de políticas públicas, reformas, iniciativas de ley, medidas de política económica, reglas monetarias para la estabilidad y, en fin, todo tipo de posibles ingredientes en la búsqueda de esta pócima escurridiza cuyo objetivo sea crecer. Hemos señalado como causas del bajo crecimiento a ciertas variables, tal vez entusiasmados por su alta correlación con el bajo crecimiento, sin preocuparnos demasiado sobre si estas variables son causa o efecto, cuando en la magia la causalidad cuenta. Así, se aduce el lento avance de la productividad y la informalidad como causas, y se proponen medidas para actuar sobre ellas. Pero si estos factores no son causa sino efecto de no crecer, realmente no importa qué hagamos: estamos identificando como causas a variables equivocadas y las soluciones no serán efectivas. Tal vez marearán un poco, pero no hay arsénico.

El discutir algunos ingredientes no quiere decir que los hayamos probado. Los hemos mencionado, pero ni el Ejecutivo ni el Legislativo los han llegado a usar. El Judicial, como es de otro planeta y se pretexta que no tiene recursos, ni se entera de su misión en la tierra mexicana.

Lo que es evidente es que en los últimos 40 años, porque hay que incluir los años de Echeverría y López Portillo, no sólo no se logró un crecimiento sustentable sino que además se cometieron serios errores. De 1976 a 1982 hubo algunos ingredientes en exceso —demasiado gasto público y endeudamiento— que mezclados con un tipo de cambio fijo produjeron una gran crisis. Y de nuevo, desde 1988 hasta 1994, por razones diferentes, surgió otro peligroso revoltijo que llevó al llamado “error de diciembre” de 1994, que ni fue error, ni fue de diciembre. En realidad fue el resultado infalible de otra pócima: el tipo de cambio como ancla para reducir la inflación, mezclado con la colocación de los tesobonos para mitigar el deterioro de las reservas internacionales que ese mismo tipo de cambio provocaba, y condimentado con la mala privatización de la banca; no podía tener otro desenlace esa mezcla de ingredientes que se fue dando de 1988 a noviembre de 1994. Estas dos combinaciones no sólo no fueron buenas para crecer sino todo lo contrario: fueron bombas de destrucción económica, de destrucción de riqueza y patrimonial, de deterioro brutal del tejido social. Se destruyó tanto a la actividad empresarial como al empleo. Durante esos 30 años, de 1970 al 2000 —años del pri, por cierto—, se incubó y se efectuó esa destrucción. Con la falta de crecimiento y la inflación se provocó, de 1980 al 2000, el peor de los deterioros del salario real en nuestra historia reciente (una caída de cerca de 65%). Lo curioso es que por ingenuidad y rusticidad, después de ver esa cifra, todavía nos preguntemos qué paso con el mercado interno. No hay mucho misterio, lo destruimos.

Luego se pensó que había otros ingredientes mágicos que serían suficientes para crecer. El mercado internacional, a través de una apertura total y de tratados de libre comercio, permitiría por fin tener la mejor de las pócimas. Sustiyendo con ella los menjurjes anteriores, creceríamos. Había que desechar la política industrial que, con el proteccionismo, nos había hecho tanto daño y nos había detenido en el camino hacia la modernidad, hacia el cambio tecnológico y hacia una alta productividad. El desastre de la banca de desarrollo era otra lección de algo mal hecho.

Pero ¿todos los ingredientes eran malos? ¿Todas las políticas de fomento son malas? Tal vez hay que ver qué se mezcla con qué, los ingredientes son importantes. Bien lo saben los magos. Hoy el hecho es que exportamos más, pero también importamos más y el efecto neto no aporta mucho al crecimiento. Al final resulta que exportamos, sobre todo, importaciones. No crecimos. Tal parece que faltó algún ingrediente en la pócima de la integración global, que no es mala, para que fuera más benéfica para la población. Como bien se dice, tal vez tiramos al bebé con el agua sucia.

