Tuesday, 24 December 2024
Artículos relacionados
El clasificador de cartas y la bibliotecaria: cómo volverse coleccionista de arte con dos salarios mínimos
Blog | Optográfica | Helena Okón | 03.08.2012 | 0 Comentarios

HelenaOkon

La primera vez que compré un cuadro tenía cinco años, y me costó cinco pesos. No me causó ninguna gracia tener que pagar por él. La artista era mi tía, y yo asumí que ella me lo regalaría simplemente porque el retrato de la mujer con cabello de marea y orejas de concha de mar me gustaba. Estaba yo muy equivocada. Dice mi tía que armé un tango cuando me dijo que me lo vendía. Que le diera cinco mil pesos por él. No me pareció chistoso. Le dije que era una aprovechada, que no tenía piedad. Al parecer, usé palabras muy fuertes. Pero mi tía no cedió, y a regañadientes abrí mi bolsita y le pagué.

Yo creo que era suficientemente nueva en el mundo para que el elemento “miles” de pesos me sorprendiera. Aquellos cinco mil pesos equivalen, en este mundo post-salinato, a cinco pesos. Pero en ese entonces el presidente seguía siendo Miguel de la Madrid, y la primera obra de mi colección me costó lo que unos años después, en la primaria, pagaría por papitas con frutsi en el recreo. Esa primera compra me enseñó que no existe obra que no tenga precio, y que hay dos maneras de ser coleccionista.

O se es rico y millonario, o se ahorra y uno paga lo que se puede. Uno debe vivir con lo que tiene, más aún, uno debe coleccionar con lo que puede. Y aunque a veces el precio de una obra de arte se pueda negociar, a lo largo de la vida he aprendido que no se necesita ser millonario para ser coleccionista. Algunas de las claves es comprar arte a desconocidos, a amigos desconocidos en el mundo del arte, y comprar piezas minúsculas e insignificantes, a grandes nombres que nos apasionen. Incluso, se puede vivir con un salario bastante restringido y aún así armarse de una colección que lo haga a uno sonreí. Porque ésa es la clave, comprar sólo lo que a uno le encante. El único coleccionista legítimo es el que compra para sí mismo. La pareja estadounidense Herb y Dorothy Vogel se han convertido en el ejemplo a seguir.

Ella era bibliotecaria, él era trabajador del sistema de correos. Ella trabajaba en la Biblioteca Pública de Brooklyn, él clasificaba cartas por las noches. Con el salario de ella, vivían y pagaban la renta. Con el de él, compraban arte. Con este sistema, y una combinación de arrebato y frugalidad, la pareja creó, a lo largo de cincuenta años de matrimonio, una de las colecciones más importantes de arte minimal y conceptual, enfocada especialmente a la escena neoyorkina.

En 1992, tras años de recibir ofertas que habían negado, la pareja decidió donar su colección a la National Gallery of Art bajo la condición de que se quedara junta. Uno de sus argumentos para donar, en lugar de vender, fue que la colección debía regresar al pueblo estadounidense, pues al haber sido ellos trabajadores del estado, la habían pagado con el dinero de los impuestos de todos, pues al fin ya al cabo de ahí venían sus salarios. Para cuando tomaron la decisión, su colección valía millones de dólares y se encontraba parcialmente embalada y almacenada en su minúsculo departamento de una recámara en Nueva York. La colección había invadido sus vidas y espacio vital a tal punto que era inverosímil que todo ese arte se concentrara en tan pequeño lugar. Entre cientos de cajas y arte apilado, sólo había un flaco pasillo por donde transitar entre cuarto y cuarto. Cada pared estaba cubierta de arte, gran parte de ella cubierta para su propia protección. Incluso había obras dentro del baño.

Quien hubiera entrado sin saber de qué se trataba, hubiera creído que los Vogel eran acumuladores patológicos. Nadie hubiera sospechado que dentro de ese departamento con renta congelada se albergaran millones de dólares. Si se hubiera incendiado o inundado, hubiera sido una pérdida monumental para el mundo del arte. En total, la colección incluye casi 5000 obras. Incluye piezas de Sol LeWitt, Roy Lichtenstein, Bill Jensen, Richard Tuttle, Chuch Close, Cindy Sherman, entre otros casi 200 artistas. Al recibir la donación, la National Gallery of Art quedó rebasada logísticamente por tal cantidad de obras, y comenzó un proyecto para distribuir 50 obras a cada uno de los 50 estados de EUA.

