Francisco Suárez Dávila es ex Representante de México ante la ocde, es profesor invitado de la Universidad Iberoamericana.
El siglo xx económico
A fin de estudiar el siglo xx mexicano en materia de economía, podemos dividir la historia en siete periodos. El punto de partida es 1910, el inicio de la Revolución Mexicana, pero para entender ese momento hay que considerar el porfiriato como el primer periodo de crecimiento sostenido. El porfiriato sienta las bases del desarrollo moderno. Hay crecimiento con desigualdad de 1876 a 1910.
El periodo que va de la Revolución hasta la Gran Depresión de 1929 es el de la creación de un nuevo orden institucional sin crecimiento.
El tercero es el cardenismo, un periodo de desarrollo con transformación social que instaura el proyecto de país propuesto en la Constitución de 1917.
El cuarto periodo es el del desarrollismo, la fase más exitosa del país en lo económico. Hay crecimiento e industrialización acelerados, inicialmente con inflación moderada, luego con estabilidad.
En un quinto periodo vemos intentos fallidos por superar las deficiencias del modelo y sus elementos de agotamiento, y de encontrar uno nuevo. Aunque fugazmente, con el auge del petróleo sí se produce el crecimiento más rápido de nuestra historia, pero sin estabilidad. Sobrevienen las crisis.
A partir de 1982 se inicia una nueva fase de intentos de transformación por medio de reformas estructurales, algunas exitosas, otras fallidas, que van hasta 1994.
Finalmente, entramos en una etapa de estabilidad sin crecimiento: el periodo del estancamiento estabilizador que va de 2000 a 2009.
Desde su independencia, México ha conocido dos periodos de crecimiento económico rápido y sostenido. El más exitoso y más duradero fue el desarrollismo (1934-1970). El segundo es el porfiriato (1876-1910). El primero no alcanzó una razonable distribución del ingreso. El segundo no abatió los rezagos sociales que a la postre significarían su caída.
Hay dos periodos de reconstrucción institucional. El más importante va desde el fin de la fase más intensa de la lucha armada y el inicio de la dinastía de Obregón y Calles hasta la Gran Depresión. El otro es la administración de Miguel de la Madrid, que después del estallido de la crisis de la deuda y la nacionalización bancaria de 1982, inicia la fase de reformas estructurales.
Hay dos grandes reformistas: Cárdenas, quien da cabal vigencia al proyecto de la Constitución de 1917, y Salinas, que acelera las reformas estructurales de orientación neoliberal, algunas exitosas y otras fallidas.
Hay dos modelos orientados hacia el sector externo: el porfiriato y el ejecutado por Salinas y Zedillo. El desarrollismo se orientó principalmente al fortalecimiento del mercado interno. El modelo “estatista” de Echeverría y López Portillo se orientó al mercado interno pero fracasó. A partir de 1996 México alcanza un periodo de relativa estabilidad macroeconómica.
Para sostener su paso exitoso, el desarrollismo requería complementarse con la orientación hacia la exportación que siguieron los asiáticos a partir de 1970. Echeverría hizo un buen diagnóstico pero fue incapaz de orientar debidamente las políticas. López Portillo pudo haber cambiado la historia si en 1981 ajusta la economía como lo hicieron los países industriales, baja el precio del petróleo, devalúa a tiempo y aplica políticas complementarias adecuadas. Salinas realizó mal la liberalización bancaria, no frenó la burbuja crediticia ni fortaleció la regulación y la supervisión bancarias. Fue el responsable de la crisis de 94, mal manejada también por Zedillo. El periodo posterior a 2000 se ha concentrado en los medios —la estabilidad macroeconómica— y ha olvidado los fines.
La crisis de 2009 y el agotamiento del modelo de desarrollo actual
La gran recesión de 2009 muestra las señales de agotamiento del modelo de desarrollo y la política actuales de México:
- Nuestro modelo de exportaciones supone una excesiva dependencia de la economía de Estados Unidos y no ha estado acompañado de medidas complementarias internas y externas.