De 2000 a la fecha —años del PAN, ahora— tampoco se han cambiado las viejas pócimas. No hay nada realmente novedoso para crecer, es más o menos lo mismo. Mejor recaudación, pero no tenemos la certeza de que nos estemos moviendo hacia un mejor gasto público. Tal vez la diferencia importante es que con la autonomía del banco central que logró el Presidente Zedillo la estabilidad de precios fue mayor y el salario real dejó de caer. No es que el salario real mejore; sin crecimiento alto y sostenido eso es difícil. En los últimos 10 años hemos mantenido medio vivo al moribundo, sin lograr tener la paz social, la certeza jurídica, la reducción de pobreza y la distribución del ingreso que nos permitirían crecer sostenidamente. Hemos continuado con pócimas menores, proponiendo y persiguiendo reformas que los brujos de rojo ahora impiden, sin atrevernos a probar ingredientes más efectivos y sin conciencia de que el arsénico, como ingrediente efectivo, tal vez ni siquiera esté presente en dichas reformas. Claro, los gobiernos divididos requieren de la madurez política de los legisladores-magos para generar acuerdos, casi en cualquier país y en cualquier tema, pero eso es obvio. La pregunta es si tenemos la pócima correcta. Hablemos de los ingredientes.

¿Cuál es el arsénico de las políticas públicas en México? ¿Qué mezcla de medidas, en conjunto, harían la función infalible de las buenas pócimas? Esto de la magia tiene lo suyo. Hoy por hoy, tenemos algunos magos certificados en crecimiento, pero no parecen haber utilizado o descubierto el arsénico. Sin embargo, en la historia y en la teoría económica hay evidencia suficiente como para identificar algunos ingredientes esenciales para el crecimiento.

Algunos ingredientes para nuevas pócimas

1. Inversión
Tal parece que este ingrediente es fundamental. Además, tal vez es el único ingrediente que goza de consenso absoluto entre los magos. Una pócima para el crecimiento sin inversión simplemente no es respetable. La inversión tiene al menos tres ingredientes: la inversión pública, la inversión privada nacional y la extranjera.

La inversión privada, nacional y extranjera, requiere entre otras cosas ser rentable. Ésa es la condición más importante para que se dé. Los empresarios no tomarán el riesgo de invertir su patrimonio sin una certeza razonable de que la inversión tendrá utilidades y de que será rentable. Los elementos que reducen la probabilidad de una rentabilidad razonable inhiben la inversión:

  • Un sistema judicial incierto, donde no hay reglas de juego, es suficiente para que los dueños del capital elijan otro país. Sobre todo hoy que es muy sencillo invertir, con estímulos fiscales y financieros, en todo el mundo.
  • Los costos de transacción altos reducen la rentabilidad, ya que incrementan el costo de producir y de vender. La regulación excesiva y la corrupción, que en realidad son sinónimos, son un costo adicional, son una apropiación ilegal de parte del valor de la producción. No sólo restan rentabilidad sino también competitividad.
  • Dada la alta evasión del pago de impuestos que existe en nuestro país, nos hemos visto obligados a sufrir un complicado sistema tributario, caro y engorroso. Sin embargo, existen medidas que podrían facilitar y abaratar el cumplimiento fiscal de las empresas y de las personas físicas y lograr un impuesto de tasa única.
  • Los subsidios indiscriminados, tanto en el cobro de impuestos como en el gasto, crean una sociedad desigual, frustran a los ciudadanos e impiden el cumplimiento de la tarea social del Estado. Este tema es de gran relevancia y lo tocaremos más adelante. Su solución tiene que ver con el arsénico necesario.
  • La mezcla de la búsqueda de rentas por parte del sector privado —oferentes de productos y servicios— con la complicidad de los funcionarios públicos en estados y municipios y en Pemex, infla los precios para que de ahí salga la comisión: menos dinero para proyectos relevantes, apropiación de recursos por parte de unos cuantos. Esta pócima impide mejorar la distribución de ingreso y de oportunidades; afecta la obra, la educación, la seguridad y el empleo.
  • La inversión pública es indispensable. En el pasado, con finanzas públicas balanceadas, se llevaron a cabo los proyectos de infraestructura más grandes que haya tenido nuestro país, los desarrollos turísticos más importantes. Obras todas en alianza con el sector privado que hoy son fuentes importantes de empleo, riqueza y bienestar. La inversión pública induce y complementa a la inversión privada, es un detonante de riqueza fundamental. Además de buscar garantizar los satisfactores básicos de salud y educación, el gasto público debería buscar una alta rentabilidad social. Empleo y bienestar. El gobierno debería subir su tasa de descuento para aprobar proyectos.

