Recomendaciones
Nassim Nicholas Taleb,
Antifrágil: Las cosas
que se benefician del desorden,
Paidós, Barcelona, 2013.
En El cisne negro, el autor criticó la forma en que las grandes empresas financieras manejan el riesgo, y la crisis de 2008 le dio la razón. Pero Antifrágil va mucho más allá de la economía: nos ofrece todo un sistema filosófico. Las cosas pueden ser frágiles (cuando el desorden las daña), sólidas (cuando no las afecta) o antifrágiles (cuando el desorden las beneficia). Taleb dice que nuestra época no reconoce bien esta última categoría y que esto tiene riesgos inmensos para nuestra salud, nuestra organización política y, sí, nuestra economía. Constantes referencias a los clásicos, vehemencia, incorrección política, claridad y franqueza. Muy recomendable.
Pablo Boullosa
Salman Rushdie,
Hijos de la medianoche,
traducción de Miguel Sáenz,
Random House Mondadori,
Barcelona, 2013,
Colección Debolsillo.
Hace varios años llegó a mis manos la novela El último suspiro del Moro. Aunque solo tenía vagas referencias del autor, el título me atrajo. Su lectura fue memorable porque me hizo vivir de cerca toda la tradición de una de las familias —la de Moro, su padre y Aurora Zogoibi, la madre de soberbia personalidad— dedicadas a la venta y exportación de especias en la India. Se trata de un relato que con un mágico y maravilloso lenguaje remite a la cotidianidad de esta familia, sus conflictos comerciales, amorosos, políticos… todo inmerso en una atmósfera húmeda, calurosa y sensual en la que de pronto se empieza a percibir el olor de la pimienta, la canela o el cardamomo. A pesar de la experiencia, no seguí la pista de Rushdie —salvo las noticias sobre la nefasta condena a muerte decretada por Jomeini. Hace dos años, su autobiográfica obra Joseph Anton revivió mi interés por su trabajo. Me llamó especialmente la atención lo que para él significó el proceso de la creación de Hijos de la medianoche, libro del que ahora estoy leyendo la página 750 y que cada vez leo más lentamente porque, de verdad, no quiero que se acabe. Saleem Sinai, narrador y protagonista, atrapa con su historia, que arranca antes de su nacimiento, memorable porque ocurre en Bombay entre cohetes y luces de bengala, justo el día de la independencia de la India. Resulta también memorable el momento en que recibe, junto con otros 249 nacidos en esa fecha, una carta de reconocimiento de Nehru. Con ello queda vinculado ineludiblemente a la política del país. Su vida recorre los resabios de la colonia, los conflictos políticos y religiosos y finalmente la guerra, periplo que el autor narra conjuntamente a las dificultades de su origen, su infancia, su adolescencia y madurez. Una traducción espléndida permite seguir esta épica narración lejana, aunque a veces no tanto, de nuestra propia historia.
Guadalupe Espinosa
Guillermo Valdés Castellanos,
Historia del narcotráfico en México,
Aguilar, México, 2013.
Guillermo Valdés Castellanos, quien fuera director del Cisen en el sexenio de Felipe Calderón, nos da un marco de referencia para entender la evolución de los grupos del crimen organizado en el país y su relación con el poder. Quién mejor que un exfuncionario público para explicarnos las razones que se esconden detrás del narcotráfico en México, justo en el momento en que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido y las autodefensas en Michoacán evolucionan para convertirse en un ejército de civiles capaz de oponerse tanto al crimen organizado como a las fuerzas federales. Recomiendo este libro sobre todo por la revisión histórica que hace el autor de los orígenes del narcotráfico. Se trata de un análisis fundamental para entender un fenómeno político, económico, social y cultural que ha transformado la cotidianidad del país.
Emiliano Balerini Casal
Carlos Prieto,
Dmitri Shostakóvich: Genio y drama,
prólogo de Jorge Volpi,
FCE, México, 2013.
Esta biografía no es para puristas. Los que buscan santos deben indagar en otros territorios. Para muchos, Shostakóvich fue un traidor a su propia música. El gran compositor mostró desde sus mocedades un genio y un talento que lo llamaban a ser uno de los grandes innovadores del siglo XX. Y lo fue. Pero, a la par, el ser humano que vivió durante el estalinismo produjo obras con evidentes concesiones al oficialismo revolucionario que invadió —¿corrompió?— todas las expresiones artísticas. Es la vida de un genio atrapado por su realidad. La generosa pluma de Carlos Prieto, nuestro gran violonchelista y, además, miembro de la Academia de la Lengua, se arroja a las turbulentas aguas que navegó Shostakóvich. Prieto conoció al compositor ruso y estableció lazos de amistad con él. Ello podría ser un obstáculo para la siempre pretendida objetividad. Pero no fue así. Carlos Prieto entrelaza con prosa diáfana la biografía personal, la ruta musical con todos sus vaivenes y la historia política que le tocó vivir al ruso. La vida es una, no hay compartimentos estancos. El músico se enamora, padece problemas económicos, presiones políticas, pero también está ahí el fantástico ímpetu musical de uno de los grandes genios del siglo XX. Muy bien escrito, es altamente recomendable. El lector aprenderá de música, de historia, de política y de las entrañas de la vida.
Federico Reyes Heroles
Reseñas
Margaret MacMillan,
1914: De la paz a la guerra,
Turner, España, 2013.
No es sorprendente que la Primera Guerra Mundial haya producido tal cantidad de estudios históricos y obras literarias que la toman como foco principal o contexto general de la acción: la aparentemente súbita caída del orden europeo en el caos total, que de hecho puede caracterizarse como un suicidio colectivo, provoca en quien la estudia una sensación abrumadora: la desesperación.
¡Todo parecía ir tan bien! Cien años de paz en Europa, interrumpida tan solo por conflictos marginales (Crimea, 1853-1856) o fugaces (Prusia-Francia, 1870-1871), habían generado una creatividad sin precedentes en las ciencias y las artes, además de que la Revolución Industrial había dado a luz movimientos sociales que prometían, en medio de toda su turbulencia, un futuro mejor para trabajadores y mujeres y la expansión del derecho al voto.
Ciertamente, como lo documentó Barbara Tuchman en The Proud Tower (1966), las décadas inmediatamente anteriores a la guerra fueron todo menos idílicas, pero es indudable que la humanidad no había experimentado una época tan rica en progreso social en toda su historia. ¿Qué fue, entonces, lo que pasó?
Al cumplirse el primer centenario de la llamada Gran Guerra, la voz de Margaret MacMillan se suma al coro de historiadores que han tratado de explicar las causas del desastre. Como es natural, se beneficia del trabajo de sus predecesores y de la progresiva acumulación de nuevos archivos y documentos que salen a la luz constantemente. Su excelente libro pretende ser una recapitulación de las múltiples explicaciones que se han dado, aunque llama la atención que ni en el cuerpo del texto ni en la bibliografía cite algunas de las más notorias, como por ejemplo las de Joachim Remak, The Origins of World War I 1871-1914 (1967) o David Fromkin, Europe’s Last Summer (2004). A riesgo de simplificar en exceso, estas dos versiones muestran el rango de opiniones que se han ofrecido. Remak afirma que la Crisis de Sarajevo no fue más grave que otras anteriores, y que su desastroso desenlace fue producto de la incompetencia, la negligencia y las mala fortuna. Fromkin, por su parte, intenta demostrar que la guerra fue el resultado de agresiones concretas llevadas a cabo deliberadamente por los imperios austrohúngaro y alemán.
MacMillan no presenta una tesis, sino que busca describir y analizar las múltiples fuentes de conflicto que se fueron acumulando en Europa y que fueron provocando una suma de crisis mal resueltas o sin resolver, las cuales dejaron al sistema europeo en una situación de vulnerabilidad extrema ante la próxima coyuntura. En el centro del drama se ubica la rivalidad entre el imperio en decadencia pero aún muy poderoso, Gran Bretaña, y el recién llegado imperio alemán, potencia en ascenso vertiginoso que exigía colonias pero, sobre todo, reconocimiento y estatus. Esta rivalidad, manifestada de manera principal y más peligrosa en la carrera armamentista naval impulsada por Tirpitz y el demente káiser Wilhelm ii, obligó a los británicos a abandonar su “espléndido aislamiento” y buscar tender puentes con antiguos enemigos, como Francia, y por medio de esta con Rusia, un régimen despótico en las antípodas del liberalismo constitucional británico. La competencia anglo-alemana llevó a Europa a dividirse en dos campos, la Triple Alianza de alemanes, austrohúngaros e italianos, y la Triple Entente de británicos, franceses y rusos, que rápidamente entraron en un juego de suma cero que se puso de manifiesto en las crisis sobre Marruecos (1905 y 1911), Bosnia-Herzegovina (1908) y las dos guerras de los Balcanes (1912 y 1913). A todo esto se sumó la propagación virulenta de los nacionalismos y los resabios de la imagen de la guerra como una actividad ennoblecedora y purificadora de los aburguesamientos de la paz, prevalente sobro todo, pero no únicamente, en los imperios germánicos. Al final, efectivamente, una crisis pésimamente manejada desembocó en la movilización general de los ejércitos europeos y en la catástrofe terminal de Europa como centro del poder y el progreso.
El libro de MacMillan, magníficamente escrito e ilustrado, es una síntesis muy lograda de las principales tesis que se han esgrimido para intentar explicar este fenómeno; en el camino, nos brinda una narración trepidante que se lee como un thriller, a pesar de que el lector conoce el desenlace de antemano. Una característica adicional muy valiosa es que la autora traza frecuentemente paralelos entre la situación de la Europa de entonces con el panorama geopolítico actual, con el fin de encontrar similitudes y lecciones útiles para el presente. De pronto, la crisis ucraniana justo en el centenario de la Gran Guerra eriza la piel ante la presencia viva de las tensiones e ideas que precipitaron al mundo, mucho más allá de Europa, en ese torbellino sin precedentes hasta entonces.
Guillermo Máynez Gil