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¿Habilidad política del Ejecutivo? Un análisis del gabinete de Enrique Peña Nieto
Este País | Juan Carlos Villarreal Martínez | 01.07.2013 | 1 Comentario

La experiencia de los integrantes de un gabinete en cargos públicos previos puede ser un indicador de su capacidad política y ejecutiva. A partir de esta premisa, el autor propone un método de calificación del gabinete actual y contrasta los resultados con los de las dos administraciones panistas.

Con la alternancia presidencial del año 2000, los personajes que conforman los gabinetes federales han adquirido una importancia vital en la capacidad ejecutiva del Gobierno. Con el regreso del PRI al Poder Ejecutivo en 2012, se generaron expectativas sobre quiénes integrarían el gabinete. La respuesta fue una combinación de perfiles profesionales situados entre la experiencia y la renovación.

©iStockphoto.com/MrPlumo
La élite que ahora gobierna ya no es solamente tecnócrata, según el término que Roderic Ai Camp empleó para referirse a aquellos educados primordialmente en escuelas privadas y con estudios de posgrado en el extranjero. Para comprobar lo anterior, se estudiaron los dos gabinetes panistas y el gabinete legal y ampliado1 del actual Gobierno federal, a fin de valorar los puestos que han ocupado sus integrantes en las administraciones federal y locales, en partidos políticos o en puestos de elección popular.

A continuación se presenta el análisis comparativo entre los gabinetes de Enrique Peña Nieto (EPN) y sus antecesores panistas, Felipe Calderón Hinojosa (FCH) y Vicente Fox Quesada (VFQ). Cuando hubo cambios de denominación en las secretarías, se tomaron en cuenta las atribuciones. El eje rector, en todo caso, es el gabinete legal y ampliado con el que empezaron los sexenios.

Solo como referencia y elemento de comparación, también se consideran los dos sexenios priistas anteriores a la transición de 2000, aunque no son objeto del presente análisis.

Una vez identificados los actores que integraron el primer gabinete de los presidentes en cuestión, se procedió a buscar —tanto en bibliografía especializada como en los portales digitales de las dependencias donde se han desempeñado los secretarios— las fichas curriculares y los cargos que habían detentado estos hasta antes de asumir su encargo. Se excluyen del análisis las secretarías de Defensa y de Marina, por las características propias de estas dependencias, ya que la carrera profesional de sus titulares se desarrolla en el ámbito castrense.

Nuestro análisis se basa en dos preguntas básicas: ¿la valoración de la experiencia política de los secretarios en los gobiernos panistas es distinta de la de los secretarios del Gobierno actual? y ¿cuáles son las semejanzas y diferencias? Para responder, se revisan las puntuaciones obtenidas por los gabinetes de acuerdo con la metodología que se propone.

Consideraciones metodológicas

Las unidades de análisis son tres: (1) cargos de elección popular, (2) cargos en la Administración Pública y (3) cargos de partido. Las tres unidades versan sobre la experiencia en encargos públicos.

Para poder comparar, se definieron criterios y ponderaciones de los diferentes tipos de cargos públicos con la intención de hacer medibles los perfiles de los distintos actores políticos, rasándolos para su cotejo. La calificación de los cargos evaluados según las unidades de análisis se expone en la Tabla 1.2

tabla-1-villarreal-267

Se procedió después a asignar una puntuación a cada cargo ocupado por los actores (en los casos en que se ocupó un mismo cargo en varios momentos, se asignó una puntuación por cada ocasión en que se detentó el puesto) y se hizo la sumatoria de las puntuaciones de cada actor. Cabe mencionar que se puntuaron más alto los cargos nacionales que los locales —con excepción de las gubernaturas, por su condición ejecutiva, su relación con los demás poderes locales y su participación en las decisiones de la federación. De esta forma, se pudo obtener una puntuación específica para cada uno de los secretarios designados por los presidentes al inicio de sus administraciones.

Respecto a los cargos en la Administración Pública considerados dentro de esta evaluación de experiencia política, se entiende que por sus características no son posiciones meramente administrativas sino también políticas. La Tabla 2 muestra las ponderaciones de los secretarios de las tres administraciones revisadas, producto del análisis y evaluación de su experiencia en cargos públicos de acuerdo con la ponderación establecida.

tabla-2-villarreal-267

El primer hallazgo revelador es que existen diferencias abrumadoras entre las ponderaciones acumuladas de los distintos gabinetes. Mientras que el gabinete de EPN asciende a 244 puntos de experiencia político-partidaria, los gabinetes de FCH y VFQ alcanzan 153 y 60 puntos, respectivamente. Asimismo, solo 3 de los 23 miembros (13%) del gabinete de EPN no habían tenido un encargo público político de la magnitud ponderada en este estudio —es el mismo caso del gabinete de FCH—, mientras que en el gabinete de VFQ esta cifra aumenta a 12 de 23 (52%), es decir que más de la mitad de los colaboradores cercanos de VFQ no habían ocupado previamente cargos de una responsabilidad pública relevante. Esto no resulta extraño si se recuerda el perfil gerencial que pretendió VFQ con la integración de un gabinete seleccionado por los famosos headhunters. Lo anterior permite aseverar que el perfil del gabinete de EPN, en comparación con los de sus dos antecesores, se centra en la caracterización típica de “operadores políticos”.3 Se trata de uno de los signos inconfundibles de la nueva administración priista: amplia experiencia en cargos públicos de alta responsabilidad en sus entidades de origen, en consonancia con sus orígenes partidarios.