Todos estos temas, importantes ingredientes, influyen en la inversión desde el punto de vista de la certeza, la complementariedad y las reglas claras.

2. Seguridad
Indudablemente, un ingrediente fundamental para lograr un proceso de crecimiento sostenido, empleo creciente y desarrollo social, es la seguridad. Seguridad entendida en su definición más amplia. Seguridad patrimonial, seguridad física, seguridad en las reglas del juego. No es posible planear si en el futuro hay incertidumbre. Algunos puntos sobre la seguridad:

  • ¿Cuánta inversión hemos perdido por la ambigüedad judicial, por la falta de certeza jurídica? El patrimonio no se puede apostar a la corrupción de un juez. Seamos claros: no me refiero exclusivamente a la certeza jurídica sobre derechos de propiedad de una gran empresa, o de un banco, que son críticas para la inversión que haga aquélla y para el financiamiento que otorgue éste, sino a los derechos de propiedad de cada familia, de su pequeño patrimonio.
  • Seguridad jurídica no sólo en vivienda. La justicia en nuestro país sigue estando a favor de quien paga más, no de las demandas justas. Es brutalmente regresiva.
  • La seguridad física es evidentemente fundamental para continuar actuando, como trabajador, empleado, empresario o funcionario público. No hay duda de que tenemos que mantener el orden y luchar contra la criminalidad en todos los campos. No hay duda de que hay que recuperar los territorios que dominan los criminales. No hay duda de que las policías locales son fácilmente cooptadas por el crimen y que en muchos casos se convierten en cómplices. El ejército, mientras no exista otro cuerpo de fuerza capaz de contrarrestar al crimen, deberá estar presente en las calles.
  • Pero el uso de la fuerza pública no es la única manera de lograr la seguridad en nuestro país y la reducción del crimen. La solución del problema del crimen organizado y el crimen común requiere un cambio en las oportunidades para nuestra población. Así de sencillo. Un pueblo sin oportunidades es un pueblo sin expectativas, frustrado y desesperado. No hay mucho que pueda perder un joven ante una existencia sin futuro, con carencias generacionales y sin movilidad social. Este tema es central para nuestra historia futura. Su solución tiene que ver con el arsénico que requerimos.
  • Finalmente se requieren reglas claras, concretas, duraderas. Si hay que hacer cambios, éstos se explican y se programan para el futuro. Ni las familias, ni las empresas pueden planear la vida sin reglas claras. En todos los campos. La certeza en el futuro en términos de reglas es una variable básica para la inversión productiva y patrimonial, para el ahorro, el consumo, la educación y la inversión en capacitación y entrenamiento. De otra forma todo es incierto y habría que emigrar a un país con reglas claras.


3. Financiamiento

Este ingrediente es necesario en cualquier pócima para el crecimiento. La complementariedad que significan los recursos financieros en el proceso de inversión, producción, comercialización y consumo es crítica. Es el gran lubricante de la actividad económica. En el resto del mundo juega un papel fundamental. Dos medidas:

  • Requerimos que nuestra banca de desarrollo tenga una mayor participación, con los criterios rigurosos de sustentabilidad y análisis de riesgo que requiere el otorgamiento de créditos. No para buscar rentabilidad, sí para la sustentabilidad. El papel de la banca de desarrollo es financiar con tasas menores, que no requieren la rentabilidad de la banca privada, y a mayores plazos cuando sea requerido. La banca de desarrollo puede tener un fondeo que permita que proyectos públicos o privados sean factibles por su plazo y la rentabilidad social que representen.
  • La banca privada mexicana, además de llevar a cabo un esfuerzo en nuevas modalidades de crédito, debe ser activa para reducir el componente de riesgo en las tasas de interés. Entre las medidas necesarias para lograr esta reducción es esencial que busque mejorar la calidad y cobertura en la información de los burós de crédito, e insistir en que el poder judicial sea más eficiente en la ejecución de contratos. La responsabilidad de las autoridades financieras y monetarias es absoluta en este campo. El poder judicial no puede continuar ajeno a la vida económica del país. También el acceso al crédito es parte del arsénico que buscamos.

