Las tecnologías para evitar las emisiones que dañan la atmósfera y el medio ambiente existen, pero los costos son muy elevados. Nuestros autores plantean algunas alternativas que pueden resultar viables e incluso atractivas tanto en lo económico como en lo político.
La amenaza del cambio climático es real y crece día a día. De no reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), sufriremos la pérdida de 35% de las especies que habitan la Tierra, según el último reporte de la Fundación ClimateWorks.
Lo anterior se debe a que el dióxido de carbono permanece en la atmósfera largos periodos de tiempo, rompiendo el equilibrio entre su emisión y su absorción, lo que resulta en su acumulación durante siglos. A ello se agrega que la capacidad del planeta de absorber carbono se agota (los bosques se acaban y los océanos se saturan1). Esto significa que el calentamiento global continuará aunque hoy dejáramos de emitir GEI. Por ello, es clave estabilizar nuestras emisiones antes del 2020. De lo contrario, desencadenaremos un proceso no reversible de liberación de metano del ártico siberiano, lo que causará la desaparición de 35% de las especies que hoy habitan el planeta.2
¿Qué es entonces lo que nos impide como humanidad detener el cambio climático? Desde nuestra perspectiva, se trata principalmente de barreras políticas y financieras.
Al hablar de cambio climático se habla básicamente de dos temas: adaptación y mitigación. La adaptación se refiere a las acciones que disminuyen las pérdidas que provoca el cambio climático. Por ejemplo, reubicar un poblado que probablemente se inundará o proteger las cosechas con el uso de tecnología. La mitigación, por su parte, se refiere a las acciones que reducen las emisiones de GEI. Por ejemplo, cambiar focos incandescentes por focos led o bien generar energía eléctrica con fuentes renovables.
La adaptación depende en su mayor parte de decisiones políticas: de la regulación y las acciones de los gobiernos locales para prevenir asentamientos humanos irregulares en zonas de alto riesgo. El hecho de que existan viviendas en zonas de inundaciones o barrancas propensas a deslaves se debe a que los gobiernos locales no actúan conforme a los ordenamientos territoriales que elaboran distintas autoridades. Para el caso de México, una reforma política que permitiera la reelección inmediata a nivel municipal podría incentivar el acatamiento de dichos ordenamientos más que otras medidas.
La mitigación, por otro lado, evidencia las barreras financieras. Hoy en día la ciencia cuenta con las soluciones para eliminar prácticamente todas nuestras emisiones, sin embargo no las utilizamos por ser financieramente inviables. Por ejemplo, hipotéticamente podríamos reducir todas nuestras emisiones de GEI derivadas de la generación de electricidad si todos los países se conectarán a una gran planta solar en medio del desierto del Sahara o una gran planta nuclear en Siberia. Sin embargo, cablear el mundo entero, o que toda la generación de electricidad provenga de fuentes limpias, es prohibitivamente caro.
En el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) analizamos los costos y beneficios de las principales medidas de mitigación que lleva a cabo el Gobierno Federal Mexicano en su Programa Especial de Cambio Climático (PECC).3 Con este análisis pretendemos entender cuáles acciones podrían, en principio, financiarse a través del mercado de capitales, debido a que en este esquema los retornos a la inversión son mayores a los costos de capital, y se requiere de un gobierno o de un tercero para que sea rentable.
La Gráfica 1 muestra en el eje vertical los retornos a las inversiones de las principales acciones de mitigación4 del PECC, mientras que en el eje horizontal están los millones de toneladas de dióxido de carbono que se reducirían con cada acción (el ancho de la barra) en el 2012. Se observa que 75% de estas acciones podrían ser financiadas por el mercado ya que sus retornos son superiores a sus costos de capital promedio.5
Sin embargo, en México tampoco dejamos a los mercados financiar algunas de estas acciones aun cuando son rentables y contribuyen a la reducción de emisiones de carbono. Por ejemplo, la cogeneración en pemex es rentable (tir de 25%) pero no puede ser financiada por fuentes privadas debido a que la Constitución lo prohíbe. Por otro lado, las limitaciones que impuso el Congreso a PEMEX en materia de endeudamiento y el reducido patrimonio de la paraestatal inhiben este tipo de inversiones a pesar de que la extracción y producción de hidrocarburos en México representa 12% de las emisiones de GEI del país.6
Por si fuera poco, México cuenta con enormes subsidios a la gasolina y a la electricidad, cerca de 165 mil millones de pesos (2010),7 cifra que prácticamente duplica el monto de los dos principales fondos del Banco Mundial para combatir el cambio climático en todo el mundo (ver Gráfica 2).
Estos subsidios representan un enorme costo fiscal y abaratan la gasolina y la electricidad, lo que desincentiva la migración a tecnologías que permiten ahorrar energía. Esto nos lleva a más barreras políticas.
Entender el problema de esta forma ayuda a plantear soluciones claras. Abrir el sector energético mexicano a la competencia y eliminar los subsidios energéticos no sólo permitiría reducir nuestras emisiones sino que impulsaría la economía. Se trata de un excelente punto de arranque. A continuación presentamos otras sugerencias para detonar inversiones rentables y que reducen los GEI:
1. Simplificar las reglas del juego para que el sector privado pueda invertir en autoabastecimiento energético y bosques;
2. Otorgar incentivos fiscales. Por ejemplo, reducir temporalmente los impuestos a quienes deciden generar su propia electricidad o bien a aquellos municipios que inviertan en infraestructura para explotar biogás;
3. Adoptar estándares de calidad en distintos procesos, sobre todo en el sector industrial y de transporte;
4. Desarrollar programas de acompañamiento técnico para uso, mantenimiento e implementación de tecnologías eficientes. Existen tecnologías que representan excelentes oportunidades de ahorro y de negocios y que incluso tienen un impacto importante en la salud, como son las estufas eficientes.
Aunque hay muchas formas de combatir el cambio climático, creemos que entenderlas desde una perspectiva financiera contribuye a simplificar la discusión y la búsqueda de soluciones. De esta forma, se pueden priorizar las acciones en función de sus beneficios económicos o sociales, y sentar así las bases para la discusión de prioridades del gasto público en la materia. De lo contrario, veremos cómo se derriten los polos mientras los políticos del mundo intentan llegar a un acuerdo, luego de 20 años sin avances sustanciales.
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1 Investigadores de la Universidad de Columbia encontraron que la capacidad de absorción de CO2 de los océanos disminuyó 10% de 2000 a 2007, debido a que la acidez y la temperatura de las aguas aumentó, lo que supone una menor capacidad de asimilación del compuesto.
2 Climateworks, Costs of Delay 2011, con base en evidencia geológica que muestra que hace 55 y 251 millones de años hubo cambios en la vida del planeta que tardaron 100 millones de años en revertirse.
3 Principal estrategia de combate al cambio climático de México.
4 Aquellas que representan 85% de las reducciones en emisiones de GEI del Programa.
5 Se considera el costo de capital para México como el weighted average cost of capital (wacc) promedio de las 106 empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores.
6 Cuarta Comunicación Nacional.
7 En 2010, la cfe subsidió con 89 mil 936 millones de pesos el consumo de electricidad en el país, según los estados financieros al cierre de 2010. El ieps negativo de pemex correspondió a 73 mil 592 millones según el reporte de estados financieros consolidados 2010.
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RODRIGO GALLEGOS es Director de Cambio Climático y Tecnología en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
RODRIGO FRANCO es Investigador Senior del IMCO.