Existe una gran controversia acerca de las cuotas de género y su efectividad para transformar las condiciones de las mujeres. En los discursos políticos muchas veces se confunde igualdad y equidad, por lo que se vuelve necesario realizar un análisis de su importancia.
Participación política equitativa
Los sentidos de las cuotas son responder al desequilibrio de género en los órganos de toma de decisiones políticas por medio de garantizar porcentajes mínimos de participación de mujeres, ayudar a revertir las desigualdades históricas a las que han estado sometidas y mejorar la calidad de la democracia a través de que las políticas públicas y las legislaciones se decidan tanto por mujeres como por hombres atendiendo a intereses más amplios de la población.
Muchas de las reticencias a las cuotas de género provienen de una clase política ignorante y ambiciosa que usa el término equidad para referirse a igualdad intentando diluir su sentido. La equidad implica un trato justo que toma en cuenta las condiciones de desventaja de alguna población para el ejercicio de sus derechos y libertades e implica medidas compensatorias para revertir estas brechas. Cuando, ante estas medidas, algunas personas aluden que no hay una competencia equitativa, están usando una victimización para reclamar una competencia “igual” para todos/as sin importar el contexto, es decir, sin renunciar a sus privilegios o situaciones de ventaja. Ello supone una actitud profundamente antidemocrática, pues esta no se limita a un sistema de representación o de votación, sino que su sostenimiento requiere que estén presentes entre la población actitudes cívicas y democráticas que la hagan efectiva (como lo son la equidad y la inclusión) y mecanismos de contrapesos y límites al poder.
Avance de las mujeres y conciencia de sí
Las cuotas de género son una obligación cívica de saneo de las democracias actuales a nivel global, debilitadas por la corrupción y los intereses económicos y políticos ajenos al bien común.
Ser mujer es únicamente una característica biológica, no implica ser una persona constructiva, poseer una perspectiva de género ni tener conciencia de las desigualdades y actuar para revertirlas. También existen la violencia y la discriminación entre pares. Muchas veces los oprimidos/as introyectan los mecanismos de invasión de los opresores en forma de chantajes, inculpaciones o “valores” que les hacen ver como menos o en deuda, como el sexismo, el racismo o el clasismo. Cuando esto sucede las personas invadidas muchas veces están dispuestas a hacer LO QUE SEA con tal de ser aceptadas o no pasar por “despreciables”, todo en función de quienes les oprimen, incluyendo violentar y discriminar a otras personas en situaciones similares afectadas por los mismos mecanismos de exclusión. Tal es el caso de las mujeres que votan en los congresos contra sus propios derechos, como en el caso de la interrupción legal del embarazo, por considerar (sin fundamentos científicos) que se trata de un asesinato, o de las funcionarias públicas que solapan la violencia contra otras mujeres por considerar que ellas se lo buscan por sus comportamientos “indecentes”.
Sin embargo, nada de ello puede pretextarse para no impulsar las cuotas de género o cuestionar su eficacia, por el contrario da cuenta del gran trabajo por hacer para lograr condiciones de igualdad reales.
Las cuotas de género permiten el avance hacia el pleno ejercicio de la ciudadanía de las mujeres pues no sólo contienen un carácter político sino también social, que contribuye a modificar normas, valores, prácticas y roles establecidos, acostumbrando a la población a identificar a mujeres y hombres por igual en los papeles de toma de decisiones.
¿Qué otros beneficios percibes en las cuotas de género?
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Muy buen artículo. En general me gusta lo que escribe Enrique, pero éste, es un artículo muy claro que utilizo como referencia cuando surge el tema de “feminismo”, “machismo”, roles, etc. Y esque de pronto nos perdemos entre extremos y la gente se confunde en discursos faltos de lógica.