Un ejemplo de ello se encuentra en otro de los niveles de análisis, el de la experiencia de los secretarios como exgobernadores, que es el cargo mejor puntuado en la ponderación establecida. La experiencia en este cargo ha sido privilegiada en las designaciones de EPN, ya que seis de sus colaboradores habían sido gobernadores en sus respectivas entidades —además del mismo presidente—, lo que deja ver que dentro del gabinete hay una importante experiencia de operación política. FCH incluyó dos exgobernadores, mientras que VFQ solo consideró uno (además de haberlo sido él mismo). Lo anterior puede tener su explicación en la dinámica electoral de las entidades, donde el PRI se ha mantenido como la primera fuerza electoral, por lo que la cartera de personajes experimentados en los gobiernos estatales es más amplia; en contraste, el número de exgobernadores del PAN es claramente menor. No obstante, el PAN sí tenía cuadros altamente capacitados en el periodo estudiado; su exclusión de los gabinetes amerita otro tipo de análisis (ver la Tabla 3).

tabla-3-villarreal-267

Al comparar los personajes mejor puntuados encontramos que, del gabinete de EPN, tres acaparan las más altas puntuaciones, muy por encima de cualquier otro actor político de los gabinetes estudiados (ver la Tabla 4). Nos referimos a Pedro Joaquín Coldwell, con 43 puntos; Jesús Murillo Karam, con 34, y Emilio Chuayffet Chemor, con 27. Los tres tienen experiencia como gobernadores, en el Poder Legislativo federal y como secretarios federales o del PRI a nivel nacional. Los sigue de cerca Miguel Ángel Osorio Chong, con 23 puntos, quien también fue gobernador. Estos actores, además, ocupan posiciones estratégicas, en la Secretaría de Gobernación (Segob), la Secretaría de Educación Pública (SEP), la Secretaría de Energía (Sener) y la Procuraduría General de la República (PGR), es decir, posiciones que son prioritarias para EPN. Así, estos secretarios acumulan en su haber gran experiencia en cargos públicos de primera importancia; son, en palabras llanas, operadores políticos experimentados, como se afirmó arriba (ver la Tabla 4).

tabla-4-villarreal-267

Cabe destacar que estos políticos no son de los más jóvenes del gabinete, y su presencia en la administración federal no es novedosa. Tampoco podrían considerarse como una pléyade de la élite priista distinta de la que dejó el poder en 2000 (con la pérdida de la presidencia), pues habían colaborado en la administración federal o en el partido desde los gobiernos de Carlos Salinas (1988-1994) y Ernesto Zedillo (1994-2000). Si el rango de análisis se amplía a estos periodos, como mero ejercicio de contraste, el perfil del actual gabinete se hace más evidente. Estos funcionarios se han mantenido vigentes bajo condiciones de constante exigencia y alternancia en el poder, lo cual podría haberles dado mayores herramientas para trabajar en situaciones de crisis.

Del gabinete de FCH, los secretarios con mayor puntuación fueron Rodolfo Elizondo Torres (Sectur), con 18 puntos; Alberto Cárdenas Jiménez (Sagarpa), con 17 puntos, y José Luis Luege Tamargo (Conagua) con 15. De ellos, solo Cárdenas había sido gobernador, todos tenían experiencia legislativa en el Congreso de la Unión y todos se habían desempeñado como miembros del gabinete de VFQ (aunque no desde el inicio de su gestión, sino como sustitutos de otros actores). Sin embargo, las posiciones de estos actores no tuvieron un peso significativo y no guardaron relación con su capacidad de acción en el Gobierno federal. Uno de los cargos más importantes es el de secretario de Gobernación, que quedó en manos de Ramírez Acuña, quien acumuló 11 puntos en la ponderación. Si bien gozaba de una trayectoria política importante, su alcance previo fue meramente local y no logró consolidarse en el sexenio de FCH; Gobernación, por lo demás, tuvo cinco titulares en seis años.

