que, por distante o menor que parezca, nos comunique con el artista, mantenga abiertos y multiplique los canales de contacto con esa savia fértil. Indagamos a detalle en su vida, localizamos y preservamos sus instrumentos de trabajo, generamos intricadamente

el probable perfil psicológico del hombre, ordenamos todas y cada una de sus composiciones y trazos, así se trate de una mera línea, y encontramos allí múltiples significaciones. Hay un admirable afán crítico y estético en todo ello, y hay también una visión mágica —más importante aun que aquel afán—, un instinto ancestral que sugiere que en el interior de cada cosa y cada idea relacionados con el autor, está el autor, y le rendimos así merecido culto.

A esta magia, y sobre todo a una cruzada por extender la comprensión del artista desde el punto de vista del intelecto y la sensibilidad, nos remiten las

imágenes de José Clemente Orozco que tenemos el honor de presentar en esta edición. Se reúnen aquí algunos de los bocetos que el artista realizó como parte del trabajo que desembocaría en los magníficos murales del Hospicio Cabañas de Guadalajara, sin duda una de las obras maestras del arte del siglo pasado. Tintas, dibujos a lápiz, carbones nos remiten al proceso creativo de Orozco, a sus “pinceles violentos” —como los describió alguna vez otro magnífico, su coterráneo Arreola—, a la intimidad de la concepción, al momento mismo de la génesis.

Por tratarse de esbozos, de ensayos preliminares, podemos distinguir en toda su complejidad el trazo del artista, entender de otra forma dimensiones tales como el movimiento, identificar los elementos básicos de su estilo, apreciar su notable versatilidad en estado de pureza. Incluso, si tenemos el cuidado de cotejarlos con las versiones definitivas, las estampadas con majestuosidad en los muros del Hospicio, estos trabajos son clave fundamental para conocer las alternativas gráficas de Orozco y para entender sus soluciones finales: son atisbos a su libre albedrío. Estos bocetos, por lo demás, son obras artísticas en sí mismas y, en la medida de su singularidad obrarán en el lector de un modo distinto al de los murales.

EstePaís |cultura agradece profundamente al Instituto Cultural Cabañas y al INBA; a los organizadores de la muestra —que con motivo del 60 aniversario de la muerte de Orozco se presentará en el Hospicio a partir de febrero de 2010 y, posteriormente, en el Palacio de Bellas Artes—, y en particular a Ernesto Lumbreras, el privilegio de iluminar estas páginas con ejemplos únicos del legado de uno de nuestros grandes.

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