El funámbulo
Con un pie en la tumba, todavía era capaz de mantener el equilibrio.
Spinning
Desde que bajó de la bicicleta estacionaria, el mundo no ha dejado de dar vueltas a su alrededor.
El corrector
El corrector se disponía a enmendarle las comas a Valle-Inclán cuando, de súbito, un infarto le puso punto final.
Falta de aptitud narrativa
Nació, creció, amó, se reprodujo, se deterioró y murió sin nada digno de ser contado.
Porfía
Siempre quería tener la última palabra. No quedó nadie a su lado para escuchar sus últimas palabras.
Por una coma
(variación sobre un tema de Monterroso)
Cuando despertó el dinosaurio, todavía estaba allí.
Letras parasitarias
Tardó cinco minutos en garabatear las catorce líneas del poema. Durante siglos, los especialistas han escrito bibliotecas enteras para explicarlo.
Causalidad
Lo conoció en un encuentro casual. Una suma de coincidencias los llevó hasta el altar. Sus celos siempre le fueron refutados como un mero malentendido, obra del azar. También fue fortuito que el revólver estuviera a la mano y cargado. Quizá, si le hubiera tocado otro juez, no estaría purgando sentencia por homicidio con premeditación, alevosía y ventaja.
Sherezada
En la milésima noche, a Sherezada se le agotaron las historias. Entonces retomó una de las primeras y la narró con tantas variaciones que le pareció imposible que su oyente la reconociera.
Así descubrió que el Sultán tenía una memoria prodigiosa. Pero eso, ya no vivió para contarlo.
En la boca del loto
Al darse cuenta de que había caído en una planta carnívora, el mosco supo que iba a morir. Ni siquiera hizo intentos por escapar: sabía que antes de que pudiera despegar sus zancas, la flor lo habría engullido.
Pero los pétalos no se cerraban. El insecto, envalentonado, retó:
—¿Qué esperas? ¿Por qué alargas mi suplicio? ¡No seas cruel y trágame de una vez!
—Vete —le respondió la flor—. No pienso devorarte.
—¿No eres una planta carnívora?
—Era. Me volví vegetariana, como mi dueña.
Mientras emprendía de nuevo el vuelo, el mosco sintió algo parecido al vértigo, imaginando qué legumbres le servirían de alimento a esa planta caníbal.
Telurismo
Tras una noche de insoportables agruras, amaneció vomitando una sustancia rojiza y viscosa. Cuando le tomaron la temperatura, el mercurio se dio de topes contra el vidrio del termómetro.
El médico de guardia lo estuvo revisando por fuera y por dentro durante un buen rato. Al fin, diagnosticó:
—A su marido le está naciendo un volcán.
Regresaron a casa con una medicina para la fiebre eruptiva y seis bolsas de hielo que vaciaron en la tina. Sumergieron al enfermo —que temblaba y escupía pequeñas rocas candentes— y esperaron a que el frío surtiera su efecto. En un abrir y cerrar de ojos, los glaciares se convirtieron en un manantial que ebullía. Repitieron el intento hasta que, cinco deshielos después, la tina comenzó a craquelarse.
Sintiendo próximo el fin, su esposa llamó a familiares y gente cercana para que lo acompañaran en el último trance. Unos lloraban, otros se llevaban las manos a la boca con asombro; alguno soltó risitas incrédulas. Aún hoy pueden ser vistos así, en las actitudes en que los sorprendió la erupción, formando un compacto grupo estatuario que el enfermo, ya recuperado, conserva al pie de su volcán.
Opus Magnum
No paró de escribir hasta que hubo terminado la narración más breve de la historia.