- La inversión extranjera ha dejado de orientarse a la creación de nuevas capacidades industriales con avance tecnológico. Los flujos de inversión a México también disminuyen con respecto a los países emergentes más dinámicos.
- El país ha sufrido una caída de la producción industrial y manufacturera del 3% del pib.
- Los porcentajes de importación de muchos productos agrícolas han aumentado.
- Se ha privilegiado el equilibrio de las finanzas públicas y la estabilidad de precios sobre el objetivo del crecimiento. El gasto corriente excede a los ingresos tributarios en 40 por ciento. La recaudación fiscal depende en 40% de los volátiles ingresos petroleros. México tiene uno de los más bajos coeficientes tributarios del mundo y un gasto público muy bajo y deficiente.
- La explotación irresponsable de yacimientos significó un deterioro prematuro de nuestro balance energético y la caída de la producción y las reservas.
- México avanzó con cierta rapidez en el sistema de descentralización fiscal hacia un “nuevo federalismo”. Hoy en día, sin embargo, a nivel estatal hay mayor despilfarro y una menor transparencia que a nivel federal.
- La evolución de la estructura de gobierno ha sido muy negativa.
- El sistema financiero, de propiedad extranjera en más de 80%, no ha contribuido al desarrollo económico del país desde 1994. El financiamiento se ha concentrado en el crédito al consumo y el hipotecario fomenta la actividad productiva en menos de 20% del pib. Han proliferado los intermediarios financieros no bancarios, que están insuficientemente regulados y hacen vulnerable al sistema. Se debilitó la banca de desarrollo.
- Carecemos de una política social eficaz. El gasto social no se ha traducido en una reducción de la desigualdad entre personas y regiones, y en muchos casos tiene un carácter regresivo.
Sin embargo, la manifestación más evidente del fracaso de nuestro modelo de desarrollo es la notoria incapacidad para crecer. El crecimiento mexicano desde la crisis de 1982 es de alrededor de 2% anual en promedio.
La agenda pendiente para el siglo xxi
El recorrido por la historia del siglo xx mexicano da algunas pistas de lo que puede ser la agenda pendiente para el siglo xxi del país. Algunas ideas:
- México requiere de un plan estratégico de largo plazo, consensuado entre gobierno y sociedad y que defina un nuevo modelo de desarrollo.
- Es indispensable una reforma fiscal de fondo.
- Ésta debe ligarse a una reforma al régimen de seguridad social.
- La política social debe ser revisada.
- El Estado Mexicano requiere una verdadera reinvención del gobierno.
- Se deben articular políticas industriales y regionales modernas.
- Se requiere de un impulso eficaz a la infraestructura.
- El sector energético debe ser una palanca del desarrollo nacional.
- Costosa e ineficiente, la política agrícola debe renovarse.
- Son necesarias políticas generales para que el sistema bancario incremente su financiamiento a la actividad productiva, industrial y agropecuaria.
- Las telecomunicaciones son una asignatura pendiente fundamental y que puede traer importantes corrientes de inversión extranjera.
- La educación, la ciencia y la tecnología son áreas de notorio atraso.
- La relación con Estados Unidos y Canadá debe replantearse.
La oportunidad del Bicentenario por Federico Reyes Heroles
La justicia prometida por José Ramón Cossío
la economia del siglo xx: la economia de mexico esta baszada en los 7 periodos y como atravez de estos periodos mexiuco se levanta y uelve acaer por el mal manejo que le dio sedillo por que iso una liberacion bancaria dev ahi nos hable de de la crisis del 2009 y el agotamiento del desarrollo actual ya que este trato principalmente del agotamiento del desarrollo
y la politica actual de mexico sin embargo la manifestacion del fracaso del deszarrollo es la notoria capacidad de creser
[…] This post was mentioned on Twitter by Carlos López Zaragoz, usem. usem said: La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis: http://bit.ly/hACtnF […]