4. Mejorar las oportunidades de desarrollo de la población
Éste es el ingrediente más importante. El verdadero arsénico es lograr mejores oportunidades para nuestra población, para que puedan realizar las vidas que les gustaría vivir. Este ingrediente es importante no sólo para el desarrollo social y la seguridad, sino también para el crecimiento de la economía. Mejorar el consumo general de la población, satisfacer las necesidades de educación, salud, vivienda, recreo, cultura y participación política, son elementos fundamentales. Hay además varios aspectos y efectos económicos:

  • El crecimiento, la mayor producción de calidad, el desarrollo tecnológico y la inversión que esto requeriría, no se podrán dar más que con mayor capacidad de consumo por parte de nuestra población. Con los niveles de pobreza y de distribución del ingreso que tenemos, el consumo resultante es de productos nacionales en gran parte informales, de mínima calidad, y de bienes de contrabando. Sin capacidad de consumo, estamos imponiendo una camisa de fuerza a la producción, a la inversión y al crecimiento.
  • Este ingrediente —mejorar la distribución de oportunidades, del ingreso— es tal vez el reto más importante de México. Si algún ingrediente por sí mismo representa el arsénico de la pócima, es el grupo de políticas públicas para lograr este objetivo. Una manera sencilla de medirlo es la forma en que cambia la medición de desigualdad antes y después de impuestos y del gasto público, de transferencias y subsidios.
  • En nuestro país, el coeficiente de Gini que mide la desigualdad en el ingreso pasa de 0.5 a 0.48 —entre más cercano a cero la desigualdad es menor. Así se logra una tímida mejoría de 0.02 en nuestro país. En casi todos los países de la ocde, la política fiscal, el gasto, las transferencias y los subsidios benefician enormemente a la gran población, mejorando las oportunidades de desarrollo. Pasan de ese 0.5, en promedio, a 0.3 (ver Gráfica). Mejorar la distribución del ingreso, de oportunidades, es esencial para el crecimiento económico. Es el arsénico del crecimiento, es la única manera de lograr un crecimiento sostenido.
  • Es evidente que hoy subsidiamos y beneficiamos mucho más a los que menos lo necesitan, a los deciles de ingresos más altos: subsidios a la gasolina, un iva que beneficia extremadamente a los tres deciles más altos, infraestructura para los tenedores de automóviles, exención de impuestos a los deciles altos, y así continúa la larga lista de políticas regresivas. Además de haber destruido nuestro mercado interno, hoy insistimos en reducirlo más. La inseguridad no es más que una manifestación de la mala distribución de oportunidades.

La distribución del ingreso y de oportunidades que tenemos hoy es, evidentemente, una rígida limitante a la producción y al crecimiento. Resolver esta distribución es un ingrediente infalible para crecer. Éste es el ingrediente de arsénico que requerimos.

Foncerrada-Grafica

5. Un acuerdo colectivo. El ingrediente necesario para que los demás funcionen
Finalmente, un ingrediente crítico es que estemos de acuerdo en qué hacer. Una pócima requiere mezclar sus ingredientes. Es urgente un proyecto conjunto, con los acuerdos, convenios y alianzas necesarias. Un proyecto de crecimiento para todos, un gran mercado interno que consuma una producción mayor, una inserción inteligente en la economía global que lleve a un alto nivel de bienestar. Todos juntos lo podemos hacer: empresarios, políticos, gobierno, trabajadores. Requerimos una acción social que no se va a dar sin una alianza política. Un gobierno no puede prescindir de los otros dos poderes, ni de los gobiernos de los estados, ni tampoco del sector empresarial. Cualquier otra opinión es, y ha mostrado ser, arrogante y miope. No es una cuestión de partido, es una cuestión de país, de lograr consenso, alianzas y la ejecución de políticas bien diseñadas.

* Agradezco a Alejandro Trelles Yarza, estudiante de doctorado en la Universidad de Pittsburgh, sus comentarios y observaciones.

_______________
LUIS FONCERRADA PASCAL es maestro en Economía por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Fue Director de Política Monetaria en la Secretaría de Hacienda. Se ha desempeñado como investigador visitante en la Woodrow Wilson School de la Universidad de Princeton, y ha sido profesor-investigador en el Tecnológico de Monterrey, el CIDE, la Universidad Iberoamericana y El Colegio de México, entre otras escuelas. Actualmente es Director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado.

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