En el caso de la administración de VFQ, la mayoría de los secretarios carecían de experiencia en encomiendas públicas; algunos perfiles consistían principalmente de experiencia en altos cargos dentro del sector privado. Solo dos miembros del llamado “gabinetazo” destacaban por su experiencia en el sector público: Juan de Dios Castro Lozano (Consejería Jurídica del Ejecutivo), con 14 puntos, y Enrique Moreno Cueto (ISSSTE), con 12. La experiencia del primero se circunscribe en la legislatura federal, en dos ocasiones como diputado y en otras dos como senador; el segundo fue secretario en tres administraciones priistas. Estos actores tuvieron a su cargo áreas técnicas de carácter primordialmente administrativo y alejadas de la operación política. Sus resultados están marcados por claroscuros. El perfil “gerencial” no se tradujo en cambios sustantivos durante ese periodo de gobierno.

A la luz de lo anterior, se puede concluir que el gabinete de EPN cuenta con perfiles de mayor experiencia en cargos públicos, particularmente en el ámbito del Poder Ejecutivo; además, los personajes de mayor experiencia fueron incrustados en posiciones estratégicas para la administración federal. La fortaleza electoral del PRI en los estados y municipios le ha permitido contar con cuadros y perfiles experimentados en el Gobierno y la política. Sin embargo, no siempre fue así: las puntuaciones de los gabinetes en los gobiernos de Carlos Salinas (141) y Ernesto Zedillo (145) también contrastan con la del actual (244). En descargo, debe decirse que, sin alternancia y con un partido hegemónico, resultaba entendible el perfil tecnocrático dominante, aunque este es un hallazgo que requeriría de un análisis más detallado.

©iStockphoto.com/MrPlumo

Mención aparte merecen los perfiles técnicos especializados, entre los que destaca el de Luis Videgaray Caso. Aunque es también un eficaz operador político, proviene de una esfera tecnócrata especializada, la financiera. El titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ha sabido combinar ese perfil técnico con la operación política, primero en un cargo similar en el Estado de México y luego, inopinadamente, como coordinador de campaña de Eruviel Ávila en la elección para gobernador del Estado de México y de EPN en la campaña presidencial, hecho que muestra la singular combinación que ofrece el gabinete del ahora presidente.

La élite del PRI que actualmente tiene el poder se vislumbra como una generación de políticos que crecieron entre el peso de la alternancia y los triunfos de la oposición en sus localidades, lo que fortalece su capacidad de negociación y solución de conflictos; se trata de políticos experimentados que tienen los atributos exigibles en un régimen democrático. Con este grupo en el poder se consolida una nueva forma de hacer política —diferente de la que permeó el siglo XX en México— que consiste en el ingreso al Gobierno federal desde lo local. El PAN inaugura ese método mediante una serie de triunfos locales desde 1946, que fueron poco a poco acumulándose hasta darle la presidencia en 2000. El PRI la repite con éxito desde la oposición 12 años después. Se vuelve una constante que los gobernadores jueguen papeles más importantes en la política nacional. El juego de la periferia al centro apenas comienza y quizá por ello ha sufrido recientemente un nuevo impulso “centralista” de reformas políticas.

Estas diferencias en la integración de la élite nos permiten reconocer esa regeneración entre cuadros de experiencia, baluartes electorales y tecnócratas especialistas, los cuales se han adaptado al modelo de competencia de la democracia mexicana, han actuado bajo las reglas electorales —aprobadas y validadas por todas las fuerzas políticas— y cuentan con esa legitimidad. Sin embargo, también caminan en los linderos del autoritarismo, debido a la historia de su partido y a la transición que tímidamente ha iniciado en la cultura política de la clase gobernante. Este análisis deja la puerta abierta para profundizar en las particularidades que distinguen a un sexenio que recién comienza.

1 Se denomina gabinete legal a “la reunión del C. Presidente de la República con los Secretarios de Estado y el Procurador General de la República”. Asimismo, se denomina gabinete ampliado a “la reunión del C. Presidente de la República con los Secretarios de Estado, el Procurador General de la República, y los directores generales o similares de las Entidades Paraestatales de Control Presupuestario Directo”. Víctor Alfaro Jiménez, Glosario de administración, 2012. Disponible en: <http://www.paginaspersonales.unam.mx/files/358/GLOSARIO_DE_ADMINISTRACION_2de2.pdf>.
2 En relación a los cargos de “Titular de un Organismo” estatal o federal, se incluyó a aquellos pertenecientes a organismos autónomos, paraestatales o estratégicos; asimismo, se incluyó en lo federal a quienes han sido embajadores de México en otros países.
3 Se entiende por operador político a aquel individuo con la capacidad de concertar, programar y establecer compromisos y acuerdos con líderes de distintos grupos políticos. Óscar Godillo, et ál., “Mecanismos de competencia electoral: Un análisis microsociológico en Chiapas”, Tiempo laberinto, agosto de 2008.
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JUAN CARLOS VILLARREAL martínez es candidato a doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de La Habana, Cuba. Consejero del Instituto Electoral del Estado de México, enseña en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México.

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