Interior: cuarto en casa de seguridad, día.
Una cartera vacía está tirada en el suelo; junto a ella hay, desparramadas, tarjetas de presentación, llaves, una bolsa de mujer y diversos objetos personales. En una esquina del modesto cuarto de una casa de seguridad (con escasos muebles, sumido en penumbra), Rubén y Cecilia están sentados contra la pared, unidos por unas esposas que los amarran a uno de los barrotes de la ventana. Ella solloza quedamente, él le susurra frases de consuelo.
RUBÉN: Tranquila, amor. Regresan de los cajeros y nos dejan ir.
La puerta se abre y entra un Secuestrador, con el rostro cubierto por un pasamontañas; viene hablando por celular.
SECUESTRADOR: Ajá… Ajá… Ahorita lo suelta.
Se aparta el teléfono de la oreja y se acerca a ellos.
SECUESTRADOR: ¡El NIP de la cuenta en dólares!
RUBÉN: ¿En dólares? No, mano, estás confundido, no tengo ninguna cuenta en…
CECILIA: (Firme.) Noventa y seis veintitrés.
SECUESTRADOR: Noventa y seis veintitrés.
RUBÉN: (A Cecilia.) ¡¿Tienes una cuenta en dólares?!
El Secuestrador tapa la bocina del teléfono.
SECUESTRADOR: No es.
CECILIA: ¿Noventa y seis… treinta y cinco?
SECUESTRADOR: (Al teléfono.) Noventa y seis treinta y cinco… ¿Tampoco?… Aguántame tantito.
Deja el celular sobre la mesa y ayuda a Rubén a incorporarse.
SECUESTRADOR: Pon la mano sobre la mesa.
Rubén coloca su mano libre sobre la mesa. El Secuestrador lo inmoviliza, aferrándole la muñeca, al tiempo que saca una pistola y la apunta hacia el dedo de Rubén que tiene la argolla matrimonial.
SECUESTRADOR: (A Cecilia.) ¡Última vez! ¡O nos das el bueno o le vuelo el dedulce a tu marido!
Rubén cierra instintivamente el puño. El Secuestrador corta cartucho.
SECUESTRADOR: ¡A ver el dedito! ¿O quieres que de unávez te chingue la mano completa?
RUBÉN: ¡No, espérate! ¡Tranquilo!
SECUESTRADOR: ¡A la de cinco disparo!… ¡Uno!
RUBÉN: ¡Dáselos! ¡Dales el NIP!
CECILIA: ¡No me acuerdo de los últimos dígitos! Como nunca la uso… hoy de pura coincidencia, porque iba a pagar el boleto a Nueva York, pero…
RUBÉN: ¡¿Nueva York?!
CECILIA: De los primeros, sí: noventa y seis, el año en que salí de la prepa. Pero los otros dos…
RUBÉN: ¿A qué vas a Nueva York, Cecilia?
SECUESTRADOR: …¡Dos!…
RUBÉN: ¡No! A ver, ¡acuérdate! ¿Qué era? ¿Tu cumpleaños… tu edad…?
CECILIA: No… era algo de nosotros…
RUBÉN: ¡El día de nuestro aniversario! ¡Veintinueve! ¡Noventa y seis veintinueve!
SECUESTRADOR: …¡Tres!…
RUBÉN: ¡Ya casi, ya casi lo tenemos! ¡Amor, concéntrate! Solo son dos dígitos. ¿El día que te propuse matrimonio… el año que nos conocimos…? ¡Los años que llevamos juntos!
SECUESTRADOR: ¡Cuatro!
Cecilia mira desconcertada a Rubén. Este la ve con reproche.
RUBÉN: Te lo estás guardando adrede, ¿verdad? Como Nueva York… como la cuenta en dólares… y quién sabe qué tanto más…
La mira con reproche. El Secuestrador se prepara para apretar el gatillo. De pronto, Cecilia recuerda.
CECILIA: ¡Los novios que he tenido!… ¡Noventa y seis diez! ¡Ese es el NIP!
Sin soltar la mano de Rubén, el Secuestrador deja un momento la pistola sobre la mesa para marcar su celular.
RUBÉN: Me dijiste que antes de mí solo había habido ocho.
CECILIA: Antes de ti, sí.
SECUESTRADOR: Noventa y seis diez… Ajá…
Espera, sin soltar la mano de Rubén; este mira con recriminación a su mujer.
SECUESTRADOR: ¿Tampoco?
Rubén voltea, sorprendido, hacia el Secuestrador.
SECUESTRADOR: Oquei. Ahorita los hago hablar.
El Secuestrador cuelga. Extiende la mano para tomar la pistola: no está. Levanta la vista y descubre que Cecilia sostiene la pistola en su mano libre.
Cecilia le dispara al Secuestrador. Este se desploma con una flor de sangre en la frente. Rubén voltea con asombro hacia su mujer.
CECILIA: Perdón. Fueron once.
Cecilia y Rubén, aún esposados uno al otro, contemplan el cuerpo inerte del Secuestrador a sus pies. ~
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Dramaturgo, guionista y director de cine y de teatro, FLAVIO GONZÁLEZ MELLO (Ciudad de México, 1967) estudió en el CUEC de la UNAM y en el CCC del CNA. Algunas de sus obras teatrales son 1822, el año que fuimos imperio; Lascuráin o la brevedad del poder y El padre pródigo. En 2001 publicó el libro de cuentos El teatro de Carpa y otros documentos extraviados. En 1996 ganó el Premio Ariel por su película Domingo siete.