Herb Vogel, quien murió el pasado 22 de julio, en una ocasión declaró a la Associated Press: “podríamos fácilmente habernos convertido en millonarios. Pudimos haber vendido las cosas e irnos a vivir a Niza y todavía nos hubiera sobrado. Pero ese aspecto no nos interesaba.” La colección de los Vogel fue una empresa de amor y de una pasión conjunta, por el mundo del arte. En el 2008 la cineasta japonesa Megumi Sasaki se dedicó a retratar su espíritu de coleccionistas en el documental “Herb & Dorothy”. La lección que revela de la vida de los Vogel habla sobre las prioridades que establecemos en nuestra vida. Hay quienes deciden comprar coches, una casa, invertir en vacaciones o zapatos bonitos. Existen otros que son víctimas de impulsos de acumulación un tanto más creativos. La colección de los Vogel no sólo es fundamental por su valor estético, sino porque resulta también el retrato de una época. Todas las obras, en un momento dado, fueron arte vivo neoyorkino, y se obtuvieron en exposiciones a las que fueron los Vogel, o en estudios de artistas que visitaron y de quienes se hicieron amigos.

No recuerdo quién decía que el valor de una colección de libros no se sustenta sólo en la colección, sino en la selección de libros. Lo mismo sucede con los Vogel. Como coleccionistas imprimieron su propio espíritu a su colección, a través de sus elecciones. El mérito no es meramente el hecho de haber reunido una colección de esas dimensiones con tan pocos recursos. Como con toda gran colección, la selección de piezas se convirtió en una obra en sí misma. La lección es también para el mundo del arte que hoy en día se encumbra como una burbuja de élite. Atención, dice el espíritu Vogel, las joyas más preciadas pueden concentrarse en los papeles más frágiles, en los objetos más discretos, puede esconderse incluso en un departamento minúsculo, donde su compañía serán un tanque lleno de tortugas y un gato.

Parte de la colección de los Vogel puede verse en: http://vogel5050.org/

Dejar un comentario



Química de los objetos perdidos
Lucero tiene la virtud de hacer hablar a las cosas. Sobre todo las cosas que se quieren tirar a la basura, porque ya no sirven para nada, y a las cuales Lucero les infunde el soplo de la vida. Es con esta química de los objetos perdidos como ella consigue el milagro de mostrarnos un […]
Obra plástica, Lucero Isaac
Los objetos que acumulamos a lo largo de nuestra vida se van cargando de diversos significados. Aquel reloj que ha estado en nuestra familia por generaciones, un instrumento que cumple una función para que podamos vivir en este mundo, se descompone pero no por eso lo desechamos. Por el contrario, adquiere la cualidad del amuleto: […]
Goran Bregovic: El reto a la gravedad
Con motivo de la visita de Goran Bregovic al  Festival Cervantino  —entre otros conciertos que dará en México —, la productora de dicho evento nos obsequia un recorrido por la obra de este músico gitano y la influencia que ha tenido en la escena Balkan que se desarrolla en nuestro país.   Goran Bregovic tiene […]
Obra plástica: Manuel González Serrano
Las orquídeas penumbras mueren de una mirada mal puesta de los hombres que no saben ver nada. Discurso por las flores, Carlos Pellicer Italo Calvino afirma que “no podemos conocer nada exterior a nosotros pasando por encima de nosotros mismos; el universo es el espejo donde podemos contemplar solo lo que hayamos aprendido a conocer […]
Otro fin del mundo
  Parece que la idea del holocausto está más presente que nunca. En las religiones, la literatura, el cine, las redes sociales y, sobre todo, en la vida cotidiana, muchos se preparan para el inminente fin. El programa Preppers, de NatGeo, retrata familias gringas que, indirectamente, desaprueban por igual la lectura de los clásicos que […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (154.320)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (66.492)
...

Con toda la barba (49.251)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.888)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (27.021)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez