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Dos giras por Sudáfrica. Comentarios acerca de Nelson Mandela
Este País | Carlos Prieto | 01.04.2014 | 0 Comentarios

©iStockphoto.com/©albertc111

El 5 de diciembre de 2013 falleció Nelson Mandela, calificado por Mario Vargas Llosa como “el político más admirable de estos tiempos revueltos”, un hombre que transformó la historia de su país. En 1999 y en 2005 pude observar de primera mano el milagro sudafricano, en ocasión de dos largas giras de conciertos que me llevaron a aquellas tierras. Regresé profundamente impresionado y escribí algunas páginas que se publicaron en la edición brasileña de mi libro Las aventuras de un violonchelo.1 Reproduzco aquí parte de lo publicado entonces en Brasil.  CP

Primera gira, octubre de 1999

 

Con mi esposa María Isabel llegué a Johannesburgo en el primaveral mes de octubre para mi primera gira por Sudáfrica. La gira resultó apasionante por diversas razones. Conocimos un país en plena transición del régimen brutal del apartheid2 a un régimen democrático, en el que los mandos se están transfiriendo con dificultades, pero en paz, de los blancos a los negros y a los representantes de los otros grupos que conforman el arcoíris étnico sudafricano: negros (de diversas etnias y lenguas), coloured o mestizos, asiáticos (principalmente de origen indio) y blancos (en su mayor parte descendientes de holandeses e ingleses). Conocimos diversos sectores de la población. Mis presentaciones abarcaron conciertos con las orquestas de Johannesburgo (la Orquesta Sinfónica Nacional) y Durban (la Orquesta de Kwazulu-Natal), un recital en la Unisa (Universidad de Sudáfrica) en Pretoria, una clase en la Universidad de Pretoria, dos recitales y dos pláticas acerca de Las aventuras de un violonchelo en la Residencia Northwoods en Johannesburgo, y una clase y un recital en Soweto. Toqué también en Sasolburg y conocimos Ciudad del Cabo y su zona aledaña.

En los conciertos incluí, como suelo, obras mexicanas que por supuesto eran estreno en Sudáfrica. Con las orquestas toqué el Concierto para violonchelo de Federico Ibarra (México) y las Variaciones rococó de Chaikovski. En los recitales incluí obras del repertorio universal (Bach, Shostakóvich) y obras iberoamericanas de Gutiérrez Heras (México), Juan Orrego-Salas (Chile) y Astor Piazzolla (Argentina).

Los gobiernos del apartheid otorgaron poca importancia a la educación musical de los blancos y menos aún de los negros. Más de 50% de los integrantes de las orquestas son por tanto europeos (rusos, búlgaros, rumanos, etcétera); el resto, sudafricanos blancos. En la orquesta de Johannesburgo toca únicamente un músico negro (el joven violonchelista Kwatlvano Masote); en la de Durban, ninguno.3

El Gobierno actual tiene prioridades más urgentes que el apoyo a la música. Se enfrenta a una economía estancada cuando no en retroceso, un alto nivel de desempleo, grandes demandas sociales, una inseguridad alarmante, etcétera. Las orquestas no cuentan con apoyo estatal; algunas, como la de Ciudad del Cabo, están en peligro de desaparecer.

A mis conciertos asistió un público casi totalmente blanco; solo en Soweto todos fueron negros, como más adelante relataré.

 

Algunos comentarios sobre Sudáfrica4

 

Sudáfrica es un país clave en el continente africano. Con solo 4% de la población del continente, genera casi 30% del pnb de toda África. Tiene la infraestructura industrial, comercial, financiera y educativa más desarrollada del continente y se ha transformado de un país paria a un país adalid, ejemplo en África. El caso de Sudáfrica constituye una de las notables excepciones en un continente en el que la inestabilidad, el caos y las guerras civiles y tribales han causado la muerte de millones de seres humanos.

Es muy grande el mérito de Nelson Mandela —visionario, mártir y líder— y de sus compañeros de lucha, que supieron conducir por cauces pacíficos la transformación del país. Mandela fue condenado a prisión perpetua en 1964. Desde la desolada prisión de Robben Island, frente a Ciudad del Cabo, dirigió las negociaciones que llevaron al desmantelamiento de todo el aparato represor y de toda la legislación del apartheid. Fue liberado tras 27 años de cárcel y se convirtió en el primer presidente negro, electo en las primeras elecciones de la historia sudafricana en que participaron los negros. No salió de prisión lleno de resentimientos, odios y ánimos de venganza. Al contrario, sus políticas se orientaron a fomentar la igualdad, la unidad y la reconciliación. De ello son símbolo los colores de la nueva bandera sudafricana, en la que el blanco y el negro representan la unión de los sudafricanos. Por la misma razón, el nuevo himno nacional incluye estrofas en lenguas africanas, afrikáans e inglés.5

No encontramos a nadie, negro o blanco, que no coincidiera en que Sudáfrica tuvo la inmensa suerte de contar con un líder como Mandela para dirigir los destinos del país en épocas y circunstancias tan complejas. Su presidencia, iniciada en junio de 1994, terminó en junio de 1999. Se negó a permanecer en el poder y fue sucedido por Thabo Mbeki, quien fuera vicepresidente de 1994 a 1999.

En Mandela se combinaban una serie de cualidades que caracterizan al personaje histórico excepcional: integridad, don de mando, valentía, habilidad política, elocuencia y, al mismo tiempo, una enorme simpatía personal. Su éxito no lo ensoberbeció y Mandela, a diferencia de tantos otros políticos, continuó siendo el hombre sencillo de siempre. El caso de Mandela me trae a la mente a otro personaje histórico, Mahatma Gandhi, que de joven vivió en Sudáfrica y que allí condujo, con éxito, sus primeros movimientos pacifistas.

Es complejísima la transición de la Sudáfrica del apartheid a un país en el que los ciudadanos no solo sean iguales ante la ley sino que disfruten de oportunidades equitativas, determinadas únicamente por sus respectivas capacidades. Es evidente que los blancos han recibido una educación que los coloca en una situación de privilegio y que no es posible desarraigar en una generación todas las consecuencias del apartheid y los odios, prejuicios, resentimientos y complejos de la multiétnica Sudáfrica.

Contaba Mandela que tomó en una ocasión un vuelo de Ethiopian Airlines hacia Adís Abeba: “Cuando abordé el avión, me percaté de que el piloto era negro. Me atacó el pánico. ¿Cómo puede un negro manejar un avión? Un momento después sentí rabia conmigo mismo. Había caído en la trampa sembrada por el apartheid de creer que los negros eran inferiores a los blancos”.6

Pero la transición ha avanzado por caminos promisorios, si bien sembrados de obstáculos. Hay pocos países en el mundo y ninguno en África que, a diferencia de Sudáfrica, no hayan caído en una grave inestabilidad al acometer una transformación política y social tan profunda como la que se propusieron los gobiernos encabezados primero por Nelson Mandela y después por Mbeki.

Si bien mucho se ha logrado, no se pueden soslayar los graves problemas a los que se enfrenta Sudáfrica. Ya mencioné las dificultades económicas, el desempleo y la inseguridad. Solo me referiré aquí a la inseguridad porque alcanza en Sudáfrica niveles verdaderamente alarmantes. El país sufre una de las más altas incidencias en el mundo de crímenes y de violaciones sexuales. No hubo día en que los titulares periodísticos no señalaran nuevos casos, sobre todo de violaciones.

 

La visita y el recital en Soweto

 

Quedarán grabadas en nuestra memoria como uno de los momentos sobresalientes de aquella gira de 1999 las tres horas que pasamos en Soweto (acrónimo de South Western Township). Los townships eran las zonas habitacionales prescritas para los negros por la legislación apartheid, la cual determinaba en dónde debía vivir cada grupo racial. Este township, localizado cerca de Johannesburgo, es uno de los barrios negros más poblados del país. Antes de volar a Sudáfrica, me previnieron en Estados Unidos acerca de los peligros de ir a Soweto.

Sin embargo, estaba previsto y organizado por la embajada de México no solo que fuéramos a dicho township sino que visitáramos allí el African Cultural Organisation of South Africa (acosa), me reuniera con los niños y jóvenes que dos veces por semana acuden al acosa a recibir clases de orientación musical, solfeo y violonchelo, y diera yo un pequeño recital. Aceptamos con el mayor gusto e interés.

Llegamos a Soweto Silvia Villaseñor —esposa de Ignacio Villaseñor, embajador de México—, mi esposa María Isabel, el agregado cultural Aldo Aldama y yo. Fuimos recibidos con extraordinaria cordialidad por Sheila y Mike Masote, directores de acosa y padres del joven violonchelista Kwatlvano Masote, de la Orquesta Sinfónica Nacional.

Pudimos percatarnos, en primer lugar, de la admirable labor social y musical que lleva a cabo acosa. Di una clase a un grupo de 12 niños y jóvenes violonchelistas. Los escuché y comprendí que mi tarea era sobre todo infundirles ánimo y entusiasmo para seguir adelante. Después pasamos al auditorio, donde di un recital de obras breves con la pianista y compositora sudafricana Peggy Haddon. El recital concluyó con dos piezas de Peggy para violonchelo y piano, dedicadas a la liberación de los niños negros. La última, Amandla for Piccanin (‘Libertad a los niños’) es una pieza alegre y brillante que contiene una cita del himno sudafricano Nkosi sikelela Africa (‘Dios bendiga a África’) y que despertó el vivo entusiasmo de los jóvenes oyentes.

La educación musical en Soweto ha producido ya un conjunto que con éxito recorre el mundo, el Soweto String Quartet. Su repertorio incluye piezas de origen popular, armonizadas por miembros del cuarteto y de indudable atractivo.

Visitamos después la enorme catedral católica de Regina Mundi. Allí se alojaron miles de jóvenes perseguidos por la policía tras los levantamientos de 1976, ocasionados por la decisión del Gobierno de hacer obligatorio el afrikáans en las escuelas de los negros, lengua que no comprendían y que era, además, la lengua de los opresores.

Durante nuestra visita a Soweto vimos las casas donde vivieron Nelson Mandela y el arzobispo Desmond Tutu, otro personaje trascendental de la liberación sudafricana y expresidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, encargada de investigar los crímenes cometidos durante la segregación racial. Las conclusiones de los trabajos de la Comisión, que durante más de dos años tomó declaración a más de 20 mil personas, fueron presentadas por el mismo Tutu al presidente Mandela en 1998.

 

El cuatricentenario del Quijote en

Sudáfrica: nuevos conciertos en 2005

 

Regresé en 2005 a Sudáfrica, invitado a tocar en el Festival de Grahamstown, en el sur del país. Toqué con la Orquesta del Festival de Johannesburgo, dirigida por Richard Cock, y con el violinista español Gerardo Ubaghs el estreno en Sudáfrica de Resplandor y ensueño de don Quijote para violín, violonchelo y orquesta, que me dedicara el gran compositor español Tomás Marco en ocasión del cuatricentenario de la obra de Cervantes. Con Gerardo, excelente violinista, toqué además una serie de recitales de obras para violín y violonchelo, violín solo y chelo solo en la Capilla Rhodes de Grahamstown y en la Sala de Conciertos de Unisa (University of South Africa) en Pretoria. Aprovechamos nuestra estancia en Pretoria para visitar el impresionante Museo del Apartheid en Johannesburgo, inaugurado en 2001 y dedicado a la historia del segregacionismo no solo en Sudáfrica sino en otros países del mundo. EstePaís

 

 

1 As aventuras de um violoncelo, Univer Cidade y TopBooks, Rio de Janeiro, 2001.

2 Apartheid (del francés à part, separado, aparte, y el holandés heid, capucha): Política oficial de separación racial.

3 En cambio, los jóvenes negros han destacado mucho más en la música vocal y coral que en la ejecución de instrumentos occidentales. Es notable la calidad y originalidad de los conjuntos corales sudafricanos, que con justicia han alcanzado fama mundial.

4 Recuerdo al lector que esto fue escrito en 1999.

5 Son actualmente 11 las lenguas oficiales del país: inglés, afrikaans, zulu, xhosa, sotho del norte, sotho del sur, tswana, shangan, swati, venda, ndebele. Varias de estas lenguas pertenecen a las mismas familias lingüísticas y son, por tanto, parcialmente inteligibles entre sí.

6 Nelson Mandela, Long Walk to Freedom, Little, Brown and Co., Londres, p. 58.

_______

CARLOS PRIETO es el violonchelista mexicano de mayor prestigio en el mundo. Ha estrenado más de 90 obras compuestas especialmente para él y ha recibido reconocimientos como el de la Orden de las Letras y las Artes que concede el Gobierno francés; la Encomienda de la Orden del Mérito Civil otorgada por el Rey de España; la prestigiosa medalla Pushkin, del Gobierno ruso; el Premio Nacional de Ciencias y Artes; el Premio al Liderazgo Cultural, de la Universidad de Yale; el Premio Robert A. Muh, del mit, y la Medalla Bellas Artes. Autor de nueve libros, es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

 

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